En las casas, se sabe, vive gente y viven historias. Las de sus habitantes actuales, por supuesto, pero también las de sus antepasados, sus constructores, las instituciones, o comercios, o movidas que albergaron. Preservarlas, atesorarlas y hacer explícitos esos relatos, a veces desconocidos, a veces asordinados por el peso de las décadas y la indolencia de los organismos que se supone que deberían tomar el asunto por las astas, es la misión de la incipiente “Red de Casas Antiguas”.
Entre las diagonales, en la ciudad soñada por Rocha y Benoit, abundan los ejemplos. La Plata fue fundada en 1882, y a partir de entonces se constituyó en un destino atractivo para muchos funcionarios y políticos, para artistas o trabajadores que vinieron como “golondrinas” y terminaron haciendo aquí sus nidos. Y ni hablar de la cantidad de estudiantes universitarios que una vez convertidos en profesionales, académicos y hombres de ciencia decidieron echar raíces platenses o asentaron aquí sus proyectos familiares. Esos hogares que relatan anécdotas o deslumbran por su belleza hoy son tema de conversación casi excluyente en el seno de un grupo de vecinos.
Todo empezó con los propietarios de algunas casas de la zona del Bosque, que pensaron en ensamblar una “red” para intercambiar información, ideas y propuestas de preservación edilicia de sus hogares, y en ese trance recolectar datos como aporte a la historia e identidad de La Plata. “No somos un grupo de reclamo; no nos juntamos para eso. Nuestro objetivo principal es el de la preservación de las casas, determinando su estado legal, y también el de constituir una ‘bolsa de oficios’ de personas o empresas que se dediquen a restauraciones, jardinería específica y todas las áreas que se necesitan para mantener estas obras arquitectónicas en pie, algo que a veces se hace muy arduo porque no se consigue mano de obra calificada, que realmente sepa hacer las tareas necesarias”, precisa el escritor y periodista Pablo Morosi, sentado en el magnífico comedor de la casa que hizo construir su abuelo Ángel allá por 1926, cuando vino a instalarse a la ciudad para ser director del Puerto La Plata.
En su barrio, aledaño con las facultades de Ingeniería y Arquitectura de la UNLP, hay un puñado de casas antiguas históricas; la de los Morosi es un ejemplo, y también la que hasta hace poco fue de los Puleston, desde cuyos fondos subían al tren todos los vecinos de la cuadra cuando el maquinista desaceleraba la marcha del convoy para evitarles la caminata hasta los andenes de 1 y 44. Otros tiempos.
Justamente, estas casas cuentan cómo fueron esos otros tiempos. Son parte de la historia viva de una ciudad riquísima en patrimonio, que hay que cuidar, rescatar, proteger.
Abrirse a todos
La red comenzó a tomar forma durante la cuarentena, porque algunas de las casas históricas que albergan actividades culturales vieron frenado justamente ese ingreso que les permite a sus dueños mantenerlas. Por ejemplo, el inmueble de Morosi funciona como el espacio cultural “Casa Abierta”, donde se realizan encuentros, talleres, presentaciones; en el de al lado, un grupo de estudiantes de Bellas Artes ofrece obras teatrales, música, expone cuadros. No muy lejos, sobre calle 1, la casa de los Rau es el Museo de Autos Antiguos. La pandemia paró de golpe la circulación de personas por esos lugares y trajo consigo una severa limitación para obtener ingresos.
Fue así que Morosi, los Rau y Walter Di Santo – del Museo de la UCALP-, propietario de una casa patrimonial de 1917 ubicada en calle 55 entre 6 y 7, que otrora perteneciera a la familia Galarza- empezaron a notar la necesidad de intercambiar información sobre plomeros, electricistas y demás tareas para ver “quien lo sabía hacer bien” y también quiénes no les cobrarían en exceso. Entre charla y charla surgió la idea de armar la Red de Casas Antiguas, para resolver esos temas coyunturales que existen siempre, pero también para ir a cosas más estructurales, como hacer un relevamiento de cuántas y cuáles son las casas antiguas que deben integrar el catálogo municipal (existe uno de 2006, que nunca fue actualizado y debe haberse raleado bastante), encontrar la manera de armar un circuito entre ellas, rescatar sus historias y buscar que el Estado otorgue herramientas y recursos para su cuidado y puesta en valor.
Luego se sumó la propietaria de la casa en donde funcionaba “Vendrás Alguna Vez”, en la calle 2 entre 53 y 54, que acaba de cerrar las puertas como “bed & breakfast” y espacio cultural porque impositivamente se le hizo muy cuesta arriba mantener una actividad comercial en ese espacio.
