La idea del parque comenzó a existir tiempo antes, en el año 2000 y, gracias a la denodada labor de muchos vecinos de la zona, esa ley lo institucionalizó.
El Parque de Flora Nativa Benito Quinquela Martín reúne condiciones excepcionales: Fue la Primera Iniciativa Popular de la Ciudad que alcanzó la Promoción (17.271 adhesiones), y en el 2003 fue votado como prioridad del Presupuesto Participativo; su diseño se realizó empleándose el programa Diseño Participativo del Paisaje por primera vez para un nuevo espacio público; y es el primero en la Ciudad de Flora Nativa. También es el primero del que dispone el barrio de La Boca.
En el barrio de La Boca existía un gran predio ferroviario conocido como Casa Amarilla. El lugar abarcaba un amplio sector entre Av. Alte. Brown y Av. Martín García, Irala y Blanes.
El terreno donde hoy puede apreciarse la réplica de la casa del Almirante Guillermo Brown, marino irlandés nacionalizado argentino y creador de la Armada Argentina, estaba en una zona de grandes quintas, de las cuales hacia 1817, la de Britain ocupaba la mayor parte de lo que hoy conocemos como Casa Amarilla. Según cuenta Santiago Calzadilla: “fue en esta quinta que se plantaron por primera vez las peras de agua, llamadas del Buen Cristiano Williams, que maravillaban a los porteños». (N de R: el lugar donde hoy se encuentra la réplica de la casa del Almte Brown no corresponde exactamente al lugar donde se hallaba la orginal; estaba en el predio pero no sobre la Av. que lleva su nombre)
En el transcurso del tiempo esa tierra pública se fue enajenando para distintos usos con una urbanización desordenada, actualmente en algunas áreas falta resolver una adecuada conectividad y algunas calles tienen la nomenclatura desplazada.
De hecho lo único que quedó en manos del Estado Nacional es lo que la Comisión de Vecinos de la calle Irala y Adyacencias, conseguiría, después de innumerables gestiones para crear el primer parque público de flora nativa de la Ciudad.El espacio donde está ubicado el Parque de 3,8 hectáreas se ubica en la calle Irala, entre Pi y Margall y Aristóbulo del Valle y vías del Ferrocarril Roca.
Allí se guardaban algunos contenedores y camiones, una especie de gran baldío cuya principal actividad era la de un estacionamiento para vehículos en los días en que se disputaban partidos de fútbol en el vecino estadio del Club Boca Juniors.
Como es sabido, La Boca sufrió degradación y deterioro a partir del cierre de su puerto en los años 60´; con las sucesivas crisis se transformó en una zona de grandes depósitos, generando un grave problema con el tránsito pesado, situación que desbordó cuando hicieron un desvío ilegal y empezaron a pasar por la calle Irala una enorme cantidad de vehículos pesados, estimado en 1400 camiones por día.
En el año 1999 la Comisión de Vecinos de la Calle Irala y adyacencias concurrió al entonces CGP 3 – en ese momento sito en Av. Martín García – y se sumó a la Comisión de Ambiente. Allí les entregaron copia de los lineamientos estratégicos del proyecto del plan urbano ambiental de la Ciudad que preveía que las playas ferroviarias que fueran desafectadas de transferencia de carga iban a ser destinadas preferentemente para espacios verdes de uso público.
Esa información fue vital para decidir acciones futuras y mirar de otra manera ese gran terreno baldío
En Septiembre de 2000, en una tímida carilla acompañada de 220 firmas la Comisión pidió la “reconversión de la Terminal Multimodal Casa Amarilla en ESPACIOS VERDES. La misma se basó en la imperiosa necesidad que tiene nuestra Ciudad de contar con superficies permeables, áreas forestadas, espacios públicos y mayor conectividad urbana; apelando para ello al PLAN URBANO AMBIENTAL -Ley 71 de 1998- y al Art.30 de la Constitución de la Ciudad.”
En abril de 2001 la Dirección General de Planeamiento e Interpretación Urbanística notificó que la propuesta era convergente con lo explicitado para el sector en el Plan Urbano Ambiental, lo que hizo crecer sus esperanzas. Sin embargo, en Septiembre del mismo año apareció en el diario Clarín una nota titulada: “Tierras abandonadas del ferrocarril se usarán para proyectos urbanísticos».Ese proyecto pretendía dividir el predio en cinco partes: Cuatro manzanas de complejos de edificios y una pequeña plaza en el medio. Esa noticia los motivó a defender con más ahínco su propuesta.
Las aperturas mostraban las calles atravesando las vías, algo que después supieron estaba prohibido.
Por ello se recurrieron a la Defensoría de la Ciudad, Adjuntía del Prof. Brailovsky, especialista en temas ambientales, tomando conocimiento de que existía la Iniciativa Popular, una herramienta de participación ciudadana de la Constitución de la Ciudad, herramienta que desconocían. Así, decidieron presentar un proyecto de ley propio, con un destino diferente al que el Ejecutivo impulsaba con pedido de preferencia.
