Prohibir el ingreso de autos al microcentro de la ciudad no es una idea nueva. De hecho, el acceso a la zona de San Luis, Rioja, Santa Fe y San Lorenzo, entre Corrientes y Maipú, estuvo vedado desde el inicio de los 80 hasta fines del 2003.
La decisión de abrir el tránsito en el microcentro fue una medida coyuntural, originada en la necesidad de favorecer el movimiento comercial de la zona, golpeado drásticamente por la crisis de 2001.
Los comerciantes aplaudieron la medida y la consideraron una excelente aliada para la reactivación del centro. Por eso, en el 2003 se aprobó una ordenanza que habilitaba la libre circulación vehicular en el microcentro de la ciudad por un plazo de cinco años (hasta el 31 de marzo de 2008), estableciendo un régimen de velocidad limitada denominado “zona calma” con una máxima permitida para todo vehículo de treinta kilómetros por hora.
A fines de 2007, el ex intendente Miguel Lifschitz se manifestó a favor de prorrogar la apertura al tránsito, considerando que los problemas en el microcentro estaban relacionados con las infracciones que se cometen a diario, mal estacionamiento o doble fila, más que con el caudal de vehículos.
Sin embargo, el crecimiento del parque automotor durante la última década y los cotidianos embotellamientos producidos en el área central obligaron a rever la medida. En octubre de 2011, a poco de ser electa, la intendenta Mónica Fein adelantó que evaluaba promover restricciones, por ejemplo segmentar el ingreso de acuerdo a los días, por patentes pares o impares.
La propuesta no tardó en cosechar rechazos. Comerciantes de la peatonal y la calle Corrientes pronosticaron que la propuesta iba a “matar al centro”, poniendo en riesgo 25 mil puestos de trabajo.
Un año después se presentó el plan de movilidad basado en tres ejes: promover el transporte público masivo, desarrollar el transporte no motorizado y disuadir el transporte motorizado individual. En consecuencia, durante 2012 se implementaron los carriles exclusivos para el transporte público de pasajeros, taxis y remises, con el objetivo de ordenar la circulación y agilizar los traslados.
En marzo de 2013, Fein ratificó que la iniciativa oficial para descomprimir la circulación vehicular en el centro tenía como plazo 2015, cuando venciera la concesión del servicio de transporte público. “Si hoy tenemos problemas con el aumento del parque automotor, no queremos llegar a las situaciones extremas de otras ciudades”, planteó.
Ni lerda ni perezosa, la Asociación de Amigos de la Peatonal Córdoba volvió a pronunciarse en contra de las restricciones a la circulación de vehículos en el centro. “El centro necesita que haya mucha circulación de gente, de autos, porque eso atrae ventas. Como representante de los comerciantes del centro, nuestra lucha permanente es contra los shopping”, advirtieron.
Hace un año, en medio de las obras de remodelación del casco histórico, los problemas relacionados con el tránsito volvieron al centro de la escena. En abril se dispuso que, en horas pico, las calles Santa Fe y San Lorenzo, entre San Martín y Corrientes, fueron semiexclusivas para el transporte público. Una experiencia piloto que se mantuvo durante los días más álgidos en que la circulación por Sarmiento se mantuvo cerrada por los trabajos de remodelación.
FUENTE: lacapital.com.ar