Algunos con regulación de bares, otros con permiso para funcionar como boliches y unos cuantos más como centros de actividades y talleres, todos eran espacios que, de alguna u otra forma, supieron albergar a la cultura rosarina y hoy ya no están entre nosotros. A pesar de la multiplicidad de casos y motivos que llevaron a sus cierres, siempre vale la pena recordarlos y sobre todo luego de conocerse la noticia de que el pub Berlín (Cortada Poeta Fabricio Simeoni 1128) no volverá a abrir sus puertas tras permanecer dos años sin actividad.
A lo largo de sus 26 años, ganó reconocimiento como reducto del under y la movida rockera local, aunque también fue epicentro de obras de teatro, shows de stand up y un sin fín de recitales de géneros variados. Según trascendió, la decisión de cerrar de manera definitiva fue tomada durante la pandemia, momento que afectó la normal actividad de los bares. Pese a que sus dueños, Lulo y Fabián Corradín intentaron encontrar un inversor que pudiera mantener prendida la llama, no hubo caso.
Ejemplos como el de Berlín recuerdan a otros “del palo” como lo fue el boliche Luna (Tucumán 971) que cerró en el 2015, tras haber abierto sus puertas por primera vez en el año 1982 bajo el nombre de San Telmo. Tiempo después Pablo Bonilla y su ex mujer Silvana, junto a dos amigos, compraron el bar que a partir del 1996 pasó a llamarse Luna y se volvió un símbolo indiscutido de la noche rosarina.
Sin embargo, diferentes problemas hicieron que Bonilla tomara la decisión de cerrar el lugar siete años atrás. Si bien hubo una multiplicidad de factores que desembocaron en este final, el hecho de que la movida nocturna se trasladara a otros barrios de la ciudad como Pichincha provocaron un descenso en los clientes que asistían noche tras noche. Muchos de estos elegían volcarse a recorrer calles colmadas de nuevas propuestas, más orientadas hacia los bares de tragos y las cervecerías.
El crecimiento de emprendimientos comerciales en nueva zonas se dio en detrimento del centro y el microcentro rosarino, que fueron perdiendo su brillo en los últimos años y sobre todo durante la pandemia. Bares céntricos como Bar del Mar, OUI, Jeckill and Hyde y Bracco cerraron sus puertas durante ese tiempo.
También lo hizo un actor de peso del centro rosarino como fue el Savoy Grand Café (San Lorenzo y San Martín). Luego de 12 años en funcionamiento, su administrador, Marcelo Burgués, confirmó la noticia a finales del 2021. A pesar de ser un lugar que no presentaba problemas económicos como muchos de sus pares, no fue ajeno al paso del tiempo y fue quedando “demodé” frente a otros propuestas comerciales.
Por eso, cuando a los dueños del hotel Savoy les llegó la posibilidad de abrir allí mismo una nueva sede del Rock & Fellers no lo pensaron dos veces. Y es que el desembarco de la icónica marca de la guitarra es una apuesta a revitalizar un área estratégica, muy deslucida en el último tiempo. La misma, forma parte de un plan integral del municipio para generar un polo de consumo que le de movimiento y mayor seguridad al centro.
Pero no solo los bares céntricos fueron afectados durante la pandemia sino que muchos otros espacios esparcidos por la ciudad no resistieron los embates de la crisis y pusieron un punto final. Este es el caso de: La Bartolina, Le Bal, Quilombo 27 y Combo Club, que se suman a una larga lista de muchos otros que en los últimos meses tomaron la misma decisión.
Así, se fue formando la nómina de lugares que desde la última década pasaron a la historia. Y si bien hoy son tan solo recuerdos, muchos sentaron precedente a la hora de luchar por generar una ordenanza que los regule y reconozca su actividad, la cual aún hoy continúa y es una deuda de la Municipalidad.
Reconversión
El destino de estos espacios fue variando y mientras que algunos hoy exhiben fachadas de edificios o nuevos comercios, otros siguieron albergando la cultura entre sus paredes bajo nuevas formas. Este último es el caso de Mano a Mano, ahora Distrito 7 y de El Levante, actual Casa Brava.
Fue a finales del 2012 que gente del bar Mano a Mano se contacta Juan Monteverde, actual concejal de Ciudad Futura (en ese entonces militante de la agrupación Giros) con la preocupación de que el lugar estaba por cerrar y que algunas de las personas querían seguir trabajando allí.
Así fue como se pusieron a trabajar y en el 2014 inauguraron Distrito 7 como bar y espacio cultural, mientras que la parte de arriba fue utilizada como lugar para montar las oficinas de la organización. Hoy en día, pasan por allí una gran cantidad de bandas y espectáculos con propuestas que sigue hasta en la trasnoche y también es posible disfrutar de su oferta gastronómica.
