A principios de 1900 el garaje significaba mucho más que un espacio cubierto para estacionar: tener un automóvil era sinónimo de lujo y los pocos que circulaban por la ciudad provocaban asombro. Por eso, los primeros garajes fueron construidos con materiales de calidad y de acuerdo con los estilos arquitectónicos europeos en boga. La mayoría de ellos aún conservan su valor patrimonial y es posible descubrirlos en diferentes barrios.
La función de aquellos garajes era resguardar de la intemperie y de los robos estos suntuosos vehículos, descapotables, con los emblemas de las compañías que los fabricaban a la vista. Se estima que por ese entonces había unos 3000 autos matriculados y, si bien la mayoría de los propietarios tenían cocheras propias en su vivienda, muchos otros no contaban con este espacio. Estas obras arquitectónicas, caracterizadas por sus espacios abiertos, avanzaron en diferentes zonas, con estilos diversos, aunque se destacan las art nouveau, las art déco y las academicistas.
En el barrio de Balvanera, donde el arquitecto milanés Virginio Colombo dejó su huella con más de 16 obras majestuosas del art nouveau, entre las que se destacan la Casa de los Pavos Reales y la Casa Calise, se conserva un antiguo garaje en Hipólito Yrigoyen al 2400. Fue proyectado en 1914, cuando la arteria todavía se llamaba Victoria, y la construcción fue llevada a cabo por la empresa Cattaneo. Se terminó de construir en 1922 y tiene 2458 m2.
En su bella fachada se articula una carpintería metálica con paños de vidrio que dan como resultado una muy buena composición en la que se destaca un reloj, emulando aquellos de las aldeas europeas, explica Ana María Elguero, directora de Patrimonio de la Asociación Art Nouveau de Buenos Aires. Este garaje ha sido modificado en un sector de la planta baja, pero todavía guarda la impronta antiacadémica que le impuso Colombo. “El juego de llenos y vacíos que corresponde a una interpretación de la escuela de Glasgow, junto con la ornamentación vegetal, hacen que se lo encuadre dentro del floreale italiano, vertiente del art nouveau”, añadió la profesora.
En Recoleta, en la calle Guido al 1600, el tradicional estacionamiento de Barrio Norte Garage Guido se mantiene en buen estado y en pie desde 1932; es un fiel ejemplo del art déco, movimiento continuador del antes mencionado, pero con influencias del constructivismo, del cubismo, del futurismo y del estilo racionalista de la escuela Bauhaus. El máximo exponente en la Argentina fue Alejandro Virasoro y, a simple vista, uno podría pensar que Garage Guido es obra suya.
Sin embargo, no es así. A la derecha del portón de entrada puede leerse: Atilio Maletti. El autor de este espacio para guardar vehículos, a diferencia de otros, era un ingeniero dotado de una gran creatividad y preocupación artística, tal como lo demuestra esta obra. Se trata de una construcción de 3735 m2, la más elegante entre todos los ejemplos aquí seleccionados, según coinciden los especialistas. Se destaca la ornamentación geometrizada en paños rectangulares, su arco de acceso escalonado y el basamento revestido en granito. “Pero definitivamente es una obra art déco, con sello característico en su caligrafía y en la ornamentación central con el frente de un vehículo con alas, enfatizando la idea de velocidad”, explicó Elguero.
Más casos También de estilo academicista existe un garaje ubicado en Acuña de Figueroa 1500, en Palermo; data de 1922 y tiene casi 3000 m2 cubiertos. La fachada plantea la transición de los estilos. El academicismo se visualiza en el planteo simétrico, los cornisamentos superiores y la jerarquía del centro, pero con planos austeros. Al mismo tiempo, las ventanas con apertura a la inglesa, hacia el exterior, denotan el signo de la modernidad.
Más recientes son dos garajes de Caballito y de Belgrano. En la calle Ángel Gallardo al 100, hay un estacionamiento de la década del 40 llamado Centenario, que se caracteriza por un frente de paños ladrilleros recortados y remite a una reinterpretación del estilo inglés New Georgian, con el símil piedra. En su conjunto da una imagen de fortaleza, que no acompaña el concepto moderno de la época, sino que apunta a evocar la tradición de los carruajes de los castillos.
En Amenábar al 2300, el Garage Amenábar presenta planos carentes de ornamentación y un dejo del art déco en el coronamiento con dos planos conformando disposición facetada, que podría remitir a los hoteles de Miami. Pero aquí se trata de una obra racionalista, otro de los movimientos que dejaron su impronta en este tipo de construcciones.
FUENTE: Virginia Mejía – www.lanacion.com.ar