Es como tener un teléfono sonando en forma constante. O un camión pesado o un tren pasando por al lado todo el tiempo. Así es vivir en algunas zonas de Buenos Aires, como los alrededores de las avenidas Corrientes, Callao o Triunvirato, donde el nivel promedio de ruido supera los 80 decibeles. Sin embargo, hay una vida más apacible en barrios como La Boca, Barracas o Parque Chas, donde cuanto más lejos se está de las avenidas, mayor es el contacto con el silencio.
Los datos surgen del Mapa del Ruido Interactivo de la Ciudad, que fue presentado por el Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño en coincidencia con el Día Internacional del Ruido. Este mapa fue elaborado en base a un método de simulación, con un software específico validado con mediciones sonoras de largo plazo. Para hacerlo, el Gobierno porteño instaló estaciones de monitoreo para medir simultáneamente distintos puntos geográficos. La información se refleja en un plano donde cada color representa las emisiones sonoras, del verde al azul oscuro según su intensidad.
Una vista general del mapa permite descubrir que los barrios con menos contaminación sonora son La Boca, Barracas, Devoto, Villa Urquiza y Saavedra. Y que en el otro extremo, las zonas más ruidosas son casi todas las avenidas, entre ellas Juan B. Justo, Belgrano, Paseo Colón, Entre Ríos, Rivadavia, Callao, Independencia, Francisco Beiró y Corrientes. Entre todas ellas, Triunvirato es la peor, sobre todo a la altura de Villa Ortúzar. Entre Mariano Acha y Tronador se registran picos de más de 80 decibeles.
Para entender lo que eso significa, hay que mencionar que un sonido de 70 decibeles ya impide hacer tareas que requieren concentración y atención. Y que quienes soportan un ruido constante de entre 80 y 90 decibeles sufren estrés, cansancio y alteración del sueño.
El mapa refleja el ruido diurno y el nocturno, que suele ser menor. También ofrece la posibilidad de introducir una dirección concreta, para conocer con exactitud el nivel de sonido que se registra en ese lugar.
Usando el zoom del mapa interactivo también se puede descubrir cuáles son las zonas más silenciosas de Buenos Aires. La avenida Don Pedro de Mendoza, entre Garibaldi y General Daniel Cerri, y la calle Irala entre Aristóbulo del Valle y la avenida Marín Garcia. en La Boca, registran menos de 65 decibeles. Lo mismo ocurre en algunos pasajes de Parque Chas, o en calles de Devoto como Desaguadero, Nueva York, Benito Juárez y Navarro. O en Saavedra, donde las manzanas entre Achega, Quesada, Altolaguirre y Manuela Pedraza son un oasis. En el otro extremo de la Ciudad, Barracas ofrece refugio en los alrededores de Isabel la Católica entre Olavarría y Paseo Martín.
“En Buenos Aires la principal causa de ruido es el tránsito y la gente tiene percepción del ruido en función de sirenas y bocinas. Por eso, además del trabajo estructural y de reordenamiento de tránsito, es fundamental ahondar en la concientización: por ejemplo, no tocar bocina o no ‘bajar’ los autos para que hagan más ruido”, le explicó a la agencia Télam Juan Simonelli, director de Evaluación Ambiental de la Agencia de Protección Ambiental de la Ciudad.
El funcionario advirtió que aunque el nivel máximo permitido por la ley 1540 de Control de la Contaminación Acústica es de 85 decibeles (dB), “la gente expuesta a ruidos tiene molestias físicas de todo tipo, además de la eventual pérdida auditiva que puede generarse por tiempos de exposición prolongados a magnitudes sonoras altas”.
“La contaminación sonora se genera por distintos sonidos: en las zonas viales o las autopistas, o avenidas, hay un eje de ruido y ese eje se trabaja reordenando el tránsito, con tecnología o ingeniería”, agregó funcionario.
“El mapa de ruido nos permite tener un diagnóstico de toda la Ciudad y planear medidas de mitigación que ya estamos implementando”, afirma Eduardo Macchiavelli, el ministro de Ambiente y Espacio Público porteño.
Como ejemplos, citó los paneles con material fonoabsorbente colocados en las paredes interiores de los viaductos Carranza/Libertador, que redujeron hasta 3,9 decibeles durante el día y 4,6 durante la noche). También se usó un asfalto fonoabsorbente en la avenida Vélez Sársfield, lo que se reflejó en una reducción del ruido de 2,1 dB.
Otro recurso es la pavimentación de avenidas que estaban empedradas, como Juan B. Alberdi, donde se logró una reducción de 7 dB de día y de 4 dB de noche. Lo mismo se hizo más recientemente en la avenida Triunvirato, aunque aún está en análisis qué impacto se produjo en el nivel sonoro.
El desaliento del uso del auto particular y crear zonas con prioridad peatón también sirvieron para reducir considerablemente el ruido de zonas que antes tenían una banda de sonido ensordecedora de motores y bocinas. La restricción del tránsito vehicular en el centro porteño y en la zona de Tribunales, la peatonalización del Microcentro y la apertura de Metrobuses en las avenidas principales para sacar al transporte público de las calles cercanas lograron bajar los decibeles en una Ciudad atronadora.
FUENTE: www.clarin.com