Solo cinco líneas y un tramo de guarda les falta retirar a los restauradores del Museo de Arte Decorativo Firma y Odilo Estévez del piso histórico de alto valor patrimonial, compuesto por 360 baldosas de roble de Eslavonia. Desde hace un mes las remueven artesanalmente, mientras una empresa constructora espera para ejecutar una remodelación valuada en tres millones de pesos, que permitirá en 2022 abrir el ingreso por calle Santa Fe y también algunas salas cerradas desde hace cinco años. Como la obra es una donación de la desarrolladora MSR a la ciudad, lo que se abre también es una experiencia de articulación público-privada con pocos antecedentes.
Y no se trata del único caso en el que esta conjunción acarrea beneficios para los museos rosarinos: son varias las instituciones que a través de convenios con empresas van a poder mejorar su infraestructura. La Secretaría de Cultura de la Municipalidad lo define como “un proceso de revitalización del patrimonio edilicio”, que abarca también el patrocinio de la mutual San Cristóbal, para poner en valor el patio del Museo de la Ciudad, y el acuerdo con Fundar para restaurar la Casa Vanzo, en el plan de contingencia del Castagnino. Así se dio a conocer esta semana, al cumplirse el día internacional de los museos el 18 de mayo.
Dar y recibir
Con entradas por las calles Santa Fe y San Lorenzo al 700, el Estévez fue inaugurado en 1968. Se lo considera monumento histórico nacional desde 2011 y forma parte del “Paseo de los orígenes”, declarado de interés urbanístico como Área de Preservación Histórica por el Concejo Municipal. Es una de las viviendas más antiguas de Rosario, ubicada frente a la plaza 25 de Mayo, que perteneciera a la familia Ibarlucea y adquirió hace exactamente cien años el matrimonio conformado por Firma Mayor y Odilo Estévez Yáñez. Él murió primero, y en la década del 60 ella dejó anotado en su testamento que legaba la bella casona y la colección de arte a la ciudad. “Este espacio proviene de una donación particular”, resalta en ese sentido el director de museos y bibliotecas de la Municipalidad, Sebastián Bosch.
Sin embargo, en los últimos años es infrecuente asistir a una articulación público- privada en apoyo al sector cultural, en una provincia donde no rige una Ley de Mecenazgo. “En este tipo de leyes hay beneficios para las dos partes, Estado y particulares. El caso de la donación al museo Estévez está más cercana a lo filantrópico”, analiza Bosch.
El empresario Gabriel Redolfi, dueño de MSR, más que en el rol de filántropo prefiere ubicarse en el de “un emprendedor consciente de que uno puede devolverle algo de lo recibido a su entorno, al medio que nos permitió crecer y desarrollarnos”. Nacido en Federal, Entre Ríos, llegó a Rosario en 1981 para seguir la carrera de Arquitectura. Uno de los trabajos finales que realizó como estudiante tuvo que ver justamente con cielorrasos del museo que ahora ayudará a reparar. “Yo ya soy rosarino, es mi ciudad, la adoro”, dice a los 56 años, quien también se inclina por el coleccionismo de arte.
“Esto era una necesidad y cuando me lo propusieron dije que sí: para mí es una satisfacción y agradezco a la Municipalidad que admita esta intención”, agrega Redolfi sobre el convenio que firmó con el intendente Pablo Javkin a fines de abril. Dedicado además a la publicidad, la administración de empresas y el coaching, es padre de seis hijos, tres de los cuales trabajan con él en la desarrolladora MSR. Para cuando el Concejo Municipal apruebe la donación, algo que podría suceder en junio, la firma dispondrá de dos cuadrillas para realizar las tareas en 120 días, siguiendo los lineamientos de organismos museológicos a nivel nacional.
Una obra compleja
En una época de emergencia por la pandemia de coronavirus, cuando los circuitos culturales resultan tan castigados desde hace un año, la rehabilitación de un museo emblemático como el Estévez aparece como un dato auspicioso. En un momento se pensó directamente en descartar las placas de madera de roble ya que por debajo los desagües pluviales enlosados de un siglo de antigüedad estaban colapsando, lo que obligó al cierre del hall central y algunas salas por cinco años. Ahora el piso ya está a punto de retirarse completo y se va a recuperar casi en un 96 por ciento, contó Sebastián Bosch.
La idea es documentar este proceso de restauración, que está a cargo de personal especializado del museo. Trabajan artesanalmente removiendo cada pedacito de baldosa de 30 por 30 centímetros con una espátula. Cuando restauren todo el material, y luego de que termine la obra civil a cargo del privado, volverán a montarlo pieza por pieza. “Es una obra compleja, larga, importante e invisible”, la definió el director de museos de Rosario. Cuando finalice, y además se licite una nueva iluminación, habrá corte de cintas. Se calcula que eso sucederá en 2022, dentro de un año.
Al museo hasta ahora se podía ingresar por calle San Lorenzo pero había que hacerlo por una escalera empinada. La habilitación de la entrada original facilitará la accesibilidad. No obstante, mientras duren las tareas de remodelación el Estévez permanecerá sin actividades.
El arquitecto Redolfi contó que proyectan levantar “un paquete de piso” que está deteriorado, en alusión a una serie de capas que arruinó la filtración de los viejos caños de cerámica. “Vamos a reparar las cañerías eléctricas y de desagüe pluvial que fallaron por el paso del tiempo y provocaron una inundación, luego sobre esa base se colocará el piso de roble de Eslavonia. Que eso se rescate en todo su esplendor es un gran paso”, afirma el empresario.
Sobre esa superficie darán muchos otros pasos cientos de rosarinos y visitantes cuando se abra de nuevo la casa que Firma y Odilo le donaron a la comunidad, y a sus nuevas generaciones.
FUENTE: Alicia Salinas – www.lacapital.com.ar