Desde la semana pasada, con el estreno en los cines de la película “Argentina 1985”, se puede ver en pantalla grande uno de los edificios de mayor valor patrimonial de la Ciudad: el Palacio de Justicia.
Por ahora, ver este filme esa es la única forma de “visitar” el interior de este gigante, que traslada a sus salones toda la magnificencia del exterior de su fachada. Un edificio monumental que estuvo 38 años en obra y que es el corazón de una zona con nombre propio, Tribunales.
El Salón de los Derechos Humanos, en donde se llevó a cabo el Juicio a las Juntas, entre muchos otros, fue uno de los sets principales de la película. Clarín pudo ingresar al Palacio y recorrer ese y otros espacios que fueron usados como locaciones. Se trata de los salones, patios y áreas que habitualmente recorren los ministros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Pero antes de iniciar este recorrido por lugares vedados al público, es interesante conocer algunos detalles sobre este Palacio. El arquitecto que diseñó el edificio “original” fue el francés Norbert Maillart. Lo hizo en 1889. Pero la piedra fundamental fue colocada recién en 1904 y las obras arrancaron un año después.
En esa época, entre fines del 1800 y principios del 1900, Buenos Aires comenzaba a transformarse en una gran urbe, con un aumento importante de su población. Escuelas, hospitales y edificios públicos, muchos de ellos monumentales, comenzaban a irrumpir en la Ciudad.
Maillart, que solo estuvo al frente del proyecto cuatro años. pensó un edificio con algunas diferencias con respecto al que se terminó construyendo, sobre todo en el coronamiento. Existe una fotografía de una maqueta que documentó su ambición: quería que el techo culminara en mansarda y con dos importantes cúpulas. Pero esa idea fue desactivada y, en cambio, se decidió construir un piso más.
Por otra parte, Maillart imaginó escalinatas que avanzaran hacia el exterior del edificio, algo similar a lo que se puede ver en el Palacio del Congreso o en la Facultad de Derecho de la UBA. Esto tampoco se pudo llevar a cabo.
Para 1912, aún cuando el edificio no estaba terminado, se instaló la Corte. Sin embargo debieron pasar otros 30 años hasta la inauguración definitiva de este palacio.
Una de las cosas que más impacta al ingresar al edificio es la escultura de Themis, la diosa griega de la Justicia. Se trata de una obra del artista plástico Rogelio Yrurtia. Pero esta diosa no sostiene una balanza, ni una espada y tampoco tiene sus ojos vendados, como usualmente se la representa: tiene los brazos extendidos, en señal de protección, piedad y perdón, un gesto de abrazo y consuelo.
No es la escultura original, que se encuentra en el Cementerio de Olivos, sino que es resultado de una segunda fundición del mismo molde.
Otro grupo escultórico que llama la atención está en el techo y se ve desde la vereda. Son cuatro mujeres, dos en cada extremo, que sostienen tablas que representan los Diez Mandamientos, los que según la Biblia Dios le dio a Moisés. Pero estas tablas no tienen inscripción alguna y nadie puede explicar por qué. Estas esculturas, colocadas en 1925, tampoco estaban en los planes de Maillart.
Funcionarios de la Corte conducen a Clarín por una serie de corredores, salones, despachos y distribuidores profusamente ornamentados.
El silencio y la calma reinan en esta ala del edificio. Y una penumbra que solo se ve interrumpida por las cubiertas que iluminan los patios internos, que dejan pasar la luz a través de ladrillones de vidrio prismáticos circulares traídos de Bélgica.
Una de estas cubiertas ilumina el Salón de los Pasos Perdidos. Allí cuando se levanta la mirada se pueden ver cinco dinteles de mármol blanco, originarios de la provincia de San Luis, que tienen talladas las palabras “Igualdad”, “Verdad”, “Justicia”, “Derecho” y “Ley”. Hay una sexta palabra, pero escondida en los laterales: “Severidad”.
