Irreconocible. Así luce el Monumento a Cristóbal Colón frente al Río de la Plata, en Costanera Norte. Radiante, blanquísimo, imponente. Los bloques de mármol de Carrara en los que fue esculpido recuperaron el color que distingue a esta piedra única, originaria de Italia. La historia transmitida a través de los años -quizá con algo de épica- ubica al escultor Arnaldo Zocchi en las canteras, eligiendo los bloques. De allí viajaron en carretas tiradas por bueyes hasta una estación de tren y de ahí, a Roma. Pero para llegar al estudio del artista, algunos fueron colocados en carros, pero otros bloques se trasladaron en una suerte de andamiaje de palancas y tablas enjabonadas. Zocchi tardó diez años en esculpirlo, porque fue interrumpido por la Primera Guerra Mundial. Trabajó primero en su país de origen y luego en Argentina, porque el monumento llegó aquí en barco, desmantelado. Era 1921.
Aunque es cierto que durante mucho tiempo se temió sobre su futuro, el Organismo Regulador del Sistema Nacional de Aeropuertos (Orsna) aseguró que en pocas semanas quedará a la vista de todos los vecinos, junto a la inauguración de una plaza alrededor del lugar donde la estatua se ubica desde 2015, aunque fue re-ensamblada en 2017. Se trata de una parte de la obra de transformación que lleva adelante en el paseo Costanera Norte y en el Aeroparque Jorge Newbery.
En un recorrido por la zona, Clarín pudo ver cómo avanzan los trabajos que impactarán en la histórica configuración de la rambla de Costanera Norte. Allí se le está ganando tierra al Río de la Plata. El relleno se realiza, en parte, con los escombros de la demolición del Elefante Blanco de Villa Lugano, que fue tirado abajo para construir en su lugar la nueva sede del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat.
Se trata de un cambio más en la zona costera. “No queda ni un centímetro de costa original en la Ciudad. Desde el Riachuelo hasta Ciudad Universitaria, todo es relleno”, contó el arqueólogo urbano Daniel Schávelzon
A diferencia de lo que ocurría cuando el monumento se encontraba detrás de la Casa Rosada, donde un enrejado lo alejaba varios metros de los vecinos, en su nuevo emplazamiento estará casi al alcance de la mano. Por supuesto, estará separado por un cantero y una reja, pero muy cercano al mismo tiempo, lo que permitirá apreciar todos los detalles de la obra: pliegues mínimos, expresiones en el rostro de los personajes que componen el conjunto escultórico; incluso se podrá descubrir imágenes, objetos y figuras que pasaban desapercibidas debajo del smog y los residuos que tenía la escultura después de décadas sin mantenimiento.
El arquitecto, restaurador y artista plástico a cargo de la obra, Javier Urani, le explicó a Clarín: “Cada una de las piezas del monumento fue restaurada mientras se encontraba desmantelado. Luego fue armado y ensamblado. Ya se puede ver que el mármol vuelve a lucir de manera increíble pero aún así tenemos pendiente una limpieza y un tratamiento superficial que es necesario para que resista bien el paso del tiempo junto al río”. Por eso, unas semanas después que se haga la inauguración de la plaza que lo rodea, los vecinos volverán a ver un andamio. “Me lo tomé como un trabajo personal. Como ya no había presupuesto para nada -entendemos que es un momento económico complicado- terminamos gestionando ante la empresa AA2000 que se hicieran cargo económicamente del último paso. Para agosto ya estará sin andamios”, se ilusionó. Para ese momento, el Colón y la Juana Azurduy (del artista plástico Andrés Zerneri, ubicada frente al CCK) pasarán de manos: del Gobierno de Nación al de Ciudad, quien se hará cargo del mantenimiento de ambas.
Luego se vienen más cambio en esa zona. Tomando como eje el Cristóbal Colón, que se encuentra justo frente a la entrada principal del aeropuerto porteño, hacia el norte se construirá un estacionamiento subterráneo para 623 cocheras y un paseo público. En cambio, hacia el sur habrá otro paseo en superficie. Ambos corredores sumarán 6 hectáreas de espacios públicos.
En tanto, el muro clásico de la rambla histórica desaparecerá, y será reemplazado por una estructura metálica a través de la que se podrá ver el agua, sin interferencias. Este nuevo paseo se llamará “Parque Costero” y estará integrado por 5 sectores: el de Colón, la plaza de las esculturas, la de juegos, la de chorros de agua y la plaza del laberinto.
Más allá de que será una gran oportunidad para la Ciudad para sumar un paseo y un espacio público mejorado, lo cierto es que el objetivo central de la obra es dotar al Aeroparque porteño de mayor infraestructura y espacios. Por ejemplo en el área del check in, en los accesos vehiculares, en la extensión de la pista y en la plataforma, el lugar en donde “estacionan” los aviones. Y si bien la obra se da en un momento crítico de la economía del país, coincide con un momento de crecimiento en el mercado aerocomercial por el impulso que le dieron las low cost: en 2004 hubo 5 millones de personas que pasaron por Aeroparque, pero el año pasado fueron 13 millones.
Respecto a la pista y a la plataforma, Patricio Di Stéfano, presidente de Orsna, explica que “la terminal actual tiene un diseño que se va curvando hacia la pista y las plataforma, lo que impide que éstas crezcan. Por eso es necesaria esta rectificación, para que la terminal corra en paralelo”.
Además se correrá la avenida Costanera, también hacia el río, y mantendrá la misma cantidad de carriles: cuatro hacia el Norte y tres hacia el Sur. De esta manera se reconfigurará el ingreso al aeropuerto, porque se construirán cinco carriles en una vía propia, que estarán separados de Costanera por un cantero donde se mantendrán los añejos árboles que hay allí. Según informó Orsna, para el segundo semestre de 2020 debería quedar inaugurado todo el relleno costero y el estacionamiento subterráneo.
“Estas obras forman parte de la ampliación que estamos haciendo para que Aeroparque gane capacidad. De la mano de la ‘revolución de los aviones’ todos los meses crece la cantidad de argentinos que vuelan en el país Es fundamental que la infraestructura acompañe ese crecimiento”, agregó el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich.
FUENTE: Silvia Gómez – www.clarin.com