El Palacio Barolo, increíble obra arquitectónica portela enclavada en el corazón de la tradicional Avenida de Mayo, se prepara para celebrar sus 100 años de vida. Sin dudas se trata de uno de los edificios más emblemáticos y sorprendentes de la ciudad de Buenos Aires. La imponente construcción es un deleite para la vista y está rodeada de historias siempre vigentes.
Se trata de una obra construida entre 1919 y 1923 para el empresario italiano Luis Barolo que nació como edificio de rentas y pasaje peatonal (conecta la Avenida de Mayo con Hipólito Yrigoyen). Su arquitecto fue el milanés Mario Palanti, quien también hizo el Palacio Salvo en Montevideo, Uruguay, creador de un estilo particular donde se mezclan lo medieval y el hinduismo con soluciones tecnológicas de avanzada para su época.
Barolo fue un progresista y poderoso productor agropecuario. Llegó a la Argentina en 1890, fue pionero en su actividad y un adelantado por traer máquinas para hilar el algodón (se dedicó a la importación de tejidos). Instaló las primeras hilanderías de lana peinada del país e inició los primeros cultivos de algodón en Chaco.
Según la web oficial del inmueble icónico, desesperado por conservar las cenizas del famoso escritor Dante Alighieri (falleció en Rávena, Italia, en 1321, y sus restos descansan en la Basílica de San Francisco en esa ciudad), el empresario quiso construir un edificio inspirado en la obra máxima del poeta italiano, la Divina Comedia.
El terreno elegido para levantar el palacio tenía una superficie de 1365 metros cuadrados y un frente de 30,88 metros. La obra demandó 4 años y se estrenó el 7 de julio de 1923 con 24 plantas (22 pisos y 2 subsuelos), 100 metros de altura se hicieron posibles gracias a una concesión especial otorgada por el intendente Luis Cantilo en 1921, ya que superaba en casi cuatro veces la máxima permitida por la avenida.
Hasta el punto más alto de la cúpula mide 90 metros, llegando a los 100 con un gran faro giratorio de 300.000 bujías que lo hacia visible desde Uruguay. Una usina propia la autoabastecía en energía. En la década del ´20, esto lo convertiría en lo que en el presente se denominaría “edificio inteligente”. Desde entonces existen 2 montacargas y 9 ascensores, dos de los cuales están ocultos.
Cómo se pensó
Tanto Barolo como Palanti, los creadores del edificio de origen italiano, sentían profunda adoración por la figura de Alighieri y construyeron en su homenaje un edificio lleno de analogías a la Divina Comedia. La intención era que allí reposaran las cenizas del mítico escritor italiano. Para eso diseñaron un lugar bajo la bóveda central, en la planta baja con una estatua de bronce de 1,50 metros de altura que representaba el espíritu del poeta apoyado sobre una gran ave que lo llevaba al Paraíso.
Pero la estatua fue robada al arribar el barco que la trajo de Italia, en los ‘20, y su lugar fue ocupado por una réplica. La misma fue realizada por Amelia Campbell, hija de Carlos Jorio, uno de los primeros inquilinos del Barolo (y de quien se conserva una oficina con mobiliario y objetos antiguos).
De la obra original se pudo recuperar recientemente sólo la base (porque fue mutilada), tras más de 20 años de intensa búsqueda y desde noviembre de 2021 se encuentra en las oficinas del mítico edificio (mientras que la escultura que se encuentra en la planta baja del edificio no es una réplica sino una versión libre).
Ya desde sus inicios, el Barolo llamó la atención. El edificio se puede categorizar dentro del movimiento Art Nouveau, pero tiene detalles de arquitectura gótica y neorromántica. Además, fue construido utilizando la técnica del hormigón armado, un método moderno. La cúpula, por su parte, está inspirada en el templo Rajarani Bhubaneshvar, de la India. “Rascacielos latino”: así resumió su estilo ecléctico el arquitecto Palanti.
El mármol del piso, de colores verde, blanco y rojo, como la bandera italiana, al igual que el resto de las decoraciones, son originales de 1923. El edificio, al ser declarado Monumento Histórico Nacional en 1997, no puede ser modificado.
