“Basta de hacer negocios a costa nuestra. ¡Con los barrios no!”. Esta fue la consigna de los vecinos del Bajo Belgrano, que este jueves se manifestaron contra el nuevo Código Urbanístico de la Ciudad. Según denunciaron, la norma habilitó la construcción de torres y avaló el negocio inmobiliario, destruyendo la identidad barrial. La queja se replica en varias zonas porteñas.
El Bajo Belgrano es una zona apacible y de casas bajas. Y sus vecinos se concentraron a las 19 en avenida Del Libertador y Monroe, porque no quieren que pierda esas características.
“Con las modificaciones introducidas al código urbano y la aprobación de los convenios urbanísticos a cambio de ‘contraprestaciones’, nos están llenando de restaurantes, torres, negocios y depósitos que destruyen nuestra identidad barrial y calidad de vida. ¡Basta de hacer negocios a costa nuestra, con los barrios no!”, decía la convocatoria que la Asociación de Vecinos del Bajo Belgrano difundió a través de las redes sociales.
“Vamos a mostrar la disconformidad con las modificaciones que se introdujeron al Código Urbanístico, porque estamos preocupadísimos y sentimos que la Ciudad nos está expulsando”, le había explicado a Télam Liliana Molas, vecina del Bajo Belgrano desde hace más de 20 años, acerca del motivo de la convocatoria.
Los vecinos argumentan que el Bajo Belgrano tenía una zonificación que permitía casas unifamiliares, es decir, una vivienda por parcela y una limitación del uso comercial. “Pero en noviembre del 2020, en plena pandemia, la Legislatura porteña sancionó cambios al Código e incorporó la posibilidad de hacer viviendas multifamiliares, como lo son los edificios, y sumó los usos comerciales”, dijo Molas.
Entre esos usos se destacan bares, restaurantes, comercios minoristas de todo tipo y depósitos para delivery de comidas o de reenvío de compras online. Todos estos cambios fueron autorizados para la zona entre las calles Sucre, Migueletes, Monroe, Ramsay, B. Encalada, Cazadores, Mendoza, Dragones, Juramento, Húsares, Echeverría y Ramsay.
La nueva normativa va a traer consecuencias para la identidad de la zona. “Este es un barrio de casas bajas y ahora vemos que se están empezando a pedir permisos para levantar edificios y habilitar comercios como los de gastronomía”, advirtió Molas.
No se trata de una advertencia aislada: lo mismo temen los vecinos de barrios como Villa Ortúzar, Saavedra, Núñez, Parque Chacabuco y Boedo, entre otros.
El colectivo “Somos de Ortúzar”, por ejemplo, contabilizó 50 obras en construcción, la mayoría edificios, y 80 lotes en venta en un barrio que solía caracterizarse por las casas bajas. Hasta están levantando un edificio en la Plaza Malaver. “No termina de aparecer una obra en construcción que surge otra. Es como un campo minado”, comparó la vecina Lucía Domínguez.
Por casos como este, el sábado las organizaciones barriales que impulsan los reclamos y asociaciones patrimonialistas como Basta de Demoler, protestaron frente a la Legislatura bajo el lema “Buenos Aires se va”.
Las consignas escritas en las banderas y pancartas que llevaron fueron más que elocuentes: “Más verde y menos cemento”, “No al nuevo Código de Urbanización”, “Basta de ruido en San Telmo”, “Playón de Colegiales, no a las torres, sí al parque”, “La Costanera no se vende”, “Basta de demoler patrimonio urbano”, “Basta de negociados inmobiliarios corruptos”, decían algunas de ellas.
El Código Urbanístico, en la mira
El Código Urbanístico porteño fue aprobado en 2018. Antes se determinaba el tamaño de las construcciones en base a la superficie de los terrenos, utilizando la fórmula del Factor de Ocupación Total o FOT. Ahora se rige por la altura.
A partir de estos cambios, hay parcelas de la Ciudad donde se puede construir más que con la norma anterior, lo que genera una plusvalía. Por eso, la ley dice que quien aproveche esa constructividad adicional deberá pagarle al Gobierno porteño un porcentaje de lo que gane por los metros extra que puede levantar. Ese plus se llama Derecho para el Desarrollo Urbano y el Hábitat Sustentable.
Otro cambio es que hay que construir sobre la línea municipal, lo que impide hacer jardines delanteros, una tipología muy presente en los barrios de casas bajas.
También hay una figura muy cuestionada, la de los Convenios Urbanísticos. Estos permiten a un privado edificar más metros cuadrados de lo permitido en una zona a cambio de que, por ejemplo, ceda terrenos o financie la construcción de una plaza. Si bien cada convenio debe ser refrendado para la Legislatura, desde las organizaciones vecinales advierten que son una manera de ofrecer excepciones a la ley y un vía libre para que levanten torres donde no se puede.
FUENTE: www.clarin.com