En los salones donde se llevan a cabo los juicios orales, sorprende el nivel de detalle de todo el mobiliario. En ellos está la mano de Maillart, que diseñó hasta los sillones.
Además en el diseño de los detalles interiores intervino otro gran arquitecto: el italiano Virginio Colombo. El mismo que, entre muchas otras obras que dejaron huella en la Ciudad, construyó el único edificio que sigue en pie de los 35 que se levantaron para la fiesta por los 100 años de la Revolución de Mayo, el Pabellón del Centenario.
El Salón de los Derechos Humanos, bautizado así en 2014, está enmarcado por un vitral que da hacia la calle Uruguay. En el centro se lee la frase “Afianzar la Justicia”, enmarcada por dos mujeres que sostienen espadas. El conjunto está coronado por el escudo nacional. No se conoce quién fue el o los artesanos que trabajaron en este vitral, pero sí se sabe que fue realizado en el país.
Si bien algunos materiales constructivos utilizados en el Palacio son locales, muchos otros fueron traídos de Europa. Como el mármol que reviste buena parte de paredes y pisos. Otros llegaron de lugares no tan habituales, como las venecitas que se ven en algunos pisos o en los escudos de las provincias, que son de Boston (Estados Unidos).
Si bien algunos materiales constructivos utilizados en el Palacio son locales, muchos otros fueron traídos de Europa. Como el mármol que reviste buena parte de paredes y pisos. Otros llegaron de lugares no tan habituales, como las venecitas que se ven en algunos pisos o en los escudos de las provincias, que son de Boston (Estados Unidos).
El cineasta explicó también qué papel juego el Palacio de Justicia en esta historia: “Hubiese sido imposible imaginar la película prescindiendo de las instalaciones del edificio, con toda su fuerza, su narrativa y su grandiosidad”, dijo Mitre al boletín de comunicaciones internas de la Corte.
“Argentina 1985” no fue la única película que se rodó aquí. Hay una decena, entre ellas “El secreto de sus ojos”, de Juan José Campanella, también con el actor Ricardo Darín como protagonista, junto a Soledad Villamil. La actriz protagoniza a una jueza y Darín un empleado judicial.
Otra de las películas que se rodó aquí fue “El Clan”, la historia real sobre los secuestros y los crímenes cometidos por la familia Puccio en los años 80, del director Pablo Trapero. Una de las escenas más impactantes es el momento en que el actor Peter Lanzani, interpretando a Alejandro Puccio, salta al vacío desde un cuarto piso del Palacio. Un episodio que ocurrió el 8 de noviembre de 1985.
A propósito, estas dos películas recibieron importantísimos premios: un Oscar para “El secreto de sus ojos” y el Goya a la Mejor Película Iberoamericana para “El Clan”. Mientras tanto “Argentina 1985” ya obtuvo el Premio del Público en el Festival de San Sebastián.
Un Palacio con la fachada a nuevo pero que pocos pueden visitar por dentro
Por el momento, no es posible ingresar al Palacio de Justicia en una visita guiada. Solamente se hacen visitas específicas, por ejemplo con delegaciones de organismos internacionales que van a conocer el Salón de los Derechos Humanos. O bien, con estudiantes de las carreras de Arquitectura o Ingeniería.
Por estos días se ve el montaje de un andamio en todo el contorno del Palacio. Según informaron funcionarios de la Corte, se trata de trabajos de mantenimiento. Como es Monumento Histórico Nacional, todas las obras deben ser monitoreadas por la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y Bienes Históricos.
La última gran restauración se llevó a cabo durante los festejos del Bicentenario de la Revolución de Mayo, en 2010. Por entonces, el exterior del edificio dejó de ser gris y recuperó su aspecto original.
Cuando cae el sol, la iluminación sobre la fachada devuelve una estampa dramática del Palacio de Justicio: se realzan los grupos escultóricos, el ingreso, las galerías, los balcones y las ventanas. Y sobresalen las damas que sostienen las tablas con los Diez Mandamientos, esos que nunca fueron inscriptos.
FUENTE: Silvia Gómez – www.clarin.com