En toda su estructura se advierten múltiples significados y referencias directas a la gran obra del Dante. Tiene 100 metros de altura, como 100 son los cantos de la Divina Comedia y al igual que las estrofas de los versos, 22 son sus pisos. Está dividido en Infierno, Purgatorio y Paraíso, coronado por un faro que simboliza la figura de Dios.
La planta baja y los dos subsuelos representan el Infierno; el Purgatorio se desarrolla desde el piso 1 al 14 y cada dos pisos representa uno de los siete pecados capitales. El Paraíso se ubica en la torre del edificio, desde el piso 14 al 22. Tiene 8 pisos, por los ocho cuerpos celestes del sistema solar del Dante: Luna, Mercurio, Venus, Sol, Marte, Júpiter, Saturno y las Estrellas. El círculo se asocia a la perfección y el edificio está repleto de formas curvas que cumplen con la relación pitagórica que determina el número Pi (3,14); dicha relación se da en la división original del acceso mediante los ascensores: 22 pisos, dividido por 7 ascensores, da exactamente 3,14.
Al mirador se accede por una escalera caracol. Subirla tiene su recompensa: se disfrutan vistas panorámicas de la ciudad de Buenos Aires, en cada uno de los balcones que rodean los 360 grados del mirador. El faro, ubicado en el último nivel del Paraíso, representa a los Nueve Coros Angelicales y sobre él se alinea la constelación de la Cruz del Sur con el eje del Palacio Barolo en los primeros días de junio.
En planta baja funcionó hasta su desaparición, la agencia de noticias Saporitti. En la actualidad es un edificio exclusivamente de oficinas, muchas están alquiladas y otras se ofrecen en alquiler o en venta.
Unidos para conservar una joya porteña
En unos días habrá nuevas acciones para celebrar el centenario del Barolo. Tomás y Miqueas Thärigen, quienes presiden la Fundación Los Amigos del Palacio Barolo, tienen a su cargo la organización de estas celebraciones. Informaron a Infobae que “los eventos del centenario comenzaron en agosto de 2022 con encuentros musicales y artísticos que se fueron desarrollando para celebrar este momento esperado. Y habrá grandes sorpresas para compartir con el público que asiste entusiasta desde hace meses al Pasaje Barolo que tiene entrada libre y gratuita”.
El sábado 8 de julio será el día elegido para celebrar el primer siglo de este icono argentino y este acontecimiento se transmitirá también por redes sociales.
Tomás Thärigen, comentó que “el Palacio Barolo originalmente contó con 400 inmuebles. Con el transcurso del tiempo se fueron generando modificaciones que alteraron su estructura interna. En 1997, al ser declarado Monumento Histórico Nacional, se comienzan a recuperar piezas fundamentales de su ornamentación y estructura en una esmerada puesta en valor que continúa desde hace décadas”.
Actualmente hay 260 oficinistas (aproximadamente) entre consorcistas e inquilinos.
En el Barolo comparten espacios diferentes rubros de profesionales: estudios de arquitectura, productoras audiovisuales, gabinetes de psicología, estudios contables. También psicólogos, artistas y emprendedores varios. Incluso un taller de joyería, un local de moda y una librería.
El Pasaje Barolo es el único sector público del edificio y se encuentra abierto todos los días de 10 a 20 horas.
“Es un edificio de oficinas con un consorcio privado por lo tanto se aplica el derecho de admisión y permanencia a todo aquel que transite su hall central. Se permite acceder tanto a las terrazas como a la torre del edificio, donde están los balcones miradores y el Faro que corona su estructura, únicamente a los consorcistas que poseen propiedades en esas áreas o a los visitantes que asisten a las visitas guiadas (aranceladas)”, detalló Miqueas Thärigen.
En los últimos tiempos se hicieron constantes trabajos de mantenimiento interno, producto de una minuciosa labor de tres décadas llevada adelante por la administración Campbell (descendientes de los primeros inquilinos que habitaron el edificio en los años ‘20).
En cuenta regresiva al centenario, se puso en valor el espacio que contiene el Faro (una cúpula de vidrio a cien metros de altura) pintando su estructura y dándole mantenimiento a su luminaria, declarada en el 2010, Faro del Bicentenario Argentino.
