El Medrano es una paradoja. Es el segundo arroyo entubado más importante que atraviesa la Ciudad. En su peor versión, da pie a inundaciones graves. Pero su relevancia no va de la mano de su tratamiento: aunque el comité que debería responder a sus problemas cumple siete años, su acta de creación terminó de aprobarse recién hace siete meses. Sus logros se comunican a través de otras áreas. Y no se definió ningún vocero oficial para hablar con vecinos ni con medios.
“Saavedra no duerme cuando llueve”, siguen repitiendo los vecinos del barrio. Por eso, meses atrás enviaron una solicitud al jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta para dialogar con ingenieros hidráulicos de la Ciudad y conocer cómo se resolverá de forma definitiva el problema de las inundaciones. La sequía del último tiempo no debe hacer olvidar que el colapso del Medrano puede llevarse vidas.
“En la última tormenta en diciembre, los vecinos de la zona nos volvimos a inundar, porque no están todos los reservorios hechos. El Gobierno de la Ciudad nos vienen prometiendo reuniones con ingenieros desde el año pasado, pero aún no cumplió”, cuenta Hugo Campos, de la agrupación Vecinos x la Ecología.
Piden también que se construya el “muy demorado Reservorio 2 en el Parque Sarmiento (…) que entendemos viable con recursos locales del Fondo Hídrico y no requiere de créditos internacionales en divisas”, en un texto firmado por el Club Amigos del Parque Saavedra y la Asociación Vecinal y Biblioteca Popular Cornelio Saavedra, entre otras agrupaciones del barrio.
Mientras tanto, sigue demorado un abordaje integral del problema, que involucre a todas las jurisdicciones. Es que solo una tercera parte del Medrano corre bajo suelo porteño. El resto de la cuenca se desarrolla en territorio bonaerense, desde los partidos del noroeste como Tres de Febrero y San Martín hasta Vicente López.
“Todos progresan menos vos”, podrían decirle al Medrano, mientras los túneles aliviadores en el Maldonado cumplen más de una década, y el emisario del Vega se acerca a los cuatro años de vida.
La mentada integración
Lo que sí cumple años en el Medrano es su comité de cuenca. Pero el CICAM (Comité Interjurisdiccional de la Cuenca del Arroyo Medrano) no avanzó demasiado ni siquiera cuando las tres jurisdicciones tenían el mismo signo político. Pese a que el órgano nació en febrero de 2016, se reactivó oficialmente recién en mayo de 2021, cuando se aprobó su acta de constitución en la Legislatura porteña, y en julio de 2022, en la bonaerense.
Mientras tanto, la Secretaría de Infraestructura y Política Hídrica de la Nación propuso un estatuto que permita el funcionamiento formal del CICAM, que ya fue aprobado por la Ciudad pero que todavía está a la espera de su validación por la Provincia.
El CICAM fue creado tras un pedido de vecinos en el marco de una causa judicial contra el Gobierno porteño por las inundaciones del 2 de abril de 2013, en las que el Medrano desbordó y dejó seis muertos en Saavedra. Pese a su origen vecinal, la gente del barrio denuncia que el órgano “no incorporó a la ciudadanía”.
“La problemática de las inundaciones debe ser abordada de manera integral, con análisis de alternativas y mecanismos de participación de la gente de la cuenca, que nunca fueron habilitados”, lamenta Eva Koutsovitis, ingeniera civil especializada en hidráulica y perito de parte de los vecinos en aquella causa judicial.
“Desde que fue creado en 2016, lo único que hizo el CICAM con los vecinos fue sacar una resolución cuando se construyó el túnel de Balbín debajo de las vías del Mitre -remarca José Olivo, de VecinosXSaavedra-. Ahora la Ciudad planea obras y en esas decisiones debería participar toda la cuenca, no solo el Gobierno porteño: San Martín, Tres de Febrero, Vicente López, Nación, Provincia y los vecinos, porque esa es la integración de un comité”.
Tampoco hay contacto directo con los medios. Este diario intentó hablar directamente con los integrantes del organismo, sin éxito. Y aunque se difundan imágenes de sus reuniones por Zoom en cuentas de Twitter no oficiales, por ahora no hay ningún anuncio formal.
Los logros del CICAM se difunden entonces de forma indirecta. La única respuesta al respecto, ante la consulta de este diario, fue del Ministerio de Obras Públicas de la Nación. En esa cartera destacan que el comité elaboró un estatuto, conformó una Comisión de Calidad del Agua y desarrolló un Plan Maestro de Drenaje Urbano de la cuenca, formulado con una consultoría financiada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en 2017.
Mientras tanto
Los únicos anuncios recientes en el Medrano se hicieron por ahora en la órbita de la Ciudad. Según su Secretaría de Transporte y Obras Públicas, en marzo se adjudicará la profundización de un reservorio en el parque Sarmiento para captar agua de lluvias atípicas, obra que -según esa secretaría- fue validada por el CICAM. Se estima que los trabajos empiecen en marzo o abril y que estén terminados en diciembre de este año o enero del próximo.
