De distintas épocas y estilos, describen como nadie la diversidad de la identidad arquitectónica del país. Y sus historias de olvido. Dónde están y cuáles son los secretos que todavía esconden.
Sus historias revelan décadas de ninguneos, imposturas, corrupción y mutilaciones hasta arribar a una reconstrucción que los convirtió en monumentos impolutos y ejemplares. Aquí, una lista parcial que expone algunos de los máximos ejemplos de la argentinidad arquitectónica.
Una joya colonial rematada y vuelta a construir
El Cabildo Histórico de Salta es una de las edificaciones coloniales mejor conservadas del país. Sin embargo, durante las dos primeras décadas del siglo XX, se demolió en gran parte.
Durante su larga existencia el edificio fue cabildo, prisión, sede de la policía y casa de gobierno hasta 1880. En 1889 fue vendido y funcionó como vivienda, comercio y hotel.
Nació como un edificio sencillo de adobe y dos plantas con una recova de columnas de madera. No tenía torre. Para 1789 se inició la reforma que le dio el aspecto actual. Se le construyó una torre independiente porque los muros originales no soportaban tanto peso.
Cien años después, el Cabildo fue vendido en pública subasta. Recién en 1936, el Gobierno nacional lo declararlo Monumento Histórico Nacional. Gran parte del edificio tuvo que ser reconstruido.
La construcción más antigua del país
La Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción también es considerada la construcción colonial más antigua de Argentina pero, en este caso, se destaca que permanece íntegra y funcional desde sus comienzos. Para muchos es uno de los mejores exponentes de la arquitectura barroca de América.
Es Monumento Histórico Nacional y funciona desde 1582 con el nombre original, tiene un interior con tallas de madera y doradas a la hoja de oro y valiosas esculturas vestidas con suntuosos ropajes.
La Catedral contenía un rico tesoro con piezas de plata y oro, además de joyas donadas por los fieles durante décadas. Una parte importante de esos valores fue saqueada a fines del siglo XX.
Testigo de la historia, mutilado y salvado por la gente
Frente a Plaza de Mayo, al Cabildo porteño lo cortaron dos veces, le hicieron otra torre, la demolieron, la volvieron a construir más chica, le inventaron un contrafrente y hasta la armaron un patio ficticio “estilo colonial”.
Se comenzó a construir en 1725. Su autor, el jesuita Giovanni Andrea Bianchi le hizo una torre muy italiana. A cada lado, instaló cinco arcos que formaban las galerías. Cien años después, el arquitecto Pedro Benoit le hizo una torre 10 metros más alta.
Para 1880 se abrió la Avenida de Mayo y se demolieron tres arcos de la parte izquierda del Cabildo. Cuarenta años después, se abrió la Avenida Julio A. Roca (Diagonal Sur) y le sacan tres del lado derecho. Se pensó en demoler lo poco que quedaba, pero la opinión pública lo impidió.
Al restaurarlo se le hizo una torre más chica que la original y se le inventó una plaza con el aljibe de la casa en la que murió Belgrano en la parte de atrás.
Tesoro de adobe en Humahuaca
La pequeña Iglesia de San Francisco de Padua (1691), en Uquía, a 115 kilómetros de San Salvador de Jujuy, es un representante clásico de la arquitectura del Noroeste argentino.
Tiene anchas paredes caleadas de adobe, una torre separada del edificio principal y el altar mayor del siglo XII tallado en madera y dorado a la hoja. La iglesia fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1941.
Lo más llamativo de este sencillo templo es la colección de pinturas llamadas Ángeles Arcabuceros, obras realizadas en el siglo XVII por indígenas de la Escuela Cuzqueña. Los ángeles muestran rostros femeninos, sombreros de ala ancha y trajes de soldados de la época con arcabuces sobre sus hombros.
Un pedacito del país para la Humanidad
La Manzana Jesuítica es un conjunto urbano que existe desde fines del siglo XV en el centro de la capital cordobesa. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2000, está compuesta por el Colegio Nacional de Monserrat, la Iglesia de la Compañía de Jesús, la llamada Capilla Doméstica, la antigua sede de la Universidad Nacional de Córdoba y la Residencia.
Los primeros Jesuitas se establecieron en Córdoba en 1599 y recibieron la donación del predio del que forma la actual Manzana Jesuítica.
