El Barrio Inglés es un oasis dentro de Caballito. La zona delimitada entre Valle, Pedro Goyena, Emilio Mitre y Centenera se caracteriza por sus calles arboladas, y sus casonas de estilo tudor. La zona premium en el corazón de la Capital Federal parece sufrir el mismo ‘efecto de Belgrano R’: las propiedades pueden estar años a la venta, pero no bajan sus precios.
Ante un mercado que engrosa su stock de propiedades a la venta, esta realidad no le escapa a la zona más lujosa de Caballito. Hoy hay decenas de carteles de propiedades a la venta, pero lo curioso es que hay pocos interesados y así todo los precios no bajan. ¿Por qué?
“Habitualmente hay pocas casas en venta. Hoy el stock es más numeroso que en otros momentos. Hay muchas que necesitan una remodelación y hay otras que se han restaurado en el último tiempo. Las que tienen lote propio por su incidencia aún en estado de reparación no bajan de los u$s 400.000”, explica Luis D’odorico, dueño de la inmobiliaria que lleva su nombre.
Como ocurre en otras zonas, como Belgrano R, estas casas pueden estar años hasta encontrar comprador. No solo por sus precios altos sino por las limitaciones que tienen estos terrenos.
“No se permite construir en altura en la zona por lo cual el lote se tiene solo en cuenta a los efectos de valorar la casa. En general, están muy bien conservadas con detalles de categoría como escaleras de madera, pisos de pinotea y revestimientos con mármoles”, agrega el inmobiliario, que comercializa en la zona.
Pero, hoy parecen tener una desventaja. Muchas de estas casas tienen un pequeño patio en la entrada y pocos metrajes de parque. “En la época no se usaban patios grandes o parques con pileta”, remarca Jorge Toselli dueño de JT Inmobiliaria.
¿Cuánto sale hoy una casa el el barrio Inglés?
“Las que se ponen en venta en perfecto estado dependen del tamaño del lote. Si es esquina no bajan de los u$s 600.000 y si es en un lote que permite jardín al fondo el valor base es de u$s 750.000, llegando hasta el u$s 1.000.000 aquellas con piscina”, agrega D’odorico.
El barrio inglés se caracteriza por lo residencial y sobre todo porque se mezclan estilos no solo Tudor, sino francés e italiano. “La mayoría de las casas tienen escaleras de madera originales y todas sus puertas rejas y herrajes son de la época de su construcción”, remarca el inmobiliario que hace años además vive en la zona.
“Si bien los precios se acomodaron a la baja, no hay ofertas tan agresivas como en otras zonas de la Capital”, explica por su parte Norberto Lepore dueño de la inmobiliaria homónima. Es que se trata de propietarios de un poder adquisitivo alto que en general no están urgidos de vender.
En Antonino Ferrari al 900 en un terreno de 10,5 metros de frente por 22,5 metros de fondo está a la venta una casona con su estilo tudor. La casa que conserva sus escaleras de madera, sus puertas antiguas y balcones, tiene apenas un patio sin embargo su precio es de u$s 790.000. Es que vivir en una casa del Barrio Inglés tiene un costo alto.
“Es una propiedad que está en excelente estado. Hace poco más de cinco meses que está en venta y por ahora tiene consultas, nada concreto ya que su precio es elevado. Quienes se acercan son un público ABC1”, explica Jorge Toselli, quien comercializa la casona.
“Apuntamos a venderla en ocho meses, a pesar de que el mercado está casi paralizado. Es una propiedad realmente de lujo, una reliquia”, reconoce.
El polo gastronómico potenció la zona
La zona, de casas bajas con árboles frutales, pasajes silenciosos y fachadas de hermosas viviendas de principios de 1900 se revalorizó en los últimos tres años con su propio polo gastronómico de cafeterías.
La primera en desembarcar fue La Panera Rosa, con su local -una casa antigua remodelada- en la esquina de Valle y Centenera, la panadería Es Ruiz a solo algunos metros, marcas como Nucha, El Podio y Le Pain Quotidien se instalaron en el Barrio Inglés que haciendo honor a su nombre todavía conserva el antiguo tranvía con un recorrido gratuito los fines de semana.
“Los café que se apostaron en la zona le dieron un plus. Están las primeras marcas. No es necesario ir a Palermo o Puerto Madero a comer, en pocas cuadras hay opciones más que atractivas”, concluye D’odorico.
FUENTE: Belén Fernández – www.cronista.com