Juan Ferrazini llegó desde Suiza en 1884, como la mayoría de los inmigrantes de entonces, con la intención de “hacer la América”. Se estableció en Rosario, que por entonces tenía unos 50 mil habitantes, y dos años después abrió una imprenta y librería en Rioja y Mitre a la que llamó con su apellido. El plan prosperó: en 1921 la llamada Compañía General de Artes Gráficas se mudó a Urquiza 1950. Y si bien el negocio bajó la persiana en 2011, la construcción estilo art decó donde funcionaban sus talleres y oficinas persiste en recordar su historia. Aún ahora, cuando se encuentra en plena transformación para convertirse en un edificio de viviendas que preserva la fachada original de diseño geométrico, declarada patrimonio de la ciudad.
Para Pablo Mercado, arquitecto y especialista en la historia de la arquitectura local, el proyecto de la imprenta Ferrazini es uno de los mejores ejemplos de buena convivencia entre el acervo histórico y las nuevas edificiaciones que se suman a la trama urbana. Una tendencia que comenzó a tomar vigor hace más de diez años y que se mantiene. Actualmente no solo está en obras el edificio de Urquiza 1950, desarrollado por la empresa Pellegrinet, sobre un proyecto de los arquitectos Pantarotto y Laurino; sino que también la firma BBZ se prepara para iniciar los trabajos en el viejo Hotel Britannia, en San Martín al 300. En tanto, en Pichincha, el estudio de arquitectura Spinetta tiene en sus manos la refuncionalización del antiguo burdel El Elegante, de Jujuy y Riccheri.
En el Concejo Municipal ya se dio el visto bueno a otros proyectos que involucran la refuncionalización de edificios de valor patrimonial: la casona de Tucumán entre Moreno y Balcarce, donde la familia de Lionel Messi proyecta construir una torre de departamentos, el edificio de Moreno y Wheelwright (conocido como el edificio Telecom) y otra construcción más pequeña en Mendoza al 600. Y en las oficinas del municipio hay otras dos iniciativas más que se encuentran en trámite: una en Balcarce al 500 y otra en la misma calle, pero a la altura del 800, ambos inmuebles protegidos donde se proponen levantar nuevos complejos de viviendas.
Algunos ejemplos de lo que el presidente de la comisión de Planeamiento del Concejo Municipal, Patricio Fiatti (Arriba Rosario), considera como una nueva forma de preservar el patrimonio de la ciudad. “Desde nuestra gestión tenemos una mirada sobre la posibilidad de revitalizar los inmuebles que tienen valor patrimonial manteniendo la construcción original, pero habilitando nuevos usos”, afirma y destaca que todos los proyectos se llevan adelante dentro del Programa para la Preservación del Patrimonio del municipio.
Se trata, dice, de una forma de mantener con vida la historia local. “Las ciudades están en permanente transformación. Durante mucho tiempo, las construcciones se sustituyeron al punto de que de las primeras casas precarias que existieron en la ciudad hoy ya no están. Lo que buscamos ahora es preservar aquellas construcciones que forman parte de la memoria de la ciudad, de cómo se construye y cómo la habitamos”, explica.
La construcción, lejos del boom
La preocupación por el resguardo del patrimonio arquitectónico de Rosario nació con la llegada de la democracia y se formalizó con la creación del Programa para la Preservación del Patrimonio en 1996. Doce años después se aprobó el catálogo de edificios históricos, una nómina de 5.881 inmuebles que gozan con distinto grados de protección. Algunos son intocables, como la iglesia Catedral o el Monumento a la Bandera, en otros casos se exige el mantenimiento de las fachadas, pero se permite modificar los interiores y, en algunos, también ampliar la construcción. Del total de inmuebles de valor patrimonial, casi la mitad (2.671) están ubicados en el área central.
El catálogo llegó en medio del boom de la construcción que experimentó Rosario tras la crisis económica de 2001, cuando en apenas diez años se incorporaron unos 5 millones de metros cuadrados, según el Observatorio Económico y Social de la Universidad Nacional de Rosario, y la ciudad se posicionó como una de las plazas inmobiliarias más importantes del país. La contracara de ese fenómeno fue la desaparición de inmuebles históricos.
