En las próximas semanas se cumplen 3 años del cierre de uno de los hoteles más emblemáticos de la Ciudad, el Plaza. Ubicado en Retiro, frente a la Plaza San Martín, fue el primer cinco estrellas de Sudamérica, construido específicamente para ese fin. Del Plaza Hotel se extraña el movimiento incesante de turistas; su puerta de acceso, articulada a través de uno de los pasajes de carruajes más lindos de la Ciudad; pero también su puchero. El histórico puchero que inauguraba la temporada de invierno todos los 1° de mayo.
El cierre del Marriott Plaza Hotel -propiedad del grupo Sutton Dabbah, dueño también de los hoteles Alvear, entre otros- se produjo en los últimos días de abril de 2017. En aquel momento la empresa informó a Clarín que comenzaba un proceso de restauración integral del edificio. Según dijeron, iban a reformular el interior de las habitaciones -por ejemplo, con la ampliación de los baños-, destinar un sector a residencias y sumar un área de coworking.
En más de un siglo de vida, las demandas de los viajeros han cambiado, y mucho. La amplitud de los espacios es muy valorada, tanto como el hecho de que una habitación tenga un confort tecnológico que en el Plaza había quedado desactualizado.
Sin embargo, cuando faltan pocas semanas para que se cumpla el plazo que se había anunciado para que terminara la obra, no se ven movimientos, ni obreros, ni máquinas que indiquen tal transformación.
De hecho, ni siquiera se vieron trabajos en la fachada. El hotel forma parte de una APH, Área de Protección Histórica, que abarca a los edificios de mayor importancia en torno a la Plaza San Martín, como el Palacio de Cancillería, el Palacio Paz y el Kavanagh, entre otros. Tiene una protección cautelar, lo que preserva “la imagen característica de un área y se previenen alteraciones en su tejido y morfología”. Todas las construcciones ubicadas dentro de un APH cuentan, por defecto, con algún tipo de protección.
Según pudo saber este diario a traves de fuentes de la Secretaría de Desarrollo Urbano de la Ciudad, la empresa solicitó un permiso de obra para ampliar y construir en altura hacia la calle San Martín, sin intervenir la volumetría del edificio original. Porque el hotel se reparte sobre dos edificios: el más antiguo, que mira hacia la plaza, es de principios del siglo XX. Y el que se va a ampliar se construyó entre 1942 y 1948 y no tiene los ornamentos del original.
Desde la Secretaría precisaron que el proyecto aprobado propone la actualización funcional, tecnológica y de restauración, y la puesta en valor integral del hotel. Y que sus especialistas en Patrimonio evaluaron que respetará el entorno, al mismo tiempo que promoverá nuevas actividades comerciales, turísticas, culturales y de servicio. Además, subrayaron que se va a conservar la escala del edificio original sin alterar el perfil urbano que da carácter a la Plaza San Martín.
Actualmente, la parte del hotel que mira hacia la calle San Martín -que tiene además como telón de fondo otro bien patrimonial de la Ciudad, como es la Basílica del Santísimo Sacramento- tiene 9 pisos. Pero esos pisos están escalonados, es decir que a medida que el edificio va subiendo, el frente se retira. La idea es que con esta nueva obra, el frente se complete como todo un bloque.
“En el basamento se recuperarán las proporciones de llenos y vacíos que a lo largo de los años fueron desvirtuados. De esta manera, la composición y ritmos entre los paños macizos y sectores vidriados recobrarán una lectura adecuada para el carácter académico de todo el edificio. Asimismo, esta mejora arquitectónica tiene relación con las acciones de recuperación urbana que se llevaron a cabo por distintas áreas de Gobierno en la calle Florida”, dice el la presentación del proyecto.
Pero a los vecinos nadie les dio información, por eso se muestran desconcertados con respecto a lo que puede suceder en la esquina de Marcelo T. de Alvear y San Martín. “Se dicen muchas cosas. Lo que es seguro es que aún no se ha hecho ninguna gran obra, porque lo que hemos visto hasta ahora es como una especie de vaciamiento del interior del hotel. Cada dos por tres sacan cosas, tabiques, muebles y restos. Pero la fachada no fue restaurada y tampoco vimos gran cantidad de trabajos, teniendo en cuenta que informaron que iba a hacerse casi a nuevo”, contó a Clarín un canillita de la zona.
Otro vecino, que vive sobre San Martín, indicó que, con el hotel vacío, se generó inseguridad: “Siempre es mejor que haya gente yendo y viniendo. Una cosa es el barrio durante el día, cuando siempre hay gente, y otra es de noche, cuando queda casi vacío. El hotel siempre nos aseguraba vigilancia, remiseros, choferes, micros y turistas. Es un movimiento que ayuda a que te sientas más seguro”, contó.
Sobre Marcelo T. de Alvear subsistía, hasta estos días, una peluquería muy de los años 80, con un público fiel. Pero la semana pasada su propietario preparaba su mudanza para dejar el local después de muchos años. “Por suerte conseguí un lugar acá nomás, a media cuadra. Sabemos que en pocas semanas arranca una obra, pero no sabemos que tipo de obra. Ojalá sirva para revitalizar el barrio”, le contó a este diario.
El hotel ocupa una manzana triangular que, hacia Leandro Alem, está ocupada por el Kavanagh. Este y el Plaza están separados por la calle peatonal Corina Kavanagh, que no es de uso público. Su edificio es obra del arquitecto alemán Alfred Zucker y se inauguró en 1909. Para 1913 se construyó el “paseo de carruajes”, que en rigor funcionó como un paso cubierto para coches. Luego siguió la ampliación hacia San Martín, en los años 40.
En 1978, el Plaza tuvo una importante remodelación, que realizaron los arquitectos Clorindo Testa y Héctor Lacarra. Diseñaron balcones terrazas a nivel de las mansardas. Y en 2004 hubo una puesta en valor de la fachada original.
Desde la empresa de la familia Sutton Dabbah -quienes iniciaron su emporio con la venta de los perfumes para chicos Mujercitas, Paco y Pibes- declinaron ampliar la información. De forma escueta, dijeron a Clarín: “El proyecto está activo. Más adelante la dirección del hotel dará un status de avance”. No confirmaron ni desmintieron la ampliación en la esquina de Marcelo T. de Alvear y San Martín.
La familia Sutton Dabbah es propietaria del hotel desde 2013, cuando fue adquirido en $ 280 millones, por entonces equivalentes a US$ 55 millones. En su origen, el propietario fue Ernesto Tornquist, un poderoso empresario que tuvo astilleros, fábricas, explotación de petróleo en Mendoza y de quebracho en Santiago del Estero; participó de la construcción de ferrocarriles en el interior y fue también dueño de una gran cantidad de tierras. Además, tuvo 14 hijos, quienes a su vez también dejaron una enorme descendencia. Por este motivo, cuando los Sutton Dabbah decidieron comprar el hotel, la negociación incluyó a 60 accionistas, muchos de ellos descendientes de Ernesto Tornquist.
FUENTE: Silvia Gómez – www.clarin.com