Desde el 25 de noviembre pasado, por las pantallas del mundo circulan imágenes de homenaje a Diego Maradona. En muchas de ellas, los estadios de Boca, Argentinos y el Nápoles son elegidos como altares en donde sus seguidores pegan posters, fotos, carteles de amor a la familia y llevan flores.
Este fenómeno cultural pone en evidencia algo que a veces se nos olvida: el rol de los estadios en la vida cotidiana de las personas. Y aunque en la mayoría de las ocasiones hayan nacido como un rectángulo de pasto con tribunas alrededor, aun así, han desarrollado una mística que sobrepasa su calidad arquitectónica.
El arquitecto Enrique Lombardi se ocupa de acompañar la transformación de viejas canchas en estadios modernos, que sacan provecho de la significación social que estos espacios tienen para los vecinos.
En la primaria, el arquitecto ya dibujaba el estadio de sus amores, el de Estudiantes de La Plata (EDLP), y ya graduado, recorrió varios países para conocer aquellos que le fascinaban. Recibió un encargo relacionado con su pasión hace más de 20 años, de parte de Chacarita, pero fue en 2001, y luego de varios trabajos ad honorem en EDLP, que comenzó a proyectar lo que es hoy el nuevo estadio pincharrata.
“Antes el concepto era el de ‘cancha’, que tenía un uso intensivo y homogéneo. Cada 15 días se jugaba un partido. El diseño salía de un rectángulo verde y sin planificación o con poca planificación, al que se le iban agregando tribunas como se podía. En lo cotidiano, por lo general, estos estadios no aportaban nada a la ciudad y tenían un impacto importante desde lo visual porque eran una barrera arquitectónica que separaba un área de otra”, sostiene el especialista.
“Hoy, el concepto varió al de ‘estadio’, que tiene un uso heterogéneo, cada 15 días, pero también cotidiano. De lo estrictamente deportivo, se pasó a lo cultural, recreativo, educativo y turístico, porque de hecho son más visitados los museos deportivos que los de arte. Y tienen un concepto inclusivo desde lo urbano”, dice.
Atento a este cambio, Lombardi sugiere: “Hay que tener en cuenta que un estadio será un mojón y que tiene que tener una armonía entre la escala y la localización”. Y pone por ejemplo el de Estudiantes, el cual visto desde la avenida parece un edificio con toques racionalistas en el que una cierta transparencia permite que se vea parte del verde de la cancha. A esto, se suma la creación de Paseo de los Profesores, que conecta lo urbano con el bosque.
Por otra parte, mientras que hace años los estadios se ubicaban en las zonas menos urbanizadas (que en definitiva terminaban por quedar rodeados de construcciones) ahora se busca que estén en áreas con buena conectividad, infraestructura y desarrollo. “Lo ideal es que se pueda armar un masterplan para los alrededores, así el resultado es más armonioso y de múltiples usos”, afirma el proyectista.
La violencia es un problema intrínseco al fútbol argentino y si bien la solución debe venir de una decisión política y un cambio cultural, la arquitectura también puede hacer su aporte. Para Lombardi, el camino es la resignificación de los espacios.
“Las propuestas arquitectónicas tienen que evitar las barreras visuales, los alambrados y esas cuestiones que hacen una separación ‘cultural’ por temor a la violencia. Con los sistemas industrializados que se desarrollaron para la construcción de estadios, era tan o más caro hacer un codo que una tribuna porque lleva mucho hormigón.
Tanto en el caso de EDLP como en Independiente decidimos resignificar las ochavas porque antes se usaban como pulmones para separar grupos de gente. Es decir que el lugar más caro de construcción no se utilizaba. Por eso, en Independiente decidimos hacer ‘las gargantas del diablo’ con plateas especiales y demás y también como elementos de sustentación del futuro techo.
En Estudiantes, en cambio, dos de las ochavas se proyectaron como plateas o palcos con usos administrativos, de hotelería o lo que demande al momento de ser usado. En definitiva, estas esquinas ya no son más la unión de una cabecera con una platea, sino edificios independientes que pueden cumplir la función de albergar al público sin la necesidad de ser solo un fuelle”.
Otro aspecto destacado por Lombardi como rasgo de estadio moderno es el techado con estructuras metálicas y telas o membranas “ya que es una parte muy significativa desde el confort , la imagen y el presupuesto”. A su vez todo lo referido a la sustentabilidad, lo tecnológico y lo conectivo son insumos decisivos. “La televisión en Full HD, 5K y a futuro 8K demandan de iluminación y tecnología de última generación con estándares cada vez más altos”.
Todas estas cualidades contribuyen a la construcción de los estadios como símbolos de una cultura local, “lo que en otros tiempos fueron las catedrales y más acá en el tiempo, los museos”, sostiene. Representan, en suma “el orgullo y la emoción de ser la casa de todos”.
FUENTE: Inés Alvarez – www.clarin.com