Tecnología de punta, diseño ecológico, andar silencioso. El símbolo de la Argentina como primer país americano en volver al transporte tranviario. Y el contraste con la realidad años después: el coche grafiteado, durmiendo en un taller. Hasta ahora: el tranvía de Puerto Madero vuelve, aunque no lleve a ningún lado. Será puesto en valor para recibir visitas y hacer recordar cómo era viajar en el futuro.
Subterráneos de Buenos Aires (Sbase), que hoy custodia el coche, evalúa opciones. Una suena más fuerte: llevarlo al Taller Centenera, en esquina con Directorio. Allí la empresa estatal trabaja para crear “un espacio cultural y educativo, destinado a la protección del patrimonio cultural del subte”, en palabras de una vocera.
Ese sería el destino del llamado Tranvía del Este, en la entrada al predio del taller. Podría recibir visitas, ser sede de actividades culturales, admitir tours escolares. Aún no se confirmaron los usos específicos pero sí que, de concretarse esta opción, el traslado se haría en un carretón ferroviario dentro del próximo mes y medio.
El tranvía es un coche rojo modelo Citadis 302 fabricado por la empresa francesa Alstom, bautizado por la Secretaría de Transporte como Celeris. Consiste en cinco módulos unidos por un fuelle, que totalizan 32 metros de largo.
Una vez en el taller Centenera, personal de Sbase y miembros de la Asociación de Amigos del Tranvía (AAT) pondrían manos a la obra: evaluarían el tranvía técnicamente, lo adecuarían al espacio en cuestión y pondrían en valor la formación después de estar arrumbada cinco años.
Es justamente la AAT la que había solicitado la custodia del tranvía para darle guarda y ponerlo en condiciones hasta que se definiera un destino. La entidad, que ofrece paseos gratuitos en coches históricos, puso a disposición la vía 1 del Taller Polvorín de Sbase donde estacionan sus vagones. Ese lugar es otra de las opciones que baraja la empresa.
“Sabemos que podría albergarse acá porque están dadas las aptitudes técnicas y el espacio para hacerlo”, sostiene Pablo Piserchia, jefe de Mecánica y Mantenimiento de la AAT. Y agrega: “Pero también estamos al tanto de que desde Sbase se están haciendo todos los esfuerzos para que nuestra asociación pueda tener el tranvía”.
La tercera opción es el Taller Solís, en Solís 1620, barrio de Constitución. Pero, recalcan desde Sbase, la prioridad es Centenera. Cualquiera sea el destino, el plan de puesta en valor y apertura a visitas se mantiene.
En cambio, el proyecto de integrar el tranvía al servicio del Premetro, como se había anunciado hace cinco años, fue descartado. “Por sus dimensiones, ese coche es incompatible con la operación. Por eso no está previsto incorporarlo al servicio en el corto plazo”, informan desde Sbase.
El regreso que no fue
La noticia de la puesta en valor fue bien recibida en la AAT, después de la decepción de un retorno triunfal pero al final accidentado. Tras más de 40 años sin tranvía en Buenos Aires, en 2005 se anunció su vuelta con bombos y platillos. Un convenio entre el gobierno de Néstor Kirchner y el municipio francés de Mulhouse había logrado la magia. Pero el mentado regreso duró apenas cinco años.
En 2007 comenzó el recorrido pensado como inicial, que sería el definitivo: paralelo a la avenida Alicia Moreau de Justo, entre las avenidas Independencia y Córdoba, en Puerto Madero. La idea era construir más estaciones para terminar uniendo Retiro y Barracas, pasando por Constitución. Como idea quedó.
“La Argentina es el primer país del continente en volver al tranvía”, había dicho la entonces directora general de Transporte de Alstom para Latinoamérica, Stephanie Brun-Brunet, en 2008, un año después de que se inaugurara el servicio.
Fue en ese año que la entonces presidenta Cristina Fernández anunció el llamado a licitación para construir otras siete estaciones, para unir las terminales de ómnibus y trenes de Retiro, la cabecera de buques, Plaza Constitución y la estación Buenos Aires. Pero el plan nunca avanzó.
Así fue como el tranvía siguió cubriendo su trayecto original de apenas 16 cuadras. Tenía sólo 25 pasajeros por viaje en promedio. Un círculo vicioso de poca frecuencia y menos gente que, sumado a la falta de recursos, lo llevaría a su fin en octubre de 2012.
En el medio, la empresa española Mintra compró el coche. El Gobierno nacional debía pagarle un alquiler por este y, como no lo hizo, la firma propietaria amenazó con llevárselo. Finalmente, el Ejecutivo adquirió el coche por 5 millones de euros.
Los costos eran cada vez mayores para mantener el precio de un boleto fuera de mercado. Y el tiro de gracia fue el anuncio del Paseo del Bajo, cuya construcción se mostraría incompatible con el tranvía.
En los casi cuatro años que pasaron entre el fin del servicio y la mudanza, el coche de cinco módulos permaneció sobre los mismos rieles, grafiteado y envuelto en lonas grises.
Para julio de 2016, las vías del tranvía habían sido desmanteladas y su única formación, trasladada al taller Mariano Acosta de Sbase, entre Flores y Soldati, donde quedó a la intemperie.
Consultados por ese punto, desde la empresa alegan que es una formación “preparada para prestar servicio al aire libre, ya que cuenta con una pintura y un sistema de drenaje específicos”. Y prometen que en las próximas semanas estará definida, por fin, la locación definitiva.
FUENTE: Karina Niebla – www.clarin.com