Mis reflexiones surgen desde el confinamiento obligatorio, con el sentimiento inevitable de estar viviendo en un mundo de irrealidad. Echo mano, porque lo necesito, a Juan Carlos Onetti. En Santa María, ciudad creada por su imaginación, sus lectores podemos soñar y vivir en libertad.
¿Qué es la vida? Un frenesí, una ilusión, una sombra, una ficción y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son. Calderón de la Barca nos habla sobre la fugacidad de la vida. Su inestabilidad y la importancia de llenarla de buenas acciones antes de despertar a la vida eterna con la muerte. En los sueños no encontramos nada que tire de nosotros hacia un fin, no existe tensión creativa que nos impulse en una dirección precisa. El sueño nos sirve para justificar nuestra falta de compromiso con el hacer.
En la visión de una ciudad, los sueños de una sola persona son el impulso de un deseo y la proyección para un sueño colectivo. Una búsqueda en la construcción de una identidad para tejer proyectos, crear ilusiones y nuevas realidades. Si el sueño colectivo tiene fecha, lo convertimos en un compromiso, germen de una visión colectiva para la existencia y construcción de la ciudad deseada.
Para concretar esa visión colectiva, necesitamos una enorme fuerza que impulsará grandes energías para la creación de muchos y nuevos programas dentro de esta “irrealidad”. Lograr una ciudad cada vez más armónica, equilibrada, sin interrupciones, en consonancia con las expectativas y las necesidades de los ciudadanos. Un lugar de igualdad, transformando el sonido discordante de la nación en una hermosa sinfonía de fraternidad y solidaridad, como soñó Martin Luther King.
La civilización se ha mantenido a través de los siglos exigiendo un gran esfuerzo tanto individual como colectivo. Nuestro desafío es volver a la mirada original, ser conscientes de la necesidad de preservar recursos y materiales en beneficio del desarrollo global. En el crecimiento de los grandes centros urbanos y la globalización, las tecnologías se volvieron imprescindibles.
La aparición de las denominadas nuevas tecnologías, ciudades más inteligentes, identidad digital y redes 5G, serán algunas de las tendencias que marcarán el ritmo de esta década. Hoy más que nunca las comunicaciones a través de estas herramientas forman parte de nuestra cotidianidad, en actividades productivas y de servicios, aportando recursos básicos para mejorar emprendimientos públicos y privados en el desarrollo de todo tipo de actividades.
La información juega un papel crucial en la sociedad moderna. La tecnología ha cambiado las formas de trabajar. Una sociedad informatizada donde el sector de la formación, de los servicios y de la imaginación ocupan un lugar prioritario. de la imaginación ocupan un lugar prioritario.
Estas nuevas tecnologías multiplican exponencialmente la capacidad de interacción global. La apertura a los mercados internacionales crea nuevos comportamientos en las ciudades y la forma de gestionarlas. Sus habitantes participan de un entorno global. Necesitan intercambiar ideas e información, interactuar con territorios y personas fuera de los propios límites.
Como profesionales tenemos la responsabilidad de vislumbrar decisiones acertadas que marcarán nuevos caminos. Observar, elegir e identificar los temas críticos, escuchando e interpretando las necesidades de los ciudadanos.
Así, se producirán proyectos inteligentes, generando acciones coordinadas y eficientes que fortalezcan la vecindad en este gran conglomerado urbano y humano. Un proyecto de ciudad orientado a un equilibrio entre la cohesión y el nuevo desarrollo social. Estrategias económicas y sensibilidad ciudadana con el medio ambiente para que nuestras ciudades puedan afrontar con inteligencia y solvencia el reto de desarrollo sostenible en esta nueva etapa de globalización.
Las acciones concretadas en el desarrollo urbanístico y arquitectónico son una contribución al legado cultural y social. Consolidando el planeamiento y el diseño urbano a través de acciones adecuadas, sensibles y armonizadoras en nuestra sociedad. Así, en esta etapa nuestras ciudades retomarán y recuperarán el control sobre su destino.
A medida que las sociedades se vuelven más complejas, es necesario que la conducción y la administración del bienestar colectivo aporten un legado que garantice e incremente un futuro mejor. La legendaria, renovada, vigente y valiosa Carta de Atenas se refiere a la organización de las ciudades. El gran desafío, el más complejo, es comprender los sentimientos y particularidades sociales, reduciendo la incertidumbre frente al futuro.
Históricamente las enfermedades han impactado en la concepción y la construcción de las ciudades. Pensemos en equipos interdisciplinarios para crear nuevos planes, proyectos y obras; no como hechos aislados sino como la prosecución de un legado a largo plazo, un hito de esperanza. Tendremos que seguir respetando la dinámica propia de una gran ciudad y demostrar que las transformaciones ciudadanas son posibles.
Debemos ser innovadores pero conscientes de las nuevas problemáticas que impondrá la post pandemia y que el planeta exigirá a sus habitantes. Seguir pensando y trabajando en temas fundamentales como la educación, la vivienda, el espacio público, la accesibilidad, la movilidad. Y esencialmente en la salud, concretando la realización de una infraestructura sanitaria necesaria para esta y futuras embestidas.
Es indispensable a su vez comprender la línea histórica y cultural que nos une con las generaciones precedentes para no cortar el hilo del devenir y no producir quiebres bruscos que conviertan a la ciudad en un producto artificial, propio de pensamientos circunstanciales. Son necesarias las alianzas entre instituciones profesionales y empresarias, estableciendo puentes en función de objetivos comunes.
Esta pandemia nos brinda una enorme oportunidad para mejorar, repensar, redefinir y realizar nuestro aporte como profesionales en todos los niveles. Nuestra sociedad global tiene recursos suficientes para coordinar nuestra supervivencia si nos organizamos en una forma de vida más modesta y solidaria. Un faro que ilumine para concretar el presente y vislumbrar el futuro. ¿Seremos capaces? «
FUENTE: Jorge Sábato – www.clarin.com