El tiempo y el abandono le pasaron factura a las aberturas, que están vencidas ante la crudeza del clima costanero. La mayoría de los postigos de las ventanas penden de bisagras corroídas, al límite de la caída al vacío. De algunas solo quedan pedazos y de otras tantas, los listones resquebrajados, desparramados entre piso y arbustos sin mantenimiento.
La actual imagen de deterioro del ex hotel Chateu Frontenac es tal que su último uso fue hace pocos años como set de filmación de una película nacional en la que ofició como un conventillo improvisado. Una joya de aquellos tiempos reconvertida, sin esfuerzo escenográfico, en una suerte de aguantadero de gente de mal vivir.
De su brillo de mitad y algo más del siglo pasado solo quedan los recuerdos de quienes allí trabajaron, vieron alojarse a figuras del deporte y el espectáculo. Más reciente, en la década del 90 con habitaciones clausuradas y limitado a ser un salón de fiestas donde se celebraban casamientos o se empezaban a despedir los egresados de colegios secundarios.
A esa esquina de Alvear y Moreno que en su origen se llamó Villa Kelmis, con un vértice que sin obstáculos de por medio apunta su amplia vista al mar directamente al complejo del Casino Central y ex Hotel Provincial, le empiezan a perfilar un futuro de nueva vida con la recuperación, restauración y reapertura del hotel, acompañado en este desarrollo inmobiliario por dos imponentes torres de departamentos que cubrirán más de media manzana y se elevarán hasta casi 20 pisos sobre el nivel de calle.
Aprobación de más metros cuadrados y altura permitidos es el precio que desde el Estado y el desarrollo urbano se paga para asegurar la supervivencia de este tipo de construcciones históricos. En este caso levantada hace más de un siglo, con diseño original de Adan Gandolfi pero que, cuando transcurría la década del 20, tuvo ajustes y nueva impronta a partir de la intervención pedida al célebre Alejandro Bustillo en 1917.
Así tuvo esa transformación del estilo afrancesado con el que se concibió en 1905, a pedido de Alberto Leloir para su esposa, Adela Unzué, a esta imagen actual que a pesar del deterioro y la falta de mantenimiento deja a la vista pinceladas de neocoloniales. Un símbolo de los pocos que quedan del glamour que estas exclusivas costas tuvieron y ostentaron en tiempos de Belle Epoque.
“De aquellos días ya no quedan ni el Hotel Bristol, ni el Club Mar del Plata ni el Royal”, enumera Jerónimo Mariani, el arquitecto que es parte del estudio que con su madre, Haydeé Pérez Maraviglia y su colega Mariano Cañadas elaboró el diseño para esta nueva versión siglo XXI del Chateau Frontenac.
Es quien también confirma a LA NACION que la obra proyectada comenzará por el edificio histórico, su restauración y transformación para que vuelva a funcionar como hotel, en este caso en formato boutique. “Un ala original se mantendrá y ofrecerá habitaciones y salones”, aseguró.
Nuevo proyecto
Especialistas en preservación patrimonial han remarcado la necesidad de encontrar una salida para el rescate de este edificio, a unos 500 metros del Torreón del Monje. Su último uso con acceso al público fue hace casi dos décadas, cuando se lo utilizó como espacio de una muestra de arquitectura y diseño.
La inversión, que no tiene números que hayan trascendido pero es millonaria por el volumen de la construcción, está sujeta ahora a la aprobación del Concejo Deliberante. Allí se había dado el visto bueno a un proyecto presentado por estos mismos desarrolladores con restauración y reapertura del hotel, más dos torres de edificios sobre una superficie de media manzana. Una sobre calle Alvear, que implicaría la demolición del ala actual, que es de mayor tamaño y con mayor evidencia de daño, y otra sobre Moreno.
Los inversores también proyectan espacios de uso público. Así como el hotel boutique tendrá un restaurante, se prevé otro en lo más alto de una de las torres, a tono con la tendencia de los rooftop que son furor en todo el mundo y empiezan a asomar con fuerza en Mar del Plata.
Jorge González, secretario de Obras del municipio, recordó a LA NACION que hace unos años se incorporaron a la ordenanza 10.075 que establece el Código de Preservación Patrimonial un régimen de promoción con indicadores especiales para quienes afronten desarrollos en los que se contemple la recuperación y mantenimiento de inmuebles de valor histórico y cultural.
“En el caso del proyecto para el Chateau Frontenac debe pasar por el Concejo Deliberante por un pedido de modificación que implica una reducción de casi 40% del volumen total de construcción que se había autorizado”, explicó el funcionario.
En principio tenían permitido dos torres de 1000 m². La nueva versión del proyecto habla de dos de 600 m², mucho más esbeltas en su diseño superior.
Con este mismo respaldo normativo se logró un desarrollo más que importante sobre Diagonal Alberdi y Santiago del Estero, donde funcionó el ex Hotel Royal, y sobre su contenido se basa el proyecto que acaba de trascender para una torre más hotel boutique en donde alguna vez funcionó el hotel Hurlingham, con vista a Cabo Corrientes y Playa Varese.
FUENTE: Darío Palavecino – www.lanacion.com.ar