Hay casas con historia e historias que nacen dentro de una casa. La propiedad de Presidente Quintana 174/188, en Recoleta, seguramente resume las dos versiones.
Construida hacía mediados de la década de 1870, retirado el frente de la línea municipal para el ingreso de carruajes fue durante las primeras décadas del siglo XX, la casa paterna de Adolfo Bioy Casares. Hoy, en el mismo inmueble funciona Presidente Bar, uno de los sitios más exclusivos de la coctelería porteña.
El bar, que se se emplaza en una parte de la propiedad original, ha forjado su identidad no sólo por la carta y los tragos de autor, sino porque fue concebido respirando la herencia que el lugar que forma parte del patrimonio porteño les legó.
“El espacio más preciado de Presidente es la biblioteca y lo pensamos, diseñamos y creamos porque justamente esta casona es parte de lo que fue la gran residencia paterna de Bioy Casares”, le cuenta a Clarín Mariano Maciel, socio fundador de Presidente Bar, emprendedor con un singular expertise en la creación de los bares más selectos de la ciudad (fundó los prestigiosos Frank’s y Nicky Harrison).
Bioy Casares vivió allí durante su infancia y juventud, ya que la imponente propiedad, antiguamente un petit hotel con salida a calle Montevideo que aun conserva, era la residencia de sus padres Adolfo Bioy Domecq y Marta Ignacia Casares Lynch.
“Fue amor a primera vista”, recuerda Maciel. “Llevábamos 4 meses visitando locaciones posibles para poner el bar. Un día paso por la puerta con el auto y veo que estaban desmantelando mostradores y heladeras. Frené y me tiré de cabeza. Me enamoré de esa casona, de la fachada, de la calle y del barrio. Desde que me bajé del auto supe que ese era el lugar para el proyecto que estábamos soñando”.
Maciel dice que durante varios meses fueron negativas; los dueños no querían un local gastronómico e intentaron disuadirlos, pero mientras eso ocurría, los socios preparaban carpetas del proyecto y se entusiasmaban cada vez más con el lugar al indagar en su historia, su estilo y proyectar ambientes señoriales donde los clientes tomaran suntuosos cócteles.
“La distribución era ideal, ambientes del tamaño ideal y con una impronta desde lo arquitectónico muy marcada, muy relevante, muy elegante que me hacía imaginar y proyectar un bar con un brillo y una experiencia distinta a la que se estaba dando fuerte en la zona de Palermo”, agrega.
En efecto Presidente, que por tercer año consecutivo se posiciona como uno de los 50 mejores bares del mundo (este año escalando al puesto #21), se destaca por las imponentes arañas de cristal que caen sobre una barra de época, cargada con un fondo que es uno de los escaparates con mayor variedad de whiskies de la noche porteña.
Incluso el outfit de sus bartenders es un maridaje absoluto con ese estilo de época y clase, algo que Maciel ya tenía en cuenta junto con Sebastián García (ahora su socio y responsable de la barra del lugar) desde la época de Frank’s.
“Entrar en el 50 Best fue un anhelo que Ezequiel Pereira y Sebastián Shkair -los socios que dieron el puntapié inicial- tuvieron claro desde siempre. Trabajamos desde el primer momento para que eso sucediera y hoy estamos allí por tercer año consecutivo, es un sueño y una locura total que no para”, insiste Maciel.
La disposición que la propiedad plantea ha sido aprovechada para crear al menos cuatro ambientes con una marcada impronta, dándole singularidad a cada espacio y aprovechando las posibilidades que la casona ofreció.
La hoy exclusiva biblioteca del bar, ese espacio que Bioy Casares no conoció, pero donde seguramente estuvo, ostenta una atmósfera única que sin dudas la habría posicionado como un lugar de preferencia y habitué para el autor de “La invención de Morel”.
FUENTE: www.clarin.com