“Somos muchos los que necesitamos aunar ideas y conseguir soluciones para inquietudes que se nos presentan de manera individual. Nos pareció bien juntarnos y en las primeras reuniones, que fueron por Zoom, participaron funcionarios del área de Patrimonio de Provincia y Municipio (Pedro Delheye y Carlos Ciafardo, respectivamente), que ven con buenos ojos acompañarnos. Eso ya es mucho para nosotros, porque primero tenemos que comenzar a visibilizarnos, sumar casas… esta es una red abierta; un grupo en el que cada quien participa como quiere, como puede. Esa es la idea, que no sea una carga de tiempo ni de gestiones para nadie; eso lo haremos los que podamos”, dice Morosi, que es quien armó el Instagram del grupo: @redcasasantiguaslaplata. También tienen Facebook con el mismo nombre. Por esos medios pueden contactar al grupo quienes quieran sumarse a la movida, o aportar información.
“Desde las redes sociales también se empezó a sumar gente. Vinieron los propietarios de la casa de los Marcusi, de 45 entre 4 y 5. Ellos compraron la propiedad y la restauraron poniendo en valor toda su historia. Se ubica fácil, porque tiene un jarrón en el frente”, hace referencia el hombre de letras, que en Casa Abierta está planeando rescatar más aún el jardín, un edén doméstico con parras, frutales, flores en todas las épocas del año y hasta una pequeña fuente de agua.
Entre el puñado de casas que hoy están siendo relevadas también está la que fue vivienda de Clorindo Testa, en 38 y 115; una situada en 45 entre 12 y 13, que hoy pertenece al Poder Judicial; la propiedad que cobija a Radio Provincia, en 11 y 51; y por supuesto la Casa Curutchet, hito arquitectónico de la Ciudad.
“Queremos ser una entidad propositiva”
“Una de las cosas que queremos que queden claras es que no nos juntamos para reclamar nada, sino para preservar, concientizar a la población sobre estas casas, consensuar ideas. Somos una entidad propositiva, que suma ideas para recuperar la historia y aportar un granito de arena para seguir construyendo la identidad platense”, se sentencia.
A la mesa del comedor de los Morosi se suma Cecilia Garmendia, quien tuvo a su cargo durante muchos años la custodia de la Casa Curutchet. Junto a Gustavo Rodríguez acaba de culminar un video con fotos de muchas casas históricas de la ciudad. Lo presentarán el 11 de noviembre, a las 18, en el Museo de la UCALP (47 esquina 16 y diagonal 73) y se emitirá en vivo desde el Instagram del museo. Cecilia muestra fotos, postales hermosas de algunos de los edificios mencionados. Insiste en la idea de que “queremos preservar, tener registro de la situación legal de las casas y unirnos para hacer cosas juntos”.
“Tenemos que ayudarnos entre nosotros”, aporta Di Santo, a quien hace un tiempo restaurar un balcón de su casa le llevó un gasto similar al de la compra de un buen auto. “Los propietarios tenemos transitado algo en común: que nadie nos ayuda. Así que ya es una buena idea hacerlo entre nosotros y también buscar entre todos maneras interesantes de poner en valor el patrimonio histórico platense. Acá, a “Casa abierta”, han venido muchas personas en varias Noches de los Museos, gente que se interesa por lo antiguo; lo mismo pasa con el Museo de los Rau. Son lugares interesantes para muchos platenses y también para el que viene de afuera. En CABA se hace el Open House, que es un evento muy reconocido y visitado. Por ejemplo, nosotros, los que querramos -porque nada es obligatorio para todos- lo podemos hacer, y el Municipio y Provincia podrían acompañar”, se entusiasma Morosi.
Hablar del catálogo de casas patrimoniales existente desalienta bastante al grupo. No sólo no está actualizado, sino que hay indicios de que, de las 1.200 que estaban catalogadas en 2006, se perdieron más de 300. “Muchas fueron demolidas para otros emprendimientos. Nuestra idea no es ir en contra de determinadas políticas de la Ciudad que facilitan esas decisiones sino que queremos ver la manera de preservar la historia y hacerla dialogar con el progreso”, afirman.
Y ya son varios los que se arremangaron para empezar a hacer ese trabajo. El de dejar que entren por las viejas ventanas nuevas luces, destellos que esclarezcan el presente y permitan vislumbrar un camino al futuro. Porque las casas cuentan historias, las historias “cuentan” a las casas, y ambas nos narran a nosotros.
FUENTE: Cecilia Famá – www.eldia.com