Primero se cayó un pétalo. La semana pasada, el segundo. La Floralis genérica, la escultura que se convirtió en un ícono de Buenos Aires y se incluye como parada fotográfica obligatoria en los tours para extranjeros, ya sufría problemas de funcionamiento y mantenimiento, que se agravaron con dos temporales de viento y lluvia. Ahora, el Gobierno porteño comenzó un proceso de inspección, que incluye desarmar su estructura, para evaluar la real dimensión de los daños y determinar cuánto costará arreglarla.
Bajo la supervisión del personal especializado del área de Monumentos y Obras de Arte (MOA), de la Subsecretaría de Paisaje Urbano del Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana de la Ciudad, e ingenieros especializados en la reparación y el mantenimiento de grandes máquinas, desde el Ejecutivo porteño informaron que se realizó “la apertura total de la flor para poder observar detalladamente qué daños sufrió la estructura, detener su deterioro y comenzar a diagramar el plan de restauración”.
Según pudo saber Clarín, todo este proceso inicial se extenderá por aproximadamente un mes. Y recién ahí, de acuerdo a lo informado por las fuentes consultadas, se sabrá cuánto tiempo y que cantidad de dinero serán necesarios para avanzar con la restauración integral.
La Floralis tiene un mecanismo diseñado para que, en forma automática, se abran y se cierren sus pétalos. Pero ya el año pasado, como había contado Clarín, se había determinado que solo podía ser accionado a mano, ya que el dispositivo mecánico estaba dañado y no tenía fecha de reparación.
Es que hasta diciembre el mantenimiento dependía de la Comuna 2 (Recoleta). Pero con el cambio de administración, tanto el espacio verde como el monumento están ahora bajo la órbita del Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana.
“Este paso es muy importante para determinar el daño integral que sufrió la escultura y poder trazar los próximos pasos a seguir para su restauración. También nos permitirá reabrir la Plaza de las Naciones Unidas”, expresó Ignacio Baistrocchi, el ministro del área.
La historia
La Floralis Genérica se inauguró el 13 de abril de 2002. El arquitecto Eduardo Catalano la pensó como un homenaje a todas las flores y la donó. Tiene 24 metros de altura y 18 toneladas de peso.
Se fabrico en la sede local de la Lockheed Martin Aircraft, una de las mayores multinacionales dedicadas a la fabricación de aviones y sistemas de defensa. En Córdoba, la empresa estadounidense tenía en concesión lo que hoy es la Fábrica Argentina de Aviones Brigadier San Martín (FAdeA), que regresó a manos del Estado en 2009. De ahí la complejidad de reparar los materiales con la que está hecha.
Se trató de “la primera escultura en movimiento”. Sus seis pétalos deberían abrirse a las 8 de la mañana y cerrarse todas las tardes, tal como lo programó Catalano. Pero el paso del tiempo, y tormentas de viento y lluvia, fueron dañando el mecanismo. Se sumó la resistencia que generaban los pétalos gigantes.
Hace rato se subió al podio de los monumentos más representativos de la Ciudad. Lo comparte con el Obelisco, de Alberto Prebisch, y el Puente de la Mujer, de Santiago Calatrava. Un podio subjetivo, por supuesto. Hay quienes bajarían a uno de ellos para subir al Teatro Colón; al Cabildo; quizá al Cementerio de la Recoleta o al Ateneo Grand Splendid, entre otros íconos de la Ciudad.
La primera vez que el engranaje de la escultura dejó de funcionar fue en 2009, a raíz de un temporal. Luego de un proceso de restauración, en 2015 fue reinaugurada con el sistema de cierre y apertura reparado, aunque sólo se podía controlar manualmente.
En 2020 y 2022 se realizaron tareas de restauración de la zona, que incluyeron la renovación de las veredas aledañas, la incorporación de rampas de acceso, la suma de vegetación, la incorporación de nuevo mobiliario urbano, nuevos senderos y el mantenimiento de los engranajes, aunque rara vez los pétalos cambiaban de posición.
Ya en diciembre se veían daños en algunos de sus pétalos. Y con el temporal de viento que volteo árboles en toda la Ciudad, una de las partes de la flor terminó en el piso. Este año, por seguridad, se cerró la plaza. Y con la lluvia de la semana pasada, otro pétalo, que había quedado inclinado respecto de su ubicación original, terminó de caerse.
FUENTE: www.clarin.com