Caminar por Buenos Aires, en muchos casos, es un descubrir constante. Sólo basta con detenerse a mirar el entorno para darse cuenta de que hay joyas que merecen atención. Y una de ellas volvió a brillar. Se trata de El Tambito, una de las construcciones más clásicas de Palermo, emplazada en corazón del Parque Tres de Febrero, a pocos metros del Jardín Japonés.
Su inauguración se produjo en 1877, y hay que decir que tuvo una versatilidad de funciones: originalmente se usó como un local de expendio de leche -de ahí su nombre- pero, poco tiempo después, se convirtió en un reducto de la movida nocturna porteña al pasar a ser una tanguería, compartiendo categoría con el Café Hansen y el Velódromo, de los cuales no quedan ni las ruinas.
El tiempo pasa para todos, y edificaciones como estas fueron víctimas del abandono y la desidia. Largas décadas que pusieron en peligro perder por completo una de las estructuras más antiguas de la zona, terminaron a fines del año pasado cuando se culminó con los trabajos de puesta en valor para darle un nuevo ciclo de vida.
En un reciente ciclo con el edificio, se recuperaron los ornamentos, la escaleras de mármol, y la fachada. Una verdadera renovación full que ahora pueden disfrutar vecinos y turistas de la mano de Selena Café.
Así fue la puesta en valor de la casita abandonada de los Bosques de Palermo
“Los mayores desafíos tenían que ver con recuperar el material original de la fachada, que estaba en malas condiciones. Gracias al trabajo de un gran equipo de profesionales, pudimos recuperarlo y avanzar en esta puesta en valor que es fundamental, porque El Tambito es el único edificio del circuito tanguero tradicional de Buenos Aires que queda en pie. Tiene más de 140 años de antigüedad, y forma parte del patrimonio histórico de los porteños”, destaca Clara Muzzio, la actual vicejefa de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que hasta el 10 de diciembre se desempeñó como ministra de Ambiente y Espacio Público.
En cuanto a los trabajos principales, detalla que “en el exterior se removió la pintura, se recuperó el material que se encontraba por debajo y luego se cubrió con un producto para que sea más resistente a la intemperie y que protege la superficie de futuras manchas, además de conservar el color original. También reparamos la estructura, sellamos grietas y retiramos elementos que no eran parte de la fachada, como cables, artefactos y carteles; y conservamos las piezas y los elementos ornamentales que pertenecían al edificio original”.
Y destaca: “Fueron meses de trabajo dedicado y cuidadoso para conservar los elementos originales de este edificio de fines del siglo XIX. Y en los que también se trabajó en la restauración del entorno para enriquecer la experiencia y el disfrute de las personas que visitan los lagos y los Bosques de Palermo”.
“Es una obra que forma parte de nuestro compromiso por poner en valor el patrimonio urbano para seguir haciendo de Buenos Aires una Ciudad cada vez más atractiva”, completa la funcionaria de Jorge Macri que promete que este tipo de obras van a continuar con otros edificios emblemáticos del territorio porteño.
La “doble vida” de El Tambito
El Tambito cerró las puertas en 1901 cuando un grupo de malevos mataron a un niño de clase alta y de ahí todo fue decadencia. En la década del ’40, el inmueble fue sede de la administración del Parque Tres de Febrero. Luego, tuvo otros nombres y destinos hasta que fue casi devorado por el olvido… y un fuerte incendio producto del vandalismo. El techo quedó destruido y casi sin tejas, tenía maderas en mal estado, había humedad y vidrios rajados.
Los más jóvenes quizás desconozcan que hubo un tiempo no muy lejano en el cual hasta el teléfono de línea era un lujo. Pero aún sin smartphones y sin apps de citas, cada época supo encontrar espacios para el encuentro y el relacionamiento entre personas. Así nacieron sitios con cierta doble cara en donde el día los mostraba como familiares y de noche eran pura fiesta.
“Estas tanguerías eran lugares para guapos, que ante el mínimo malentendido sacaban a relucir sus cuchillos. El guapo era aquel que siempre buscaba una excusa para la pelea. Había que tener cuidado de sacar a bailar a la mujer equivocada. Cabe recordar que hasta el mismísimo Carlos Gardel vivió toda su adultez con una bala, producto de un disparo que le dieron cuando se dirigía del Palais de Glace al Armenonville luego de flirtear a la mujer equivocada, justo el día que cumplía 25 años”, cuenta Mariela Blanco, periodista especializada en patrimonio y escritora del libro Leyendas de ladrillos y adoquines.
Las caras del nuevo comienzo de El Tambito
Ir a los Bosques de Palermo es uno de los planes más clásicos a lo largo de todo el año. Pero lo cierto es que no muchos tienen como cita obligada a la Plaza Sicilia, que se encuentra lindante al Jardín Japonés, en avenida Adolfo Berro. Por mucho tiempo, ese sector del parque fue víctima de la desidia porque, más allá del deterioro de la construcción, el entorno era inaccesible ya que estaba ocupado por una persona que había creado una vivienda lindante al lago Victoria Ocampo.