Para entonces ya habían entablado contacto con la Asamblea Permanente por los Espacios Verdes Urbanos (APEVU) y varias organizaciones vecinales del barrio de La Boca. Con el intercambio de ideas su proyecto original creció. El Parque debía ser de especies autóctonas para recuperar el paisaje original y darle un plus de interés al paseo. Eran momentos de gran intensidad social y Diciembre de 2001 los encontró con la gran ventaja de ser un grupo pre-existente con un proyecto propio para divulgar y mucha ciudadanía ávida de participar.
Sabían que para un colectivo tan pequeño resultaría muy difícil juntar el 1,5 del padrón electoral de la Ciudad, casi 40.000 firmas; sin embargo al mes y medio ya tenían las primeras 4000 firmas que obligan por ley tanto a la Legislatura como al Gobierno a difundir la Iniciativa. Como nunca se había hecho, las dilaciones eran constantes, hasta que mediante una carta documento se logró destrabar y avanzar con la difusión.
Mientras consideraban estos obstáculos, averiguaron que la Iniciativa Popular no se contraponía con que algún legislador presentara el proyecto y la Diputada Beatríz Baltroc lo representó.
En tanto, la Iniciativa Popular que había sido lanzada el 1°de Agosto de 2002 cumplió el plazo de un año con un apoyo muy significativo: pudieron reunir 14.271 firmas, además de 3.000 adhesiones; un logro importantísimo para un reducido grupo de vecinos. Las firmas fueron corroboradas por etapas por la entonces Dirección de Participación Ciudadana de la Legislatura, certificación que sirvió para anexarlas al expediente del Proyecto de Ley.
Para concretar el proyecto era necesario, además de la sanción de la ley, que el ONABE cediera los terrenos. Tuvieron una primera reunión con el Prof. Fernando Suárez, Presidente del ONABE, quien les adelantó que se firmaría el convenio con el Gobierno de la Ciudad para su traspaso, lo que sucedió el 31 de Julio de 2003, para ser destinado a uso público y comunitario, en concordancia a la propuesta vecinal.
Aquí pasó algo muy importante: al tener su proyecto estado parlamentario, dialogaron con todos los bloques políticos y llegaron a tener 31 firmas de legisladores, el número necesario de votos para la primera lectura, pero en ese momento debido al cambio de pertenecía política, dos de ellos, que ya habían firmado, retiraron su apoyo en el recinto en la última sesión de 2003.
Durante enero de 2004 se reformuló el proyecto incorporando las condiciones del convenio suscripto entre el ONABE y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Esto delimitó la superficie para el parque y la reservada para la operatoria del ferrocarril.
Diseño participativo
La importancia de consensuar ideas y proyectos entre los vecinos del barrio y los entes gubernamentales queda de manifiesto en la concreción de este proyecto.
En paralelo, se tomó conocimiento de la existencia del Programa de Diagnóstico Participativo del Paisaje e iniciaron las gestiones para poder darle continuidad a la participación. El Programa se había aplicado para remodelación de plazas existentes, pero nunca para un espacio público desde cero. Además, daba resolución a otras cuestiones que preocupaban a la Comisión ya que si se llamaba a concurso podía demandar mucho tiempo, y en un predio tan codiciado significaba poner todo en riesgo. También podría resultar en un diseño de avanzada, pero alejado de los intereses de los vecinos, que venían luchando por este tema desde hacía largo tiempo. La crisis socio-económica del 2000 golpeó muy fuerte en el barrio, ya de por sí con muchas necesidades, y, por tanto,se deseaba un proyecto a medida y no uno que demandase esfuerzos y costos elevados.
Sin rosas….
En los albores del siglo XXI el camino a transitar no se mostró como un lecho de rosas sino un camino con varias piedras aún por remover.
En julio de 2003 se firmó el convenio de sesión aunque ello no implicó que se pudiesen iniciar las obras de inmediato ya que en octubre se ocupó el predio con más de 1000 contenedores y el Club Boca Juniors continuaba utilizando el espacio para estacionamiento durante los partidos. Por ello, en 2004 se debió presentar un amparo judicial.
Floreciendo:
En Abril de 2004 se votó en primera lectura y en septiembre en segunda lectura la ley para zonificar como Urbanización Parque el predio de Casa Amarilla, que se convirtió así en el Primer Parque Público de La Boca y el primero de la Ciudad de Flora Nativa y con diseño participativo.
Cuando se ingresó por primera vez al lugar se tomó real dimensión de la amplitud del predio lo cual se constituyó en una emoción muy fuerte. Fue la verdadera experiencia del espacio.
El Parque der Flora Nativa Benito Quinquela Martín pronto cumplirá 15 años. Su importancia crece día a día reafirmando que se está en el camino correcto: un urbanismo respetuoso del ambiente, que incluya la participación ciudadana y el respeto por los espacios públicos.Los invitamos a vivir esta experiencia, para que conozcan y disfruten de este Parque en el que se llevan a cabo diversas actividades periódicamente.
El material para esta nota tanto bibliográfico como gráfico fue provisto por la Sra. Silvana Canziani, Presidenta de la Comisión de Vecinos de la calle Irala y adyacencias a quien agradecemos su inestimable colaboración.
FUENTE: revistahabitat.com