Barrio de casas bajas, Coghlan tuvo también en su origen un pasado fabril. A principios del siglo pasado, la instalación de fábricas impulsó un cambio determinante en esta zona que hasta ese momento estaba dominada por quintas. La producción de muebles, alimentos y textiles, entre otros insumos, convocó a cientos de familias trabajadoras que se asentaron en los alrededores.
Y como ocurre en Villa Urquiza, Villa del Parque, Villa Ortúzar, Saavedra, Belgrano, Nuñez, Devoto, Chacarita, Colegiales, entre tantos otros barrios atravesados por la construcción, un grupo de vecinos y vecinas de Coghlan luchan para preservar su identidad; hoy representada en una construcción histórica que además posee una protección patrimonial, la ex fábrica de muebles Barthel, ubicada en la calle Freire al 3000.
En el lugar una desarrolladora busca construir viviendas y estudios. Para este proyecto cuenta con los permisos y habilitaciones otorgados por la Ciudad.
Pero el reclamo vecinal para proteger el lugar llegó a la Justicia porteña, que la semana pasada ratificó una medida cautelar que había ordenado frenar los trabajos de demolición. La Sala de Feria de la Cámara en lo Contencioso Administrativo y Tributario dispuso la continuidad de la clausura y la suspensión de los trabajos. Y rechazó los recursos de apelación interpuestos por el Gobierno porteño y la empresa (Jorne S.A).
De esta manera, protege los bienes que se encuentran dentro de la parcela hasta tanto se defina la cuestión de fondo; la Ciudad y la empresa podrían presentar un recurso de inconstitucionalidad para que intervenga el Tribunal Superior de Justicia local.
Historia y estilo
La fábrica de muebles Barthel es un ejemplo -de los pocos que hay en la Ciudad- de estilo neocolonial, con galería y techo a dos aguas, un galpón y un parque con mucho verde, incluso con árboles muy frondosos y añosos. Tiene una calle interna, adoquinada, que conecta el portón de acceso, con el galpón. El conjunto se construyó entre 1921 y 1923, cuando se inauguró.
El predio en donde funcionaba la fábrica ocupa casi un cuarto de manzana; con 45 metros de frente. Desde 2014 tiene una “protección estructural” por ley (una protección similar a la de la estación de trenes de Coghlan). Significa que se considera un “inmueble de carácter singular” y con “valores históricos, culturales y urbanos”. Se le pueden hacer modificaciones interiores y tareas de mantenimiento, con autorización previa.
“El proyecto -que cuenta con permiso y aval de la Ciudad- pretende demoler y aumentar volumen y altura de las construcciones existentes”, explicó a Clarín Dora Young, arquitecta, experta en preservación e integrante de la Asociación Amigos de la Estación Coghlan. “Buscan elevar a 8.000 metros cuadrados los 2.000 m2 de construcción que actualmente tiene el predio. Y sólo preservarían 300 m2 de esos 2.000 originales. Es decir, practicamente “barren” con todo el conjunto”, advirtió.
La empresa y la Ciudad entienden que la ley de protección sólo ampara algunas de las construcciones. De hecho para obtener los permisos de obra, la desarrolladora contó con la aprobación de la Subsecretaría de Registros, Interpretación y Catastro (que dependen de la Secretaria de Desarrollo Urbano). Incluso obtuvieron una disposición que avala la obra.
Pero los vecinos y vecinas entienden que la protección es sobre el conjunto; tal como lo expresa la ley 5.117 de 2014 (publicada en el Anexo del Boletín Oficial 4541).
Esta ley de protección podría modificarse, pero debería tratarse como una nueva ley, en el recinto de la Legislatura porteña.
Jonatan Baldiviezo, del Observatorio del Derecho a la Ciudad y patrocinante de la causa judicial, explicó: “Alegando que los pabellones no presentan valor patrimonial, el gobierno porteño autorizó la demolición de más del 86% del conjunto edilicio contrariando la protección patrimonial estructural otorgada a la totalidad del inmueble. La ley protege todo el conjunto, sin distinción. También autorizó a incrementar el volumen del edificio y construir en el pulmón de manzana. Una excepción que va en contra del patrimonio cultural porteño y que ni siquiera pasó por la Legislatura”.
El debate por el Código Urbanístico
Esta situación se da en un contexto de un debate más amplio en torno a una veintena de barrios afectados por los cambios que introdujo el Código Urbanístico (CUr) que se votó en 2018. Entre otros cambios: la posibilidad de construir hasta el 89% de la manzana (lo que implica la desaparición de los característicos pulmones de manzana), un aumento de la densidad constructiva, completamiento de tejido (enrase) y desapareció la obligación de retirarse 3 metros desde la línea del frente (hoy se construye sobre la línea municipal).
Actualmente hay más de una decena de organizaciones barriales que trabajan en sus propios proyectos para modificar el CUr. Coghlan ya ingresó su proyecto de ley. En dos zonas de Belgrano (el Bajo y Barrio River) y en una zona de Nuñez (los Altos), a través de proyectos vecinales, se obtuvieron limitaciones para la construcción en altura.
El actual Jefe de Gobierno, Jorge Macri, prometió en campaña que iba a impulsar un cambio. Fuentes del ejecutivo confirmaron a Clarín que se trabaja en un “proyecto de ley para introducir modificaciones que atiendan la problemática a nivel barrial, manzana por manzana, para identificar la situación de manera particular”.
Otras fábricas históricas del barrio
Fundada en 1921 por Enrique Barthel, la antigua fábrica de la calle Freire se instaló en el barrio aún antes que otra fabrica famosa, la de Nestlé. En los inicios, fabricaban muebles de estilo, y con el tiempo se fueron especializando en la restauración de muebles antiguos.
En 1892 también funcionó em eñ barrio una fábrica de cigarrillos, fundada por el francés Paul Brousson (luego el predio fue adquirido por la famosa firma Siam-Di Tella, que instaló allí una de sus fábricas de electrodomésticos).
En 1928 también comienza a operar la textil Sedalana. Según el Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires (“Coghlan, una estación, un barrio”), la política de la empresa era contratar personal de origen alemán, “lo que hizo que se radicaran en el barrio numerosos y calificados ciudadanos de ese país, junto a sus respectivas familias. La envergadura e importancia de esta empresa se puso de manifiesto el 30 de junio de 1934, cuando el Graf Zeppelin, camino hacia Campo de Mayo, se detuvo sobre los techos de los talleres, desde donde los obreros y empleados saludaban alborozados a sus tripulantes”.
En la década del 50 estas instalaciones cambiaron de rubro y pasaron a transformarse en Telesud, en donde se fabricaron los televisores Zenith.
FUENTE: Silvia Gómez – www.clarin.com