La emblemática Avenida de Mayo festeja mañana sus 125 años de historia. Su ubicación y trazado la definen como una de las arterias más bellas e importantes de Buenos Aires. Inspirada en los bulevares parisinos y en la Gran Vía madrileña, fue la primera avenida de la Argentina y de América del Sur. Por debajo de ella circula la primera línea de subterráneos porteña, la A, inaugurada en 1913, que fue también la primera de toda la región. Con la Casa Rosada en un extremo y el Congreso en el otro, las diez cuadras que abarca constituyen el eje cívico de la ciudad, por el que transitan los presidentes antes de asumir el mando, un espacio cargado de simbolismo en el que se realizan desde protestas sociales hasta desfiles militares y corsos.
Bares, restaurantes, hoteles, casas de renta, palacios y cúpulas de la Avenida de Mayo fueron testigos de la vida cotidiana de los porteños durante más de un siglo. Los frentes de sus edificios -íconos del estilo art nouveau, neoclásico y ecléctico- dan cuenta del mejor ejemplo urbano de la prosperidad de la Argentina de aquella época, al tiempo que ponen de relieve la fuerte presencia española que aún se respira a cada paso, especialmente en la gastronomía. Localizada en el casco histórico, la avenida posee gran cantidad de edificios de valor patrimonial declarados monumentos nacionales. Entre 2017 y 2018 se remodeló la arteria con un plan que incluyó la restauración de más de 4000 metros cuadrados de fachadas históricas, entre otras tareas.
“Deseamos que vengan a festejar, que caminen por la Avenida de Mayo y que se transporten en el tiempo”, dijo a LA NACION Manuel Novo, presidente de la Asociación Amigos de Plaza de Mayo, entidad que se unió a la Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico para ofrecer una programación gratuita que comprende recorridas, charlas, visitas guiadas y actividades culturales. Hoy y mañana se concentran las propuestas más destacadas; entre ellas, la apertura de los Bajos del Barolo, un nuevo espacio en los dos subsuelos del centenario palacio.
Situado en las inmediaciones de Plaza del Congreso, es uno de los edificios que más llaman la atención por su monumentalidad y por su original fachada sobre la Avenida de Mayo, más exactamente en el 1370. Inspirado en la Divina Comedia, tras ser inaugurado, en 1923, se posicionó como la obra de hormigón armado más alta de la Argentina, en un estilo que conjugó la tradición europea con rasgos rioplatenses. Al mismo tiempo, incorporó una cúpula que alcanza los 90 metros de altura, similar a un templo hindú, como un modo de comunicar el amor tántrico entre Dante y Beatrice. Con diversos actos, entre hoy y mañana quedarán rehabilitados los 3500 m2 de sus subsuelos, originalmente utilizados por el propietario del edificio como depósito de géneros: fueron recuperados y refuncionalizados para vivir múltiples experiencias vinculadas a las nuevas tecnologías, interactivas, con contenidos culturales, artísticos y educativos. El futuro ingresa de lleno en esta pieza del pasado.
Al hablar del patrimonio arquitectónico de la Avenida de Mayo es inevitable referirse a otros dos íconos: la Casa de la Cultura, exedificio del diario La Prensa, y La Inmobiliaria. La primera es una la construcción declarada monumento histórico nacional, creada en 1898 en Avenida de Mayo 575, obra de los arquitectos argentinos Carlos Agote y Alberto Gainza. Según Iván Malesani, de la Asociación Art Nouveau, en la Casa de la Cultura se destacan el Salón Dorado y su ornamentado al frente: “El balcón unificado sobre el que se apoyan faroles eléctricos, el reloj y especialmente la monumental farola, con su figura femenina, que se constituye, durante los primeros años del siglo pasado, en símbolo de identidad tanto de la avenida como de la ciudad. La estatua que corona el edificio, de cinco metros de altura y 4,5 toneladas de peso, es una representación de Minerva (en Roma) o Palas Atenea (en Grecia), diosa de la sabiduría, símbolo de la victoria”, explicó.
A lo largo de toda la vereda sur del 1400 al 1500 se impone La Inmobiliaria, un edificio no tan conocido como los anteriores cuya particularidad son sus dos cúpulas gemelas de color rojizo. Construidas en hierro y zinc, están a 68 metros de altura y terminan en agujas; en 1986, sobre una de ellas cayó un rayo, que provocó daños, pero se logró recuperarla. A diferencia de la cúpula del Barolo, que puede ser visitada, las de La Inmobiliaria son propiedad privada. En cuanto al edificio, lleva el nombre de una de las primeras compañías de seguros de Buenos Aires. Su estilo es ecléctico, con influencias neoclásicas y del art nouveau. Del último piso emergen las esculturas de Venus y Apolo. Posee numerosas entradas, locales comerciales en la planta baja y 51 departamentos residenciales.
