Durante la pandemia, la manera de trasladarse en la Ciudad de Buenos Aires cambió drásticamente. Y hay una muy buena noticia, pero también una mala. La positiva anuncia un camino sin retorno: la bicicleta es el medio de transporte cuyo uso más creció. La mala es que, entre las restricciones y el miedo a los contagios en trenes, subtes y colectivos, aumentó la proporción de viajes que se hacen en auto particular.
La información surge de un estudio sobre la movilidad en pandemia elaborado por la Secretaría de Transporte y Obras Públicas de la Ciudad, que fue presentado este miércoles.
Según el informe, en el marco del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) y, luego, del Distanciamiento Social Preventivo y Obligatorio (DISPO), la cantidad de movimientos en el Área Metropolitana se redujo un 44% y dentro de la Ciudad, un 53,4%. Se cayó de 23,9 millones de viajes en 2019 a 13,5 millones en 2020.
Pero a la hora de elegir el medio para realizar esos movimientos, se privilegió la bicicleta. Los viajes en bici pasaron de 320 mil por día en 2019 a 405 mil en 2020, lo que representa un aumento del 27%. Antes de las restricciones por el coronavirus, solamente el 4% de los traslados que se hacían en la Ciudad eran en bicicleta. Ahora alcanzan el 10,2%. Es decir que uno de cada diez viajes se hacen en bici.
Al mismo tiempo, si bien la cantidad de traslados en auto particular disminuyó, aumentó su participación porcentual en los viajes totales. En 2014, se lo utilizaba en el 25% de los viajes. Pero una política dirigida a desalentar su uso, en 2019 logró bajar ese porcentaje al 22%.
Hasta que llegó la pandemia y, también, la necesidad de que se disminuyeran al máximo los trayectos en medios de transporte masivos, ante el riesgo de contagio del Covid. “Restringir el uso del transporte público por motivos sanitarios nos obligó a levantar otras restricciones para que la gente pudiera acceder a viajes en auto”, explicó Lucía Capelli, la subsecretaria de Planificación de la Movilidad porteña, durante la presentación del informe.
Por ejemplo, se permitió estacionar en más espacios de la vía pública y se anularon las restricciones de ingreso en las áreas con prioridad peatonal del Microcentro y Tribunales. En 2020, entonces, el 36% de los viajes se hicieron en auto.
Mientras tanto, cayó fuertemente la cantidad de pasajeros en el transporte público. En la pre-pandemia, eran el medio elegido para uno de cada dos viajes. En 2020, apenas el 29% de los traslados se hicieron en tren, subte o colectivo.
Actualmente, se ven las consecuencias del cambio de paradigma. Desde fines de julio el tránsito en las calles porteñas es casi el que había en tiempos de normalidad: alcanza el 93% del que existía antes de la irrupción del coronavirus. Por eso, desde el 2 de agosto se restablecieron las restricciones habituales de estacionamiento.
Sin embargo, el uso del transporte público no llega a los niveles de uso anteriores a marzo de 2020. Y es imposible que eso suceda por el momento, porque aunque ahora pueden viajar trabajadores no esenciales, siguen vigentes los aforos. Así, a los pasajeros sentados sólo se les pueden sumar 40 parados por cada vagón de subte, 20 por colectivo y 4 por metro cuadrado en los trenes.
Entre estas restricciones y el miedo a contagiarse, en la última semana el nivel de uso de los colectivos alcanzó un 73% del que había antes de la pandemia; en los subtes un 33% y en los trenes un 53%.
Ante este panorama, según explican en el Gobierno porteño, hay dos desafíos y una oportunidad. Por un lado, dicen, hay que volver a racionalizar el uso del auto. Por el otro, devolver la confianza en el transporte público, “haciendo que la gente lo vuelva a percibir como un lugar seguro y ampliando más el aforo”, explicó el secretario de Transporte y Obras Públicas de la Ciudad, Juan José Méndez.
Según el funcionario, en los últimos meses aumentó la congestión de tránsito, no tanto en el centro sino en los barrios. Y esa congestión misma va a servir para desalentar el uso del auto.
Mientras tanto, la oportunidad consiste en “radicalizar el cambio cultural de la bicicleta”. Para esto, las autoridades porteñas se proponen continuar con la promoción de este medio de transporte saludable y sustentable. Y subrayan que el uso de la bici creció en pandemia porque ya había una infraestructura construida, que en su momento permitió pasar de un 0,4% de viajes en en 2009 a un 4% diez años más tarde.
“Con la pandemia, ante la necesidad de distanciamiento y de restringir el uso del transporte público, se analizó cuáles eran las alternativas reales de movilidad. Ahí vimos, compartiendo experiencias con otras ciudades que en las que se venía trabajando en la movilidad sostenible y en la mejora de las áreas peatonales, hubo una adopción más rápida y alta del uso de la bici por sobre el auto particular. En otras se volcaron más a la movilidad individual en autos y motos”, contó Méndez.
Por eso durante la pandemia se apostó aún más por la bici, con la construcción de ciclovías en las avenidas Corrientes y Córdoba. Hoy la red cuenta con 267 kilómetros. Y el Sistema de Transporte Público de Bicicletas ofrece 2.300 rodados y una cantidad de estaciones que en estos días llegará a 250.
“El aumento del uso de la bici nos refuerza la convicción de que hay que seguir aumentando la infraestructura. Vamos a incorporar más kilómetros de ciclovías y a ampliar la red de estaciones de Ecobici”, prometió Felipe Miguel, el jefe de Gabinete de la Ciudad. Y destacó que en la venta de bicis se triplicó, porque con más infraestructura, son más los que se deciden a adoptarla.
Lucila Capelli, la subsecretaria de Planificación de la Movilidad, precisó: “Vamos a incorporar ciclovías allí donde veamos que hay más demanda de los ciclistas”.
FUENTE: Nora Sánchez – www.clarin.com