Mientras los hinchas de San Lorenzo festejan, los vecinos de Boedo están preocupados. La Legislatura aprobó este mes la continuidad de la ley que le permitirá al club construir un estadio en el predio del Viejo Gasómetro y así concretar la mentada vuelta al barrio. Pero muchos de los que viven en la zona se oponen. Y preparan un proyecto para proponer que, en cambio, en ese terreno se instale el polideportivo, que hoy está detrás del ex Carrefour, en la que fuera una de las pocas plazas de la zona.
“Ya juntamos 25.000 firmas en contra. Son tantas las hojas firmadas que para llevarlas hay que usar un auto”, grafica Griselda Gil (45) en su casa, a una cuadra y media del predio donde hasta junio funcionó Carrefour. Hoy esas tierras están en manos de San Lorenzo gracias a la Ley N° 4.384 de Restitución Histórica, votada en 2012, que hace dos semanas fue prorrogada por la Legislatura para que continúe por dos años más.
Concretamente, se prorrogó su artículo 12, que fija que la norma caducaría a los tres años desde la fecha de su publicación. Ahora, entonces, hay más tiempo para arribar a un acuerdo sobre la restitución del predio al club, como establece esa ley. También para lograr las modificaciones al Código de Planeamiento Urbano necesarias para poder concretar el plan del estadio.
Es que, para levantar un estadio en pleno Boedo, hay que rezonificar. La comisión directiva del club impulsa un proyecto de ley en esa dirección. Fue presentado en la Legislatura por el diputado oficialista Leandro Santoro, quien confía que será tratado en 2020.
En este panorama, vecinos de Boedo y Parque Chacabuco se oponen al nuevo estadio por motivos de todo tipo y color. Por un lado, el impacto ambiental que, temen, podrían provocar partidos y recitales: ruidos molestos, luces potentes, embotellamientos de tránsito, restricciones de circulación por los vallados policiales, llegada de cuidacoches y fuerte presencia de barrabravas.
Por el otro lado están las razones “arquitectónicas“: quienes están en contra sostienen que las vibraciones de partidos y shows musicales podrían causar daños estructurales en las casas linderas y, sobre todo, en las torres de Inclán, dos edificios de 20 pisos cada uno con 800 departamentos a un tiro de piedra -literal- del Viejo Gasómetro.
Inés (62) vive en una de esas torres. Es hincha de San Lorenzo. Los días que hay partidos, toma ansiolíticos para poder dormir. No por la ansiedad de un resultado deportivo, sino porque esos eventos tienen lugar en el polideportivo Roberto Pando. Fue inaugurado por el club en 2016 en Salcedo y Mármol, detrás del ex Carrefour, donde antes estaba la plaza Lorenzo Massa. “Si eso hace tanto ruido, que está a una cuadra de mi casa, no quiero imaginarme si ponen un estadio enfrente”, dice Inés con temor.
Otro hincha en contra es Ricardo (41), cuervo nacido y criado a media cuadra del predio. “Por más amor al club que tengas, uno tiene que velar por su familia: acá tenemos nuestra vida, nuestra casa. Nos dimos cuenta de que ninguno de los que promueven la construcción del estadio vive acá. Este proyecto es completamente irracional”.
La oposición no se queda en palabras: se convirtió en un “contraproyecto de ley”, que plantea en cambio la reapertura de la calle Muñiz entre Inclán y Las Casas, y de Salcedo hasta Muñiz. También propone la mudanza del polideportivo al predio del Viejo Gasómetro, en lugar de que allí se levante este nuevo recinto futbolero.
“Enviamos cartas a los legisladores de los distintos bloques y ahora buscamos quien pueda presentar nuestro proyecto en la Legislatura en marzo del año que viene”, anuncia Griselda, quien también creó la página de Facebook “No al Estadio de Boedo” para reunir adhesiones.
Con la deseada mudanza del polideportivo, los vecinos también buscan recuperar la plaza Lorenzo Massa, que desapareció con la restitución del terreno al club. “Necesitamos un espacio verde -resalta Inés-. Cuando quiero llevar a mi nieto a jugar al aire libre, tengo que irme hasta el Parque Rivadavia, que está a 20 cuadras”.
Esto ocurre en un barrio donde, además, el espacio verde por habitante es de apenas 20 centímetros cuadrados, cuando la Organización Mundial de la Salud recomienda que haya un mínimo de diez m2, casi 50 veces más. De hecho, hay apenas una plaza para un radio de 500 cuadras: la de Mariano Boedo, en Estados Unidos y Sánchez de Loria, inaugurada en 2011 tras 50 años de reclamos.
Los vecinos tampoco descartan mostrar su descontento en las calles. Pero lo ven como un último recurso y prefieren mantener bajo el perfil: “Recibimos amenazas todo el tiempo: cartas, mensajes en redes, llamados telefónicos. Hasta papeles por debajo de la puerta, que dicen que saben qué hacen nuestros hijos, que dicen que el estadio sí o sí se hace“, denuncia Ricardo. Mientras tanto, siguen juntando firmas, hablando en grupos de WhatsApp, sumando adhesiones en Facebook y preparando el contraproyecto para 2020.
FUENTE: www.clarin.com