La realidad actual de la actividad está muy lejos de esos días. De acuerdo al portal de datos abiertos del municipio, entre enero y junio de este año se otorgaron 520 permisos de edificación, un 15,3% menos respecto al mismo período del año anterior. Los metros cuadrados a construir cayeron aún más: se autorizaron 188.757 metros cuadrados en el mismo periodo, un 26,8 % menos que en el primer semestre del año anterior.
Las comparaciones mensuales son claras. El pasado enero fue el mes con más permisos otorgados, fueron 101 mientras ue en enero del año pasado las autorizaciones habían sido 132. El promedio mensual del mes, contabilizando los datos entre 2010 y 2019, fue de 208. Más del doble.
“El país atraviesa una recesión en todos los niveles de la economía y la construcción privada no puede estar exenta de esto”, señala Ruben Llenas, gerente de la delegación Rosario de la Cámara Argentina de la Construcción. Si bien apunta que la actividad sigue con ritmo, “los desarrolladores no ven en este momento una buena instancia para presentar proyectos; están en carpeta y posiblemente sigan allí esperando una macro que los acompañe”.
Llenas destaca que la construcción de viviendas en altura, en el micro y macro centro, es la que más demanda tiene. “El problema es que en esas áreas cada vez quedan menos terrenos y son más difíciles de encontrar”, dice y considera que la posibilidad de rehabilitar inmuebles patrimoniales se convierte en una buena alternativa que la empresas han empezado a adoptar.
“El ejemplo del Hotel Britannia es interesante, cuando existen construcciones patrimoniales que presentan un mal estado de conservación o llevan muchos años deshabitadas, es una opción conservar el frente el edificio y se construye en las áreas de vacancia, lo que hace a los proyectos muy originales. Es una buena solución para inmuebles valiosos cuyos dueños no tienen posibilidad de mantener, una alternativa que las empresa adoptan y funciona”, asegura.
Buenos ejemplos y polémica
La ambición del primer centenario llevó a construir en Rosario enormes mansiones que, en mejor o peor estado, persisten hasta la actualidad. La refuncionalización de estas construcciones no está exenta de debates entre los especialistas en preservación: para algunos los proyectos degradan los edificios protegidos; otros sostienen que esas intervenciones son un recurso para mantener inmuebles cuando sus dueños ya no pueden conservarlos.
Para Mercado, la posibilidad de refuncionalizarlas es válida, siempre y cuando “se ajuste al detalle la articulación entre lo nuevo y las construcciones preexistentes, para que estas últimas ganen”. De esa forma, dice, el resultado es beneficioso para los vecinos y para la ciudad.
En el caso de la Torre Britania, en Paraguay y Wheelwright, señala, “hay una restauración de la construcción antigua que, si bien tiene otra función, permite entender cómo era ese lugar”. Lo mismo que sucede en el edificio de 3 de Febrero y Buenos Aires donde “la esquina antigua fue conservada y el edificio construido después tiene que ver con lo que está abajo”.
Pero en otros casos, “cuando se construye en la vacancia y no se permite que lo antiguo tenga su espacio queda una cosa bizarra”, advierte. Son proyectos que demandan lo que podría considerarse una cirugía mayor, “donde no se puede construir lo que se quiere sin ser cuidadoso de cómo se articula lo viejo con lo nuevo y como se refuncionalizan los espacios”.
El problema, menciona, “es que muchas empresas están más motivadas por lo comercial que por volver a dar luz a un edificio patrimonial”.
Al fin de cuentas, Rosario es una ciudad que lleva 150 años construyéndose. Ahora “tiene que pensar cómo refuncionalizar lo que se construyó para poder darle una nueva óptica a lo que tenemos, respetar y poner en valor el patrimonio de la ciudad y construir donde se pueda, refuncionalizando, creando espacios vivibles, dando servicios, cocheras y espacios verdes. La ciudad se debe un debate sobre eso”.
FUENTE: Karina Bazzoni – www.lacapital.com.ar