No es ni un shopping a cielo abierto ni un estacionamiento. Dejó de ser un baldío abandonado, repleto de basura. La plaza Clemente ya es una realidad, tal como había sido establecido por ley y gracias al constante reclamo de los vecinos del barrio de Colegiales. Tuvieron que pasar varios años para que hoy, por fin, el parque sea algo concreto, en una zona donde los espacios verdes no abundan.
“Me pone muy feliz. Es un cambio muy positivo. Más limpio, más seguro y cuando la vegetación crezca va a resaltar aún más”, dijo conforme Verónica Orofino mientras caminaba a un costado de la nueva plaza. La mujer aún no podía recorrer los caminos pintados de rosa ya que se estaban terminando los últimos trabajos. Aun así, la foto con la que la joven se topó esta mañana era muy distinta de aquella con la que solía encontrarse hasta el año pasado, cuando el predio circundado por las calles Concepción Arenal, Dorrego, Conde y Enrique Martínez se había transformado en un descuidado depósito de basura.
El parque tiene 7280 metros cuadrados y su diseño fue realizado en conjunto con los vecinos de la zona, luego de varios encuentros participativos. Se crearon, por ejemplo, áreas de cemento con forma de gotas que están conectadas por caminos internos. La idea es que sean diferentes sectores, cada uno con su propuesta particular. Hay un observatorio de mariposas, área de descanso, un anfiteatro (se trata de un espacio libre con bancos de madera a su alrededor), un sendero educativo con vegetación nativa, un espacio con sistema de agua en brisa para refrescarse en verano y núcleos con juegos inclusivos.
Facultad de Arquitectura
Para este último objetivo se contó con el trabajo de la Comisión de Accesibilidad de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires (FADU), la Comisión para la Plena Participación e Inclusión de las Personas con Discapacidad (Copidis) y la ONG Rumbos. La plaza cuenta con rampas de acceso, cartelería táctil con información para usuarios no videntes, señalética con íconos para facilitar la experiencia a chicos TEA (trastorno del espectro autista) y otros juegos.
Sentada en un banco de la vecina plaza Mafalda, Laura Mate husmeaba cómo había quedado el parque. “Ojalá lo mantengan”, dijo la mujer acompañando el reclamo de un joven que pasaba a su lado. Pero algo no la convencía demasiado. “Veo más cemento que verde, ¿no?”, opinó. Tal vez sea porque la vegetación fue recién plantada.
El pedido por un espacio verde en esa manzana lleva muchos años en su haber. Parecía que se plasmaría luego de 2007, cuando por ley la Legislatura porteña zonificó ese espacio como Urbanización Parque. Pero la plaza no se concretaba. Ya tenía nombre: en 2013, el lugar fue bautizado Clemente, en homenaje al creador de ese personaje de historieta, Caloi. Pero el espacio verde se demoraba. Entre 2015 y 2017, surgieron proyectos del gobierno porteño que pusieron en alerta a la comunidad: se preveía la construcción de un estacionamiento subterráneo y locales comerciales en superficie. Un “techo verde” suplantaría la plaza.
Durante más de una década, Clemente se había transformado en una plaza “invisible”. Debía estar, pero no estaba. “La persistencia vecinal logró frenar el shopping que incluía un estacionamiento subterráneo que mataba la absorción del suelo. Hicieron la plaza porque la comunidad así se los impuso”, recordó Ernesto Golomb. Y otro vecino, Julio Tudela, opinó: “Dejó de ser ese lugar abandonado en el que se había convertido”.
Como parte de la nueva obra se renovaron las veredas sobre las calles Martínez y Conde y se niveló el asfalto para transformar Conde en calle de convivencia, de mano única, con una velocidad máxima de 10 km/h, informaron desde el Ministerio de Desarrollo Urbano y Transporte de la ciudad.
A lo largo de Conde, sobre la vereda de la plaza, se colocaron placas especiales de granito que hacen mención a ciertos hitos del barrio: desde que esa porción del territorio estaba habitado por el pueblo querandí, pasando por la fundación de Colegiales (en 1888) y hasta algunos de los hechos que llevaron a concretar la tan ansiada plaza Clemente. Próximamente, habrá murales en homenaje al entrañable personaje.
Daniel Giglio, uno de los vecinos que participó activamente del reclamo, se mostró satisfecho ante el logro: “Fueron varios meses de reuniones. Conseguimos que la vegetación sea autóctona de la zona del Río de la Plata, que la plaza fuera accesible para todos y, con la línea de tiempo, rescatamos parte de la historia”, sintetizó.
Una larga historia
1991 – El predio fue ocupado por la Fundación Romay, Canal 9, por un período de trece años.
1997 – Comienzan los reclamos vecinales por un espacio verde en esa manzana.
2004 – El espacio fue recuperado y, de manera provisoria, alojó a los puesteros del lindero Mercado de Pulgas en tanto se reacondicionaban las instalaciones de la tradicional feria.
2007 – La Legislatura porteña sancionó la ley 2567 que tipificó a esa manzana como zona Urbanización Parque (UP).
2013 – Por ley, se denomina a ese futuro predio verde “Clemente”
2015 – El Ministerio de Modernización, Innovación y Tecnología porteño aprobó la licitación pública para la construcción de una playa de estacionamiento subterráneo en donde debía estar la plaza.
2016 / 2017 – Empezaron los trabajos de limpieza en el terreno. Vecinos y la oposición denunciaron la futura construcción de “un shopping a cielo abierto” en desmedro de la consolidación de un nuevo espacio verde. Se preveía la construcción de locales en superficie y un “techo verde”.
2018 – Los vecinos inician una férrea campaña en defensa del espacio público. Se realizan abrazos y festivales. Finalmente, la Ciudad los convoca y se inicia un proceso participativo para retomar la creación de la plaza en conjunto, tomando como base los ejes de diseño propuestos por la gente.
FUENTE: Valeria Musse – www.lanacion.com.ar