A lo lejos se divisa sobre una lomada en la avenida: un palacio de estilo europeo con una escalinata en la entrada. Podríamos estar en París o en Recoleta, pero en realidad el edificio está ubicado en Parque Patricios. El Instituto Bernasconi fue concebido como una escuela palacio con la intención de atraer a la mayor cantidad de estudiantes posible.
“El carácter de palacio que adquirieron las escuelas en esta época estuvo en sintonía con la importancia que se otorgó a la educación primaria como prioritaria para la consolidación del Estado nación junto con el proyecto de homogeneización de la inmigración”, explica la doctora Claudia Shmidt, Profesora Investigadora Asociada de la Universidad Torcuato Di Tella.
Los manuales lo clasifican como un exponente de la arquitectura monumentalista de estilo florentino con influencia clásica. El relato de su creación es una linda historia de altruismo. A principios del siglo XX, el hijo de inmigrantes suizos, Félix Fernando Bernasconi, cedió toda su fortuna al Consejo Nacional de Educación para que cuando él muriera se construyera una escuela que fuese pionera en Latinoamérica, por la excelencia de su educación.
Para asegurarse de que su objetivo fuese cumplido por completo, nueve meses antes de su muerte aclaró en el testamento que la escuela palacio debía construirse en las tierras que ocupaba la casa quinta del famoso Perito Moreno, Facundo Pascasio Moreno. ¿Por qué allí? Porque los alrededores eran un barrio modesto de aspecto fabril.
Bernasconi murió en 1914. En el marco de la serie de edificios proyectados con motivo del centenario de la Independencia, el arquitecto Juan Waldorp trabajó en la obra y proyectó un edificio monumental que comenzó a construirse en 1921 y finalizó en 1929. El palacio ocupa una manzana y presenta una planta rectangular con torreones en los extremos.
“Organizado en torno a dos grandes patios, la virtud más notable es la articulación de espacios disímiles como, por ejemplo, talleres industriales, auditorio, teatros, equipamiento médico, piletas de natación climatizada, entre otros”, asegura la especialista.
“La principal clave del proyecto es la construcción pensada para una larga duración, bajo mantenimiento y la aplicación de las normas de higiene, que se reconocen en las dimensiones de las aulas, con una altura de más de cuatro metros que permitían la ventilación y la circulación del aire. El diseño de los aventanamientos responde a criterios científicos, garantizando luminosidad natural, ventanas guillotina y cortinas metálicas para graduar la luz”, resalta Shmidt.
Aulas y salones amplios, una biblioteca, dos piletas de natación y un museo propio integran los interiores del majestuoso edificio que, según la especialista, posee verdaderas características sustentables.
FUENTE: Claudio Larrea y Cecilia Acuña – (Brando) – www.lanacion.com.ar