Los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires podrán disponer para fines de año de un nuevo Código Urbanístico que en varios barrios, en especial de la zona norte, significará un mensaje en favor de la preservación del patrimonio edilicio y, además, mejoras en las condiciones de vida, en tanto favorecerá la ampliación de los pulmones de manzana, restar presiones a la red pluvial y el mantenimiento del arbolado público.
Si bien la medida no se refiere a aspectos de edificación sino a los de espacio urbano, tiene una vinculación directa con la posibilidad de sancionar en el mediano plazo una ley de Etiquetado de Viviendas que coloque a la Ciudad de Buenos Aires en línea con la tendencia ya impulsada en varias provincias, lo que ayudará a una mejor calidad de vida y a un uso más eficiente de la energía eléctrica.
El proyecto requiere de una doble lectura para su aprobación, de la que el primer paso ya se concretó con el voto favorable mayoritario de 32 legisladores (sobre un total de 60 miembros) y el 6 de noviembre tendrá lugar la audiencia pública, con participación abierta para vecinos y profesionales.
“La Ciudad necesita una densidad mejor distribuida y un desarrollo urbano más equilibrado, que preserve la identidad barrial y se contemple el entorno”, se indicó en los fundamentos de la ley que apunta a generar un equilibrio urbano a escala de toda la ciudad, de cada barrio y, por último, en cada manzana.
Un código que busca impulsar el desarrollo del sur y consolidar el norte
En el primer caso, así como se busca impulsar el desarrollo de la zona sur, también se procura la consolidación de la zona norte, donde “históricamente los barrios tuvieron una mixtura residencial e industrial y van hacia un proceso de residencialización”, explicó a iProfesional Álvaro García Resta, secretario de Desarrollo Urbano de la Ciudad, que junto a la Secretaría de Ambiente es la responsable del diseño del proyecto.
Al respecto, García Resta indicó que en los barrios del norte de la ciudad, más que en otras zonas del distrito, “la industria está dejando su lugar a otros rubros, producto de la acción de la revolución tecnológica”.
“En los barrios se está priorizando más el capital humano que los ‘fierros’, como solíamos tener en otros tiempos. En barrios como Palermo, por ejemplo, solía haber una vivienda, una fábrica, otra vivienda y un taller mecánico. Hoy, hay un gran componente de vivienda y espacios de coworking y gastronomía”, reseñó, para precisar la importancia de preservar las condiciones urbanísticas de lo que se denominan “barrios no consolidados”.
Así se caracterizan a los barrios que “aún pueden recibir sustitución por su baja consolidación”, señaló, es decir que aún conservan cierto tipo de construcciones (el caso más común, fábricas o talleres desactivados) que suelen ser sustituidos por grandes edificaciones.
Para esos casos, indicó García Resta, se apunta a que la nueva construcción tenga “un pulmón de manzana más libre que el que tiene hoy, con la ventaja que representan sus “externalidades directas” como la disminución del “efecto isla de calor” que implica el aumento.
Eso también trae aparejado un aumento del suelo absorbente, lo que hace que la red de infraestructura pluvial “se vea menos exigida y por ende requiera un menor esfuerzo de mantenimiento”, agregó.
Asimismo, al tratarse en general de un código “menos permisivo que el vigente”, apuntará a una “disminución de la capacidad constructiva en las unidades de sustentabilidad más bajas”, es decir, a la restauración de las construcciones existentes en lugar de su demolición total. “Siempre es más amigable al ambiente la restauración de los existente que su sustitución por una obra nueva”, aclaró el funcionario.
“Siempre tenemos un componente muy diverso y eso es bueno porque enriquece la discusión y robustece la ley, con lo cual esperamos una buena cantidad y calidad de disertantes”, estimó García Resta de cara a la audiencia pública del miércoles 6 de noviembre.
Sobre el particular, sostuvo que “ya se pudo ver en las reuniones de tratamiento, tanto con asesores como con diputados de la primera lectura, con una participación bastante alta para este tipo de discusiones”.
La discusión por el Etiquetado de Viviendas
García Resta separó esta discusión de la del Etiquetado de Viviendas, que en caso de ser analizado, formará parte del Código de Edificación, ya que el Urbanístico “regula qué y cómo se puede construir en los barrios, con externalidades que tienen más que ver con lo urbano que con lo arquitectónico”.
En ese sentido, recordó el debate realizado en 2018, cuando se optó que el Código de Edificación incorporase buenas prácticas, pero sin la obligación de adoptar el etiquetado.
El tema del etiquetado volvió a ser motivo de discusiones en un reciente Foro realizado en Buenos Aires por el Argentina Green Building Council (AGBC), en el que se plantearon las obligaciones de sumarlo con carácter obligatorio o voluntario.
García Resta tiene una postura al respecto: “Siempre pongo el ejemplo del casco de bicicleta, que pareciera que la solución es que sea obligatorio, pero en la mayoría de las ciudades no lo es. Y no lo es porque si alguien encuentra a una persona en bicicleta sin casco, debería confiscarle el vehículo o penalizarlo”. “Eso lograría el efecto contrario al buscado”, acotó.
“Es por eso que en la mayoría de las ciudades el etiquetado no es obligatorio, pero sí fuertemente recomendado, como primer paso para darle cierto margen a la profesión y a la industria para poder registrarlo e incorporarlo como buenas prácticas, para luego en algún momento, hacerlo obligatorio”, explicó.
De todos modos, reconoció que “no es algo que podamos retrasar demasiado, ya que el cambio climático es algo que todos los días nos interpela y año tras año vemos sus efectos”.
“Pero no siempre reaccionar rápido significa hacerlo bien, por lo que creemos que tenemos que ir paso a paso, con pequeños logros que van a hacer que finalmente lleguemos a un buen puerto”, aseguró.
FUENTE: Ernesto Portela – www.iprofesional.com