Como si fuera una premonición, a mediados de 2019, Hashim Sarkis, el designado curador de la 17° Bienal Internacional de Arquitectura de Venecia, presentó el tema para el festival del año siguiente: ¿Cómo viviremos juntos?
Para ese entonces, nadie imaginaba la pandemia de Covid-19 y la postergación inevitable del evento que debía aplazarse hasta 2021.
Por fin, el pasado sábado 22, la muestra abrió con infinidad de precauciones y el libanés Sarkis pudo ver concretada su propuesta con un sentido más amplio y dramático que el que imaginó.
La Bienal de Venecia nació en 1895 bajo el título de “Exposición Internacional de Arte de Venecia”, después se diversificó en eventos de arte, arquitectura, cine, danza, música y teatro.
Ho, Venecia es una de las exposiciones culturales más importantes del mundo. La Bienal de Arquitectura comenzó en 1980 con la dirección de Paolo Portoghesi.
A pesar de que las dos postergaciones que sufrió la 17° Bienal hicieron tentadora la idea de darle un giro a su temática inicial, el curador, también decano de la Escuela de Arquitectura y Planificación del MIT, se mantuvo firme seguro de que su pregunta seguía siendo válida.
Lo cierto es que la provocativa interrogación de Sarkis adquiere una dimensión muy especial hoy. Los futuros que imaginamos hace dos años son muy distintos a los de ahora, y los espacios de convivencia posteriores a la pandemia todavía son una incógnita.
Aún así, las crónicas periodísticas afirman que muchas instalaciones y pabellones prensados en 2019, todavía son una respuesta válida a la situación que vivimos hoy. Este año, Venecia tiene 61 pabellones nacionales y 17 eventos colaterales programados.
La muestra abrió la semana pasada con muchos y estrictos protocolos para facilitar la asistencia presencial. Pero los organizadores proveen una batería de opciones online.
Proyectos y películas que ya se ven en El Arsenale, este año estarán acompañados de transmisiones en el sitio Biennale Pavilions, la plataforma oficial de las muestras nacionales de la Bienal que permite ver contenidos en línea.
Argentina, la Casa Infinita
La participación argentina en la Biennale es una instalación de espacios que se desarrollan a lo largo de una pared del Pabellón Argentino. En su recorrido, el visitante puede experimentar distintos tipos de casas, por eso, la instalación fue bautizada como “La Casa Infinita”.
La pared que estructura toda la muestra es una composición geométrica de la tradicional casa chorizo, vivienda típica argentina que nace de la división al medio de la casa mediterránea de patio central.
Además, ese muro fue pintado de rosa como una referencia a la técnica que se utilizaba en la época colonial mezclando sangre de buey con la cal.
“A la Casa Infinita no se entra, uno siempre está dentro de ella, es tan grande que tampoco se puede salir, es amplia y abierta, sencilla y discreta, no tiene un recorrido predeterminado”, explican los autores.
Después de un concurso organizado por la Cancillería argentina, el diseño se adjudicó al arquitecto Gerardo Caballero.
Radicado en Rosario, Caballero trabajó con la colaboración de Paola Gallino, Sebastian Flosi, Franco Brachetta, Ana Babaya, Leonardo Rota, Emmanuel Leggeri, Sofia Rothman, Gerardo Bordi, Edgardo Torres y Alessandro De Paoli.
El equipo está convencido de que todos pensamos que vivimos en una casa distinta, pero siempre la misma, “la que compartimos y es de todos”. Afirma que la “Casa Infinita” representa a nuestro mundo.
“La casa es tan grande que se la puede recorrer a pie, en bicicleta, en auto, en tren, en colectivo, hasta en avión. Tiene patios inmensos con montañas y llanuras, tiene habitaciones pequeñas con camas y mesas, está todo conectado, se pasa de un lado a otro, es un viaje a través de ella que dura una vida”, dicen.
El proyecto expone ejemplos públicos y privados en busca de la identidad de la casa popular argentina y mostrar la historia de la vivienda colectiva en nuestro país.
Con su propuesta, Caballero intenta superar los límites de lo doméstico y señalar la importancia de lo colectivo por sobre lo individual. “Una casa puede ser mucho más grande que la propia vivienda: puede ser la ciudad, el país y hasta el mundo”, afirma el arquitecto.
La casa está equipada con mesas y camas donde se muestran, a través de planos, fotos, dibujos y maquetas, obras nacionales de distintos tipos.
La curaduría eligió mostrar proyectos en los que los espacios comunes tuvieran un rol preponderante y que mostraran la manera en la que los argentinos nos relacionamos y elegimos vivir juntos.