El conjunto está preparado para que la Orden desarrollara actividades religiosas educativas, comunitarias, de vivienda y descanso, además de producción y servicios. Un eje sagrado reúne a la iglesia, la capilla doméstica y la sacristía vieja. En forma perpendicular, otro eje alínea al claustro de la universidad, al colegio y al obraje. Atrás estaban el noviciado y las huertas.
La Iglesia de la Compañía de Jesús (1640-1676) se basó en un modelo diseñado en Roma por el arquitecto renacentista Jacopo Vignola en 1568. En los laterales, las capillas eran destinadas a los españoles por un lado y a los “naturales”, por el otro.
El legado jesuítico en mediode la lucha fronteriza
Las ruinas de la Misión Jesuítica de San Ignacio Miní, junto a los restos de las reducciones de Santa Ana, Nuestra Señora de Loreto y Santa María la Mayor, forman parte del Patrimonio Cultural de Argentina y están inscriptas en el listado de Patrimonio Cultural de la UNESCO.
La Misión San Ignacio Miní es la mejor conservada de todas, fue fundada a comienzos del siglo XVII para evangelizar a los guaraníes. Si bien las ruinas se encuentran en la actual localidad de San Ignacio, Misiones, su ubicación inicial era en el actual estado brasileño de Paraná.
Fue fundada en 1610 en las inmediaciones del Paranápanema (región del Guayrá) y se fue trasladando para evitar los ataques de las Bandeiras Paulistas.
Luego de establecimientos temporarios, en 1696 se afincó en su lugar definitivo al norte del arroyo Yabebirí (afluente del río Paraná). En 1767-68, por decisión del rey Carlos III se expulsó a la Compañía del Reino de España y de todas sus colonias, y a partir de ese momento, las Reducciones fueron decayendo lentamente. En el siglo XIX, en el marco de las luchas fronterizas, San Ignacio Mini fue saqueado e incendiado por las tropas paraguayas.
La cuna de la patria, reconstruida a partir de una foto
La casa en la que se proclamó la Independencia Argentina el 9 de julio de 1816 fue abandonada y casi completamente demolida. Se reconstruyó en la década del 40. Apenas quedan unos ladrillos de la sala en la que se juró la Independencia. Todo lo demás fue reconstruido a partir de una foto.
Para reunir al Congreso, el Gobierno patriota consigue la casa de los Bazán Laguna que estaba alquilada como cuartel, almacén de guerra y aduana provincial.
Cincuenta y ocho años después, el Estado nacional compró la casa y la remodeló para que fuera Edificio de Correos y Juzgado Federal. Se demolió todo el frente y las habitaciones del costado izquierdo. La sala de la jura se salvó de milagro.
En su segunda presidencia, el presidente Julio Argentino Roca decidió demoler todo lo colonial que quedaba y dejar la Sala dentro de un pabellón estilo francés.
Para 1942, la Casa de Tucumán fue declarada Monumento Histórico y se decidió su reconstrucción tal cual era casi 130 años antes.
Mucho más que un tanque decorado
Para los porteños, el Palacio de Aguas Corrientes es el edificio más lindo de Buenos Aires. Detrás de la colorida manzana de Riobamba, Córdoba, Ayacucho y Viamonte, se esconde el primer Gran Depósito Distribuidor de agua potable que tuvo la Ciudad.
La fachada está revestida con 130 mil ladrillos esmaltados y 300.000 piezas de cerámica importados de Bélgica e Inglaterra. La pizarra verde con la que se hicieron los techos fue importada de Francia.
Entre los ornamentos diseñados especialmente para el edificio se cuentan varios escudos nacionales y los de las provincias de aquel entonces. Curiosamente, se suma el de la Ciudad de Buenos Aires en varias oportunidades y el de la ciudad de Rosario.
Un gran Escudo Nacional preside el frente del Palacio sobre la avenida Córdoba, rodeado por catorce banderas, alusión directa a las provincias históricas.
Medieval con técnica moderna y descomunal
Es una de las catedrales más importantes de América y una de las iglesias más grandes del mundo.
La Catedral de La Plata se inspiró en las catedrales de Amiens (Francia) y Colonia (Alemania) pero no se hizo en piedra como las originales: se construyó en acero, hormigón armado y ladrillos.