Café y turismo
Además de visitar estas obras, el arquitecto Horacio Spinetto propone un recorrido por la avenida con inmuebles vinculados al arte, la literatura, los cafés y el tango. En esa línea, es imposible evitar referirse al Café Tortoni, inaugurado durante 1858 por el ciudadano francés Jean Touan, en la esquina noroeste de Esmeralda y Rivadavia. “Luego se trasladó a Rivadavia 826 con motivo de la apertura de la Avenida de Mayo, que partió la manzana tradicional en dos más pequeñas de planta rectangular”, explicó Spinetto.
Al 1200 de la tradicional arteria porteña, el café Los 36 Billares es otro bar notable conocido por su subsuelo, en el que funcionaban las mesas de billar. Fue inaugurado en 1894, en el mismo año que la avenida. Ocupa la planta baja y el subsuelo de un edificio de departamentos que fue construido en 1914 para la Compañía de Seguros La Franco Argentina, con estilo academicista francés. Hoy, aloja al Hotel Marbella.
Tanto en los cafés como en otros locales gastronómicos, dijo Novo, habrá descuentos y promociones atractivas por el 125° aniversario. “Los locales ofrecerán platos típicos, de época, a buen precio: chocolate con churros, empanadas, cocina de época, guisados famosos, pucheros, locros y pastelitos estarán a la orden del día”, detalló.
También es imperdible la sede de la Fundación Cassara, en el 1194, que fue un hotel; luego, la compañía de seguros Los Andes y, en sus últimos días, una pensión precaria. “Se trata de una tipología de patio central, con coronación con mansarda y cúpula aguja. Estaba totalmente destruido, pero trataron de conservar la mayor cantidad de elementos que denotan su estilo art nouveau”, agregó Spinetto. El Hotel Castelar, de Avenida de Mayo 1152, es el único “hotel turismo” que funciona actualmente en la arteria, a pesar de que entre fines del siglo XIX y principios del XX se abrieron 18 hoteles sobre ella. Fue proyectado por el arquitecto italiano Mario Palanti, autor también del Barolo. Por sus elegantes salones y cuartos pasaron personalidades como Federico García Lorca, Jorge Luis Borges, Ricardo Balbín, Tato Bores y Ringo Bonavena. El mármol, aún presente en zócalos y escaleras, fue traído de Italia, pero tuvieron que encargarlo dos veces ya que en el primer envío el barco se hundió.
Finalmente, en el listado de la riqueza patrimonial de la Avenida de Mayo no se pueden obviar el Teatro Avenida, el Hotel Majestic, el edificio del exdiario Crítica y donde funciona la Auditoria General de la Nación, entre gran cantidad de obras emblemáticas de esta vía de 125 años que vale la pena redescubrir.
Una obra que demoró diez años
El primer intendente municipal de la ciudad de Buenos Aires, don Torcuato de Alvear, quien asumió en 1883 y finalizó su gestión en 1887, encargó la demolición de la Recova Vieja, aquella “galería comercial” de la época, que dividía en dos plazas a la actual Plaza de Mayo. Proyectó una avenida, a la manera de las que se habían realizado en la París del Segundo Imperio y de Napoleón III.
El Congreso nacional sancionó en 1884 la ley N° 1583, que autorizaba la apertura de una avenida cuyo recorrido de diez cuadras se extendería desde la Plaza de Mayo hasta la Plaza del Congreso, cortando por el medio las manzanas comprendidas entre las calles Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen) y Rivadavia. Los pleitos y las situaciones enojosas que provocó la gran novedad demoraron su realización, no permitiendo que don Torcuato pudiera personalmente dar por iniciados los trabajos de “su” avenida.
Fue inicialmente pensada en 35 metros de ancho, pero la necesidad de expropiar los terrenos que esta ocuparía demandaron la pericia técnica del arquitecto Juan Antonio Buschiazzo para conciliar la especulación con las medidas límite para preservar la escala del emprendimiento: quedó en 32 metros.
Luego de sortear varios impedimentos, la Avenida de Mayo fue inaugurada el 9 de julio de 1894. Era intendente municipal Federico Pinedo -bisabuelo del senador Federico Pinedo- y presidente de la Nación, Luis Sáenz Peña. Con sus iniciales “adoquines” de madera, se transformó en un eje simbólico del poder político que tuvo en Buschiazzo al artista que supo darle la elegancia, el equilibrio y la escala que la singularizan.
FUENTE: Virginia Mejía – www.lanacion.com.ar