Desde que la OMS declarara la pandemia del coronavirus y el mundo tuviera que tomarse un tiempo de retiro para frenar su propagación, hemos madrugado cada día con noticias amargas, pero también con sucesos entrañables e imágenes tan insólitas como el momento que estamos viviendo. Muchos de ellos, verdaderas muestras de lo resiliente que es la naturaleza y de la capacidad que tiene de continuar e incluso de mejorar cuando el ser humano deja de intervenir en ella.
La naturaleza sigue su curso
La reclusión de la mayoría de las personas en sus casas ha provocado que muchos animales algo despistados campen a sus anchas por calles de ciudades. Hay testigos de corzos, jabalíes, pavos reales, patos…
Además, se han encontrado nidos de mirlos en el fuselaje de aviones parados en pista debido a la interrupción de la actividad aérea. O incluso en un zoo de Hong Kong, una pareja de osos panda gigante, especie en peligro de extinción, se han apareado por primera vez en más de 10 años aprovechando el período de intimidad que les ha dejado la falta de turistas. Habrá que ver si en unos meses el encuentro da sus frutos.
Y es que 2020 quedará grabado en nuestras memorias como el año en el que la inopinada pandemia azotó al planeta, pero también como el periodo en el que vimos pasar la vida a través de nuestras ventanas. Muchas de estas imágenes inesperadas han sucedido ante los balcones de las casas: gestos de generosidad entre vecinos, cielos limpios sin rastro de contaminación por la reducción del tráfico y las actividades industriales, aplausos a diario, bandadas de aves despreocupadas, vegetación creciendo donde antes solo cabía el hormigón…
FUENTE: www.sostenibilidad.com