Tomás Saraceno y el Museo Aero Solar
El artista Tomás Saraceno fue invitado a participar en la Biennale e involucró al trabajo de una comunidad de la parte más contaminada del río Reconquista”, en el partido José León Suárez en la Provincia de Buenos Aires.
Desde Berlín, donde reside, Saraceno que también es arquitecto, pensó que la instalación “Museo Aero Solar Reconquista” era la mejor respuesta a la pregunta del curador de Venecia ¿Cómo viviremos juntos?
La idea del Museo nació de un grupo de artistas visuales y titiriteros del Instituto de Artes de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam) que convocó a vecinos en situación de vulnerabilidad, muchos estudiantes del Centro Universitario San Martín, internos del Complejo Penitenciario Norte.
Profesores, estudiantes y vecinos siguieron las consignas de Saraceno en Aerocene, una comunidad artística que busca una colaboración ética con el medio ambiente y la atmósfera, libre de emisiones de carbono.
Los involucrados en la tarea reciclaron cientos de bolsas de basura obtenidas en el conurbano bonaerense y crearon una suerte de globo multicolor que se está exhibiendo en Venecia.
España, Incertidumbre
En el pabellón español, paredes y cielorrasos construidos con papeles que parecen volar sirven para mostrar estrategias arquitectónicas para enfrentar al futuro de nuestra convivencia social y con el medioambiente.
Para idear y diseñar el pabellón, en lugar de contratar a un comisario, el gobierno español organizó un concurso abierto para que jóvenes diseñadores encabezaran el proyecto.
Al final, contrató a cuatro arquitectos: Sofía Piñero, Domingo González, Andrzej Gwizdala y Fernando Herrera, todos cerca de los 30. En la muestra son exhibidas 34 de las 466 ideas presentadas.
El objetivo: ofrecer distintas visiones de cómo la arquitectura puede servir a una sociedad en constante cambio.
Elemental, mapuches y chilenos
En 2019, el estudio Elemental, formado por Alejandro Aravena y sus socios Víctor Oddó, Gonzalo Arteaga, Diego Torres y Juan Cerda, fue invitado a participar en la Biennale.
Puestos a pensar en qué llevar a Venecia, los arquitectos modificaron la pregunta del curador Sarkis con una más específica: ¿Cómo vivir juntos, chilenos y mapuches?
En aquel momento, ese conflicto era el más importante. Después llegaron la explosión social que impulsó a un cambio en la Constitución chilena y, por supuesto, la pandemia de coronavirus.
Aravena, miembro del jurado del Premio Pritzker, curador de la Biennale hace cinco años, Pritzker 2016 y presidente del jurado para el Premio este año, comenzó a trabajar con la comunidad mapuche en la región de la Araucanía, en el sur de Chile.
La estructura que llevó a Venecia es una media circunferencia, formada por delgados troncos de árboles colocados en forma vertical y en diagonal. Un ámbito para el diálogo como el que hacían los antiguos líderes mapuches.
Sobre los troncos, los arquitectos colocaron fotografías de la vida cotidiana de ese pueblo originario.
A su vez, la idea se sostiene en dos palabras mapudungu: “künü” (la arquitectura como un portal al mundo mapuche), y “koyaüwe” (un lugar para la vieja tradición de los parlamentos mapuches).
Estados Unidos, American Framing
Paul Andersen y Paul Preissner, de la IIT de Chicago, diseñaron American Framing, un homenaje al balloon frame, un sistema de construcción con madera típico de los Estados Unidos.
Los profesores construyeron una estructura de cuatro pisos con muebles del mismo material. El armazón desnudo parece más un esqueleto que una casa, pero el juego de luces y sombras aporta una experiencia artística inesperada.
La instalación está centrada en los beneficios del sistema de construcción en madera y su desarrollo en la historia de los Estados Unidos.
Se ven fotos y maquetas que retratan a gente trabajando en la construcción de eidifcios con esta técnica y diferentes elementos que componen el sistema.
Las maquetas fueron realizadas por alumnos de la UIC para mostrar la historia del balloom frame a través del tiempo.
Norman Kelley, con oficinas en Chicago y Nueva Orleans, diseñó especialmente seis muebles de madera para la instalación.
A su vez, el cofundador de Reiser + Umemoto, Jesse Reiser, proyectará dos películas de diez minutos cada una como respuesta a lo que el arquitecto considera: “respuestas tibias a los problemas que enfrenta el mundo en 2020”.
FUENTE: Miguel Jurado – www.clarin.com