Un informe de la federación que agrupa a los fabricantes de ascensores de la Argentina (FACARA) establece varias pautas para determinar si un ascensor está en condiciones de prestar servicio con seguridad. “La adecuación del parque de ascensores debe responder en primer lugar a razones técnicas que sólo personal calificado puede evaluar, y que responden a maximizar la seguridad de las instalaciones, más que a cuestiones estéticas”, destaca.
Los ascensores tienen una vida útil marcada fundamentalmente por el desgaste de las piezas mecánicas. “Cuando las averías son más frecuentes y costosas se dificulta seguir dilatando la modernización del ascensor- señala el informe de FACARA-. Si no se renuevan los componentes a tiempo o no se cuenta con un buen mantenimiento, a la larga el ascensor puede tener problemas importantes, e incluso llegar a generar accidentes graves”. Ante esa situación, es fundamental contar con la opinión del técnico de mantenimiento y cambiar los componentes que estime comprometidos por el desgaste.
La primera señal de alerta se enciende cuando el ascensor queda fuera de servicio por averías a repetición. “En ocasiones, los consorcios van posponiendo la inversión en la adecuación del ascensor porque se lo ve como un gasto más, sin llegar a dimensionar que se trata de la seguridad de las personas que lo usan”, advierte el informe.
Por otro lado, si un edificio cambia de requerimientos, es posible modernizar cualquier ascensor para adaptar el equipo a las nuevas necesidades de tráfico. Por ejemplo, controlar el consumo de energía o gestionar los viajes. Desde FACARA, los empresarios del sector buscan generar conciencia sobre la necesidad de adecuación del parque de ascensores con la finalidad de que incluya la aplicación de una política de eficiencia que ahorre energía eléctrica.
Una de las maneras es a través de la técnica de modulación, donde el sistema regula tanto la frecuencia como el voltaje del motor. Eso permite controlar totalmente el viaje: “La posibilidad de ajustar la velocidad de arranque, el desplazamiento y frenado del ascensor permite anular los cambios bruscos de velocidad haciendo más confortable el viaje, así como una nivelación precisa”, afirman los especialistas.
Por otro lado, al suprimir los picos de corriente que suelen producirse en los equipos convencionales, se mejora notablemente el consumo de energía eléctrica debido al mejor rendimiento del ascensor. El ahorro, estiman, puede alcanzar el 30% con respecto a un ascensor no adecuado.
Además, la energía regeneradora ocasionada por el frenado eléctrico otorga una mayor vida útil al motor de la máquina y reduce el calentamiento hasta en un 40%.
Actualmente, en cuanto a las normas relativas a la instalación de ascensores, a nivel nacional está vigente la normativa 897, que reglamenta los componentes y el tipo de ascensor, que deben contar con una certificación obligatoria establecida en la reciente norma IRAM 3681-1:2019.
Nueva norma de seguridad
En la Norma 3681-1:2019 sobre “Ascensores eléctricos de pasajeros. Seguridad para la construcción” se establece una serie de condiciones de seguridad para la construcción e instalación que deben cumplir los ascensores, montacargas y escaleras mecánicas. En particular define la obligatoriedad de certificar los elementos de seguridad de fabricación nacional que forman parte de la instalación. Es el caso del paracaídas, la cerradura de puerta, el paragolpe, el limitador de velocidad, entre otros.
“Hasta ahora, las empresas argentinas debían cumplir con reglamentaciones de la década del 70. El salto tecnológico necesario para cumplir esta normativa pone a los productos nacionales en el nivel internacional”, destaca Rafael Cala, vocero de FACARA. Y amplía: “Esta normativa es tomada en forma parcial por el nuevo Código de Edificación. Lo recomendable es que se hiciera una referencia en su totalidad para que no pierda vigencia. La norma IRAM se actualiza constantemente con la tecnología”.
La resolución exige fabricar, instalar, importar y distribuir los componentes de seguridad de acuerdo a las normas IRAM, Mercosur, EN81 o ISO, con el objetivo de ofrecer al usuario el máximo nivel de seguridad, proveer mejores condiciones de competencias para las empresas. Y establece al INTI como certificador. A partir de agosto del 2020 comenzará la certificación de los componentes, lo que implica una evaluación del sistema de calidad del proceso de fabricación.
FUENTE: Paula Baldo – www.clarin.com