Ahora la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), en la que es docente y dirige el Laboratorio de Estudios Sobre Energía Solar, obtuvo la patente de su proyecto de energía undimotriz, que permitirá compartir el desarrollo sin correr el riesgo de que sea plagiado.
“Armé un proyecto en la universidad para conseguir financiamiento y trabajar con otros especialistas, hoy en día somos ingenieros de distintas especialidades: electrónicos, civiles, mecánicos, químicos, es un proyecto multidisciplinario. En la energía solar ya está todo inventado y probado, si queres hacer algo competís con países que trabajan en lo mismo hace 20 años, largas la carrera y ellos están llegando. Con la energía undimotriz es distinto”, explicó en diálogo con ámbito.com.
El equipo copia el movimiento ondular de las aguas del mar, no trabaja en la ruptura de la ola sino en la onda. “Aprovecha el movimiento ascendente y descendente y tiene un boya que puede pesar desde 2,5 a 200 toneladas. Convierte el movimiento oscilatorio variable en circular uniforme, que va acoplado a un generador eléctrico».
Haim aclaró que “no es lo mismo que la energía mareomotriz, que depende de la marea, que sube y baja por la tracción gravitacional que generan la luna y el sol. La undimotriz está relacionada con la fuerza de las olas generada por el viento”.
“Es bastante simple comparado con otras tecnologías, lo que la hace más económica para producir y más competitiva. Buscamos poder fabricarla 100% en Argentina, se puede hacer en cualquier astillero o taller metalúrgico de gran porte. La idea es abastecer el mercado nacional y después ver la posibilidad en mercados extranjeros”, agregó.
En la demora de una década intervinieron varios factores, pero sobre todo el económico: “Fue muy complicado, el único apoyo que tuvimos siempre fue la universidad y cuenta con recursos acotados. La mayoría de los investigadores trabajan ad honorem, otros con becas pero no full time. Calculo que si todos hubiésemos trabajado con dedicación exclusiva en dos años lo terminábamos”. En ese lapso, los recursos provinieron sobre todo de los premios ganados en concursos públicos y privados, que brindaron el dinero para construir el prototipo a escala.
En la escollera
El próximo paso será una prueba piloto con un equipo instalado en la escollera norte del puerto de Mar del Plata en 2020, a partir del cual se realizará luego la construcción a escala real. Para eso, la universidad firmó un convenio con una empresa de desarrollo tecnológico que será la encargada de validar el diseño final para comenzar con la construcción.
¿Cuánto saldrá? “Hasta que no construyamos el primero y lo pongamos en el agua no queremos decir un precio, porque puede variar bastante”. Al trabajar en el mar el equipo estará sometido a fuertes oscilaciones, lo que puede aumentar los costos de instalación, pero se compensaría con el bajo costo para fabricarlo. Haim da por descontado que “la construcción estará por debajo de lo que vale fabricar un aerogenerador, porque para la misma potencia tenemos menos cantidad de acero y materiales y el tamaño es menor: una boya de 2,5 toneladas tiene 3 metros de diámetro”.
Pese a ubicarse en la escollera, el prototipo no intervendrá en ninguna actividad del puerto, porque estará lejos del canal por el que transitan los barcos, ni tampoco estorbará a la gente que se baña en la costa; los únicos que deberán cederle unos 10 metros de espacio serán los pacientes pescadores.
A futuro, el lugar ideal de instalación debe ubicarse lo más cerca posible de la costa para reducir la longitud del cable submarino que transporta la energía eléctrica, y al mismo tiempo no tan cerca para impedir que una ola rompa contra el equipo. “Estaría entre los 500 metros y los 2 kilómetros de la costa, a partir de los 10 metros de profundidad”, resumió.
Olas ideales
“Nuestra olas son ideales. No son las de Hawái de 20 metros de altura, pero tenemos constancia en el oleaje y eso es importante. La plataforma marina acá tiene una profundidad gradual y es una gran ventaja, porque evita la llegada de las grandes olas como en Portugal, España, Reino Unido, que están teniendo ese problema para desarrollar esta tecnología. Ante una tormenta tenes que sacar los equipos de funcionamiento y nadie quiere invertir si corren riesgo de destruirse. Por otro lado, si los haces ultra resistentes aumentan mucho los costos”, aseguró.
En general las condiciones son buenas en toda la costa argentina, excepto en las bahías donde no entra el oleaje. Pero las características perfectas las tiene el sur de la provincia de Buenos Aires, con oleaje muy bueno y una variación de marea que no supera los dos metros.
“Queremos probar el equipo en el mar, demostrar que es confiable, seguro y económico”, adelantó. Luego está en carpeta elaborar una propuesta de parque acuático offshore para presentar en las rondas de programa de energías renovables RenovAr. El sueño es poder distribuir múltiples plataformas a lo largo de la costa que inyecten electricidad a la red.
Para el investigador detrás del proyecto se juega algo más que el futuro energético, en el fondo se trata de conquistar la inagotable fuerza que lo rodeaba en su tabla de surf. “Nuestro mar es tan grande que los argentinos tenemos un desconocimiento total de lo que pasa allí, no se mide, no se evalúa, ni siquiera tenemos idea de sus dimensiones. Instalar estos equipos también será estratégico para tener presencia en un territorio bastante desprotegido. Es sabido, por ejemplo, que barcos de otros países vienen a llevarse nuestros recursos y no hay manera de monitorearlos. El hecho de empezar a ocuparlo será también un acto de soberanía”.
FUENTE: Carlos Pagura – www.ambito.com