La piedra fundacional fue colocada en 1884 y recién en 1999 se terminaron las torres proyectadas con una estructura súper avanzada que llegan a los 112 metros de altura. Además, a fines del 2.000, se colocaron cuatro torretas. Dos de 56 metros a cada lado del crucero, y dos a la calle de 39 metros.
Según el autor de la catedral, el francés Pedro Benoit, el estilo neogótico que utilizó era el indicado por ser “fundamentalmente cristiano”.
El emblema de la República que duplicó varias veces su presupuesto
Para su construcción fueron presentados 28 proyectos: ganó el de los italianos Sommaruga, Meano y Calderini. Tres años después de iniciada, la obra ya había consumido casi todo el presupuesto original. En los primeros diez años de construcción, el presupuesto se duplicó varias veces.
El 1 de julio de 1904, Meano fue asesinado por el amante de su esposa y el trabajo perdió a su principal ejecutante.
Los trabajos concluyeron en 1947 con la colocación del revestimiento de la fachada que mira hacia la calle Combate de los Pozos.
El edificio cuenta con 600 metros lineales de fachada por 28 de altura. El basamento está revestido con granito gris proveniente de Colonia (Uruguay). La parte superior tiene piedras caliza de Córdoba.
Las sucesivas restauraciones se basaron en investigaciones específicas para descubrir el origen de las piedras, pero también de los vitrales y lámparas.
En 1998, la restauración de las cuatro fachadas dio cuenta de deficiencias en las piezas de piedra caliza. Alrededor de unas 75.000 piedras labradas presentan vetas de arcilla que, con la aparición de la lluvia ácida a partir de 1940, comenzaron a deteriorarse fuertemente.
El emblema de la República que duplicó varias veces su presupuesto
Para su construcción fueron presentados 28 proyectos: ganó el de los italianos Sommaruga, Meano y Calderini. Tres años después de iniciada, la obra ya había consumido casi todo el presupuesto original. En los primeros diez años de construcción, el presupuesto se duplicó varias veces.
El 1 de julio de 1904, Meano fue asesinado por el amante de su esposa y el trabajo perdió a su principal ejecutante.
Los trabajos concluyeron en 1947 con la colocación del revestimiento de la fachada que mira hacia la calle Combate de los Pozos.
El edificio cuenta con 600 metros lineales de fachada por 28 de altura. El basamento está revestido con granito gris proveniente de Colonia (Uruguay). La parte superior tiene piedras caliza de Córdoba.
Las sucesivas restauraciones se basaron en investigaciones específicas para descubrir el origen de las piedras, pero también de los vitrales y lámparas.
En 1998, la restauración de las cuatro fachadas dio cuenta de deficiencias en las piezas de piedra caliza. Alrededor de unas 75.000 piedras labradas presentan vetas de arcilla que, con la aparición de la lluvia ácida a partir de 1940, comenzaron a deteriorarse fuertemente.
Una fusión de estilos que se salvó de la demolición de milagro
Frente a la Plaza de Mayo, la Casa Rosada nació de la fusión de un edificio de Correos y otro construido sobre la vieja Residencia de los Virreyes. En realidad, se hizo a partir de tres construcciones y cuatro arquitectos distintos.
Para darle forma definitiva, a fines del siglo XIX el edificio reformó su estilo y el color rosa le dio unidad.
Sarmiento fue el que inventó el color, lo usó para pintar la vieja Casa de los Virreyes, una construcción simplona, levantada cien años antes dentro del Fuerte. Julio A. Roca encargó la ampliación de la sede gubernamental con un frente que sería similar al Palacio de Correos. Después se decidió que ambos edificios compusieran la Casa del gobierno y, como entre ellos quedaba un espacio, los arquitectos construyeron el enorme arco que hoy contiene la entrada pública.
Esto fue en 1884, cuando también se hizo una enorme ampliación hacia el río con tres frentes en su estilo clasicista italiano. Pero ahí no termina todo.
Días antes de dejar su cargo como primer presidente de la Década Infame, Agustín P. Justo mandó demoler la Rosada. La piqueta empezó apresurada pero su sucesor tuvo que pararla porque el mundo se le venía encima. Así, si se mira desde la Plaza de Mayo, se nota que a la Casa Rosada le falta un pedazo en el lado derecho.
Monumentalidad urbana frente a los balnearios de la belle époque
El Casino y el Hotel Provincial de Mar del Plata forman parte, junto a la Rambla, del conjunto monumental diseñado por el arquitecto Alejandro Bustillo para el gobierno del conservador Manuel Fresco, donde su hermano, José María Bustillo, era ministro de Obras Públicas.
