Nació con críticas y hasta votaron para demolerlo. Fue testigo de festejos y protestas; de transformaciones urbanas y sociales. El año pasado, la pandemia y la cuarentena hicieron que se salteara la renovación que se hace cada cuatro años. El Obelisco, en mayo, cumple 85 años. Y desde el lunes empezarán los trabajos para pintarlo por completo nuevamente. Y para restaurar las rejas que lo protegen del vandalismo.
Todo el “lifting” demorará hasta fines de abril y principios de mayo. Así, el monumento, que se convirtió en el mayor ícono de Buenos Aires, quedará listo para su cumpleaños 85, el 23 de mayo. Aún es pronto para saber si habrá algún tipo de celebración.
En 2016, cuando cumplió 80, igual número de vecinos que se habían anotado previamente a través de las redes sociales, pudieron acceder a la experiencia de trepar hasta la cima por las escaleras internas y asomarse a las cuatro ventanas que dan una vista privilegiada de las avenidas 9 de Julio y Corrientes.
Ahora no se sabe si podrá repetirse una acción similar. Lo más probable es que la situación sanitaria no lo permita. Pero el Obelisco seguirá ahí, tras haber superado al menos dos amenazas de demolición y a la espera de recibir los 308 litros de pintura que lo renovarán luego de cinco años. Y con cinco datos clave con los que se constituyó en una referencia de la Ciudad y también de la Argentina.
De iglesia a monumento
Antes de 1936, donde hoy se cruzan Corrientes, 9 de Julio y Roque Sáenz Peña, estaba la iglesia San Nicolás de Bari. Allí se izó por primera vez la bandera nacional en la Ciudad, el 23 de agosto de 1812, un hecho que se recuerda con una inscripción en una de las caras del Obelisco. En las otras tres se conmemoran la primera fundación de la Ciudad por Pedro de Mendoza, la segunda por Juan de Garay y la federalización de Buenos Aires en 1880.
En los años 30, Buenos Aires sufrió una gran transformación. Se abrieron las diagonales Norte y Sur y además se ensanchó la calle Corrientes. También se comenzó a construir la avenida 9 de Julio. El Obelisco fue planeado para convertirse en el centro de este núcleo de avenidas.
15 minutos hasta la cima
El Obelisco es una estructura hueca de 67,5 metros y 170 toneladas coronada por un pararrayos. Llegar a la punta, donde hay una habitación de tres por tres con cuatro ventanas, no es fácil. Hay que subir los 206 peldaños de hierro de una escalera recta y sin baranda, con sólo siete descansos. Hacerlo toma unos 15 minutos. El año pasado, 35 vecinos vivieron la experiencia, de la mano de un programa del Ministerio de Espacio Público porteño que proponía visitas a lugares distintivos de la Ciudad.
El Obelisco fue diseñado por el arquitecto tucumano Alberto Prebisch y costó 200.000 pesos moneda nacional. La obra estuvo a cargo de la empresa alemana G.E.O.P.E.-Siemens Bauunion-Grün & Bilfinger y se hizo en tiempo récord. El monumento fue levantado en 31 días por 157 obreros, que usaron 680 m3 de cemento y 1.300 metros de piedra calcárea de Córdoba. Tuvieron que sortear los túneles del subte y hasta una vieja usina subterránea. Y el Obelisco tuvo su mártir: el obrero italiano José Cosentino cayó en una de las bóvedas del cimiento y murió.
Cuando quisieron demolerlo
El 23 de mayo de 1936, ante la presencia del presidente Agustín P. Justo, el monumento fue inaugurado oficialmente. El intendente porteño era Mariano de Vedia y Mitre.
Las críticas no tardaron en llegar. Lo trataron de “feo punzón”. “En el medio de la calle/ hay una mole parada/ la llaman el Obelisco/ y no sirve para nada”, decía un verso popular. Su creador lo definió como “una obra abstracta, pura y simple, que nada simboliza”. Sólo Baldomero Fernández Moreno le encontró poesía: “Dónde tenía la ciudad guardada/ esta espada de plata refulgente/ desenvainada repentinamente/ y a los cielos azules asestada”, escribió.
En 1939, el Concejo Deliberante aprobó una ley para demolerlo por 23 votos contra 3. Los concejales argumentaron motivos “económicos, estéticos y de seguridad pública”. Una de las preocupaciones era que los paneles de piedra se desprendían. El oportuno veto del intendente Arturo Goyeneche, que alegó que el Obelisco estaba en jurisdicción nacional, lo salvó. Y las placas de piedra fueron reemplazadas por revoque de cemento.
La profecía no cumplida
El Obelisco también sobrevivió a la premonición de un tal Jorge Osvaldo Delio Krasnoff, que afirmó en un escrito que hizo llegar a Clarín: “El Obelisco desaparecerá el día domingo 12 de marzo de 1978”. Hubo un gran revuelo mediático. Nadie sabe qué pasó con Krasnoff, pero el Obelisco siguió en su lugar.
El único cambio importante que sufrió en los últimos años fue en 1987, cuando le pusieron rejas para evitar actos de vandalismo, como las frecuentes pintadas con aerosol que sufría.
Un lifting cada 4 años
Entre 1985 y 1986 lo pintaron al menos 40 veces. El Obelisco solía recibir pintadas con aerosol y ataques. En 1987 se pusieron rejas para protegerlo.
Ahora se renueva la pintura cada cuatro años. El primer paso de los trabajos que comenzarán el lunes será un hidrolavado. Luego se quitará restos de revoque mal adherido.
La primera mano de pintura tendrá una capa antigrafiti. La segunda será con látex acrílico (pintura color Piedra París). Y en la tercera se utilizará una laca a modo de protección en las letras bajo relieve. También se renovará la pintura de las rejas perimetrales.
Los trabajos están a cargo del ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana, que por novena vez firmó un acuerdo con la Cámara de Empresarios Pintores y Restauraciones Afines de la República Argentina (CEPRARA).
FUENTE: www.clarin.com