El 7 de julio 2022 se inauguró un nuevo quiosco con el estilo de los años ‘20, diseñado por la arquitecta Marina Thärigen que reemplazó al que se encontraba desde la apertura del edificio. “En el mismo se entregan los tickets para visitas guiadas. Una obra que emula al quiosco original del edificio, con vitraux y piezas de madera y mármol que transportan a la época de inauguración”, contó Tomás.
Próximamente se pintará el piso 20, el área que corresponde a los balcones miradores del Palacio y el piso 21 (donde se percibe el coronamiento de reminiscencias hindúes).
Precios y cómo son los espacios actualmente
Las oficinas varían de precios dado que sus alquileres corresponden a los metros cuadrados que poseen. Para dar un ejemplo, una de 9 metros cuadrados está alrededor de $30.000 mensuales.
Miqueas, dijo que “las expensasincluyen el servicio de luz y agua. El edificio no posee gas natural pero la calefacción es a través de radiadores antiguos instalados en la década del ‘40 que aún funcionan. Otra particularidad es que los baños son compartidos, salvo los ubicados en las oficinas más grandes (80 m2 en adelante) que tienen sus propios toilettes.
Desde la fundación que “custodia” que el edificio se mantenga bien también comunicaron que son ellos también los gestores culturales desde hace décadas, fundadores de la empresa pionera de visitas guiadas y del Rooftop del piso 16, llamado Salón 1923.
Jorge Yavícoli, comercializa para Lepore Propiedades una de las oficinas que actualmente se venden allí. “Originalmente los espacios tenían un uso clásico que empleaban abogados contadores, administraciones, entre otros. Si bien hoy todavía sigue captando el interés de distintos profesionales y empresas, se instalaron además compañías de turismo y actividades varias, el edificio está siendo ocupado también por personas con sensibilidad artística y cultural. Ese es el motivo por el cual el edificio es buscado por psicoanalistas, escritores y pintores”.
La oficina que comercializa tiene 30 m2 y está en el séptimo piso. Se divide en dos despachos similares y a la vez cada uno de los cuales posee una entrada independiente desde el palier común.
“Es sumamente luminosa conserva sus materiales originales como ser pisos de pinotea, lo mismo que aberturas y carpinterías. De igual manera el edificio mantiene todos sus materiales originales como ser bronces, mármoles, inclusive su aire de la época como ser los baños compartidos en los palieres comunes y los coches ascensores originales”, dijo Yavícoli.
Allí actualmente hay más de 10 oficinas en venta que parten desde USD 40.000 y pueden escalar hasta USD 100.000, según la superficie y su estado. El valor del m2 fluctúa entre USD 1.500 a USD 2.000, teniendo en cuenta que el precio de otros inmuebles ubicados en las inmediaciones no superan en promedio los USD 1.200 por m2.
Por otro lado, Patricio Bedetti, de la comercializadora homónima y ex presidente de la Mutual Inmobiliaria Argentina, señaló a Infobae, que “recientemente se alquilaron dos oficinas de aproximadamente 30 m2 con balcón de 2,5 m2 en forma de semi-circulo, sus pisos son de madera y en sus paredes se pueden apreciar elegantes molduras, los ventanales y puertas de hierro con vidrio repartido”.
Las que se alquilaron y son pequeñas salen $35.000 por mes y las que se unen o de mayor superficie pueden llegar a superar los $100.000 mensuales. En planta baja hay locales comerciales.
Sobre qué significa trabajar en el Palacio Barolo, Bedetti, concluyó: “Además de una emoción extraordinaria, no me dan ganas de irme. En la inmobiliaria saben que cuando voy al edificio no tengo horario de regreso por que amo perderme en sus pasillos y escalinatas donde el tiempo se retrotrae a la época de oro de nuestra hermosa patria. Y creo que quienes se desempeñan allí sienten lo mismo y por eso trabajan con comodidad en una construcción que jamás perderá su encanto urbano y arquitectónico”.
FUENTE: José Luis Cieri – www.infobae.com