Desde el movimiento VecinosXSaavedra, Olivo critica ese anuncio porque, sostiene, “es una modificación del proyecto original, el cual proponía la creación de nuevos reservorios. Acá en cambio se profundizan los existentes, sumando solo 120.000 metros cúbicos de capacidad, en lugar de 200.000. Lo hacen porque no quieren confrontar con la dirección del Belgrano Athletic Club, al cual se le dieron tierras del Parque Sarmiento en concesión”.
Además de aumentar la capacidad de reservorios, la misma secretaría planea construir un túnel aliviador, paralelo al principal, para incrementar el volumen de captación de agua de lluvia del arroyo. Pero aún falta: antes de licitar la obra, debe hacerse un estudio técnico, que demora seis meses.
Por último, hay otras dos obras de la Ciudad en agenda pero sin fecha de arranque. Una es la mejora estructural del túnel existente entre Cabildo y Lugones, en tramos de cuatro y cinco celdas, para ampliar su capacidad.
La otra es la construcción de un ramal secundario perpendicular al Medrano, entre Larralde y Ciudad de la Paz, para captar agua de lluvia en zonas más alejadas y canalizarlas hacia el arroyo. De acuerdo a la secretaría, ambos trabajos deben ser coordinados con el Fondo Hídrico.
A su vez, en el Parque Saavedra iba a construirse un reservorio a cielo abierto para facilitar el escurrimiento del agua de lluvia, que el Gobierno de la Ciudad presentó como una “regeneración del Medrano”, aunque no se desentubara el arroyo. Pero el Banco Mundial finalmente no aportó los fondos para la obra, decisión tomada en respuesta al pedido de vecinos en contra del proyecto, que denunciaron que no los dejaron participar en su elaboración.
Hoy hay un “proyecto ejecutivo del segundo emisario en proceso licitatorio a través del Banco Mundial”, indica un vocero del Ministerio de Obras Públicas de la Nación. “En la próxima reunión de la cuenca a mediados de marzo se conformaría un grupo técnico de las tres jurisdicciones que conforman el CICAM para dar seguimiento al proyecto”, agrega la fuente de la misma cartera.
El apoyo del Banco Mundial es al plan ejecutivo, no a la obra en sí. “El BM financia una consultoría que realiza ese proyecto”, aunque “no hay financiamiento de obras ni de construcción”, aclara una vocera de esa organización.
Con todo, en el Gobierno porteño aseguran que el proyecto de un segundo emisario se descartó por completo ya que se determinó que el entubado original es lo suficientemente grande y basta con mejorar la eficiencia de las celdas, en lugar de crear una segunda salida del arroyo en paralelo al entubado original.
Ojos que no ven…
Los arroyos porteños fueron entubados en la primera mitad del siglo XX. En la Ciudad de Buenos Aires, el Medrano atraviesa bajo tierra los barrios porteños de Saavedra y Núñez. En ese recorrido, pasa por debajo de los parques Sarmiento y Saavedra. Tras la avenida Lugones corre a cielo abierto unos 800 metros, entre el nuevo Tiro Federal y el club del Centro Naval, hasta desembocar en el Río de la Plata.
Si esas márgenes fueran realmente públicas -como establece el Código Civil- podría crearse un parque público a la vera del arroyo. Pero atentan contra ese plan no solo el acceso privado a esa franja sino el olor a putrefacción en la desembocadura, que se siente todos los días con mayor o menor intensidad.
Según fuentes especializadas en ingeniería hidráulica, el mal olor proviene en parte de desechos que arrojan los ciudadanos y llegan por sumideros -como botellas y bolsas, como pudo comprobar esta cronista-, en parte de aceite de vehículos llevado por lluvias. Vecinos de Saavedra afirman también que el arroyo recibe líquidos lixiviados del Cementerio de Tres de Febrero y descargas de la industria textil en San Martín e incluso de conexiones cloacales clandestinas.
La mala calidad de estas aguas fue admitida incluso por el Gobierno de la Ciudad. En un Estudio de Impacto Ambiental que presentó en diciembre de 2021 para el frustrado proyecto de “regeneración”, cita otro relevamiento que concluye que “en el tramo que transcurre en cercanías de Parque Saavedra” el curso de agua “presenta una calidad deficiente con características similares a un colector cloacal”.
En ese mismo estudio se resalta el “deterioro importante de su calidad de agua, tanto sea por aportes industriales, como por el ingreso de efluentes cloacales y el arrastre de residuos y otros contaminantes difusos a través de los drenajes”. Una admisión que evidencia que hay varios asuntos por atender en el Medrano y que no puede dejarse pasar ni un año más.
FUENTE: Karina Niebla – www.clarin.com