En lo que respecta a la clásica milonga de Pichincha 120, El Levante, esta le dio paso en el 2018 a Casa Brava, un bar/boliche con foco en los tragos de autor y la oferta musical de bandas, DJs y eventos en vivo como presentaciones de libros y charlas. Si bien en pandemia, el lugar tuvo que rifar hasta sus propios muebles para mantenerse en pie, logró pasar la peor etapa y hoy sigue activo con propuestas de miércoles a domingo.
Por otro lado, en Tucumán 971 hoy se encuentra un edificio que exhibe el nombre “Luna”, en honor al anterior boliche que fue demolido tras su cierre. Lo mismo con La Chamuyera (Corrientes 1380). Su historia, sin embargo, conlleva un triste desenlace ya que el local de milongas, jams de jazz y ajedrez cerró sus puertas luego de que una joven recibiera un botellazo lanzado por uno de los vecinos.
Se trata de Daiana Travesani, quien se encontraba en la vereda al momento de recibir el golpe y que al día de hoy tiene secuelas por este hecho, jamás esclarecido dada la inacción y desinterés por parte de la Justicia. Hoy en su terreno también se levanta una construcción vertical.
Lúcuma Bar (Zeballos 1165) se transformó en Digno, una cervecería más aggiornada a las tendencias de consumo actuales. Mientras que el bar Oui de la esquina de Sarmiento y Mendoza, que abrió sus puertas en el 2013 con gastronomía y shows en vivo, se convertirá en un local de la cadena de hamburguesas rosarinas John’s Burgers. Y la Isla Bar (9 de Julio 1338) hoy es sede de una empresa tecnológica.
Per si de reconversión se trata, un ejemplo de nuevo comienzo es el predio donde estuvo el bar Olimpo (Corrientes y Mendoza), el cual bajó la persiana en el 2017. Y aunque el fantasma de la demolición rondaba con fuerza la esquina céntrica en ese entonces, bien recibida fue la noticia de que el gremio Luz y Fuerza había firmado un contrato de alquiler y mantendría el inmueble vigente. Finalmente, en el 2019 el sindicato cedió sus instalaciones a la emisora de radio LT3 que es la que actualmente hace uso del lugar.
En busca de una ordenanza
Nombres como La Chamuyera, El Olimpo, El Espiral, Stop in Brazil, Nómade, Club 1518, La Isla, Lets Dance, Bienvenida Casandra, Lúcuma resuenan con fuerza en la cultura rosarina. Todos enfrentaron el problema de no poder insertar su actividad en el circuito formal, debiendo tramitar, en muchos casos, distintas habilitaciones para poder funcionar.
A esto se suman las quejas de los vecinos por ruidos molestos y las reiteradas sanciones por parte de las autoridades municipales, al no tener una ordenanza que reconozca por completo la actividad y los distinga de la regulación vigente para bares y boliches.
En 2015, agrupados en la organización Espacios Culturales Unidos de Rosario (ECUR), presentaron el proyecto de ordenanza “Club Social y Cultural”, con el objetivo de obtener un marco jurídico que respaldase la actividad realizada por ellos. Sin embargo, pese a todos los intentos del colectivo, no logró prosperar y quedó frenado en el Concejo.
Ante el difícil panorama pandémico y sirviéndose de esta experiencia, 70 espacios culturales agrupados en el Colectivo Rosarino de Espacios Culturales (CREC) y el Movimiento Unión Groove (MUG) volvieron a la carga el año pasado con un anteproyecto de Ordenanza presentado al Concejo.
Sin embargo, en diálogo con Ecos365, Paloma Gallardo, al frente del centro cultural Micelio 520, confesó que la iniciativa quedó “cajoneada” y no alcanzó a tratarse por lo que reverán nuevos esquemas para seguir luchando por una figura que los represente.
“El proyecto que se presentó el año pasado sigue en vigencia pero está cajoneado y tuvimos una pésima experiencia intentando activarlo. Muchos de los concejales que están conformando el Concejo nos prometieron acompañarnos y eso no sucedió, lo mismo con el intendente. Nunca hubo voluntad de tratarlo así que estamos intentando gestionar nuestros espacios desde otros lugares”, indicó Gallardo.
Entre sus puntos, el mismo proponía:
-La creación de una nueva categoría bajo el nombre Espacios de Trabajo Cultural Independientes (ETCI). De esta forma, la gestora explicó que muchos centros que hoy están en la ilegalidad podrían encontrar una reglamentación acorde y funcionar habilitados, evitando posibles clausuras y pudiendo acceder a diferentes subsidios gubernamentales.
-La puesta en marcha de una comisión que acompañe el proceso de registro y habilitación de dichos espacios para generar un puente entre los actores culturales y el Estado.
-El armado del Registro Municipal de Espacios de Trabajo Cultural Independiente, donde se tenga seguimiento de las propuestas que funcionan en la ciudad y se fomente el circuito cultural alternativo.
FUENTE: Azul Martínez – www.rosario3.com