Los encargados de la difícil tarea de convertir a este lugar en un punto de encuentro, como en sus años de gloria, son Romina Stoppami y Eduardo Perret, ambos de 38 años. Es una tarde de enero en donde el verano parece darle lugar a la primavera y el sol radiante invita a un brunch rodeado de naturaleza.
Son casi las tres de la tarde y la capacidad del flamante Selena Café está colmada. Los encargados de llevar adelante la concesión están justo en el acceso cuando Gabriela Cerrutti, exvocera presidencial de Alberto Fernández, pasa caminando. Se detiene, contempla el lugar y celebra la belleza. Esto se repite, de forma constante, con cada una de las personas que pasa por allí.
“Estuvimos un mes esperando abrir. Teníamos todo listo, pero no conseguíamos personal”, es lo primero que dice ella con tono aliviado. Actualmente, la pareja emplea a 25 personas en este local; a unas 7 en el centro productivo que lo abastece, y otras 20 en la sucursal original, ubicada en Palermo Hollywood. Sumando al área administrativa y de gerencia, en total generan trabajo para unas 56 personas, al tiempo en que planean expandirse en poco tiempo.
Cómo es por dentro el café en el que devino el histórico y restaurado edificio
Con una decoración moderna que juega con el marcado contraste de la construcción que es parte del patrimonio de la ciudad, se destaca que cada metro cuadrado lleva el sello personal de los ideólogos del proyecto. “Cada cosa que ves está pensada, hasta cuántos estantes tiene cada mueble. Yo pinté los cuadros, diseñé las tazas de cerámica y elegí los colores junto a Edu”, cuenta la también chef ejecutiva del comercio que abre de lunes a domingo de 8 a 20 con desayunos, almuerzos, un delicioso brunch y las clásicas meriendas. En una jornada a tope, unos 28 grupos de comensales hicieron fila para poder entrar.
En un principio les habían ofrecido hacer una franquicia, pero se negaron por miedo a que la marca pierda calidad al tercerizarla. Le ofrecieron hacer un café, pero no prosperó. Ahí se empezó a gestar la idea de Selena Café. “Nos anotamos en la licitación como un juego. Fue un trabajo largo de un mes. En ese momento le dije a Edu: ‘Ojalá no salga’. Y al tiempo nos llaman diciendo que querían una reunión y nos cuentan que ganamos la licitación”, agrega Romina Stoppami.
El desafío de montar un local de comidas en un espacio protegido es enorme. “Por lo general uno hace que el espacio se adapte a sus necesidades, pero en este caso nosotros nos tuvimos que adecuar al espacio que teníamos. No pudimos modificar absolutamente nada de la estructura, solo nos dejaron poner el aire acondicionado”, cuenta el ingeniero industrial.
Romina se mete en la charla y relata otra de las complicaciones: “A veces la gente no se da cuenta de las complejidades. Esto es literalmente una casa y nos tenemos que acostumbrar a otra dinámica. Cada habitación fue convertida en un salón con mesas y de un lado no ves el otro. Hasta el movimiento de los meseros es distinto al de un comercio gastronómico convencional. La capacidad de producción de la cocina es muy pequeña, por eso abrimos un centro de abastecimiento acá en Palermo para hacer los productos más elaborados y que acá sería imposible hacer. Si fuera por el espacio con el que contamos, solo podríamos ofrecer medialunas y tostadas”.
“El proceso fue intenso. Desde marzo del año pasado estuvimos trabajando sin parar. Intentamos vivir el proceso de forma menos dolorosa que los anteriores, buscando apoyo externo. Pero no se dio e igualmente terminamos trabajando 24 horas. Por ejemplo, los primeros días, por la falta de empleados, ayudé como bachero”, explica Eduardo. Y apoya Romina: “Nosotros estamos mucho en el detalle. Todo tuvo una intervención nuestra. Hay personas que tienen una idea, pero se desvinculan y dejan que otros la ejecuten. Nosotros no”.
Lo que se viene es un servicio de take away con bakery y café. “La idea es colocar unos sillones con sombrillas en el exterior, algo que sería ideal para ese público que no tiene ganas de esperar tanto tiempo o que está de paso”, anuncian expectantes.
Un entorno inigualable
La Plaza Sicilia es un lugar ubicado en un punto estratégico, pero que no muchos conocen. El largo abandono que sufrió alejó a la gente de ese punto porteño, y ahora comienza a recibir cada vez más personas. Una glorieta, un puente y el lago Victoria Ocampo invitan a relajar la vista y a hacerse uno con la naturaleza.
FUENTE: Leandro Mazza – www.revistagente.com