Se trata de dos grandes edificios, inconfundibles, casi idénticos, plantados siguiendo la línea de la costa, separados por una plaza seca y unidos por una explanada peatonal elevada sobre el nivel del mar, y que Bustillo diseñó pensando en la Place Vendôme de París.
La estética exterior es una combinación de los órdenes clásicos reinterpretados según el ambiente de playa y con claras alusiones a los balnearios de la belle époque. En 1950 se creó una normativa para que los nuevos edificios vecinos mantuvieran la impronta bustilliana, con sus recovas de arcos rebajados, muros de ladrillo y piedra.
Un gigante blanco de la modernidad
El edificio de Obras Públicas (MOP) era parte de toda una cadena de edificios administrativos que se iban a construir a lo largo de la futura Avenida Norte-Sur (hoy 9 de Julio). También existió un proyecto de enfrentar al MOP con un gemelo del otro lado de la avenida.
El notable rascacielos estuvo varias veces en riesgo de ser demolido.
Se construyó en tiempo récord: la estructura de hormigón se hizo en 138 días hábiles. Como ya existía el proyecto de la 9 de Julio como una sola avenida por medio de las manzanas existentes, se le hizo una entrada descomunal sobre la 9 de Julio que lleva el 1925.
Al mismo tiempo que se levantaba el MOP, la apertura de la avenida avanzaba lentamente. En 1936 se inauguró el Obelisco en el lugar en el que se iban a cruzar la 9 de Julio y Corrientes. Al año siguiente, el presidente Agustín P. Justo inauguró la avenida con escasas cinco cuadras de largo.
Después impuso su idea de que fuera un gran parque lineal con el ancho de toda una manzana y el MOP quedó en el medio. Recién 10 años después la traza lo alcanzó efectivamente.
Una obra de armonía única, sobre la tala de 5 mil árboles
Ubicado en la zona de Puerto Pañuelo, sobre una colina entre los lagos Nahuel Huapi y Moreno, es una obra de armonía única que engarza con perfección en el paisaje.
El edificio original era una construcción de estilo normando proyectada por el arquitecto Alejandro Bustillo, hermano del primer presidente de la Dirección de Parques Nacionales quién decidió que no cobrara por el diseño y la ejecución del proyecto.
Cuentan que fue necesario derribar cerca de cinco mil árboles para poder emplazar el inmenso chalet realizado íntegramente en madera y piedra, con techos en madera de quebracho y tejuelas de alerce, pensado en torno de una planta en forma de H y elevado sobre una loma entre lagos y cerros, logrando una absoluta integración con la geometría del paisaje.
Inaugurada en 1938, tras un incendio fue reconstruida en 1940, según los lineamientos del proyecto original.
Una torre de la argentinidad
Se levanta en Rosario, Santa Fe, fue construido en estilo clásico despojado con diseño de Alejandro Bustillo después de ganar la encomienda por concurso.
Tiene la forma de una proa en dirección hacia el río Paraná, una torre de 70 metros y una cripta. Su diseño en punta simboliza una nave que se dirige hacia el futuro.
En el frente de la torre está la inscripción “La Patria a su Bandera”. Allí se encuentran dos esculturas: en el frente, la “Patria Abanderada” que sostiene el asta de la bandera, simbolizada en una caña tacuara como homenaje a los pueblos originarios. En la parte trasera, la “Patria de la Fraternidad y del Amor” amparando a sus hijos, las provincias argentinas.
Cada uno de sus lados representa una latitud argentina. El “Este”, hace referencia a la tierra del trigo y el sol naciente; el “Oeste” a los Andes; el “Norte” a la historia vinculada al corazón de los Incas y el “Sur” patagónico y antártico con el epicentro cósmico de la Cruz del Sur.
Demoler y volver a construir como si no hubiera pasado nada parece ser una pasión argentina. Le pasó a la Casa Histórica de Tucumán, a la Rosada, al Cabildo de Salta y casi cayeron el edificio del Ministerio de Obras Públicas de la avenida 9 de Julio y el Obelisco porteño.
El Cabildo Histórico de Salta que nació en 1582 como un edificio sencillo de adobe y dos plantas con una recova de columnas de madera, casi sucumbe a la picota. El Cabildo porteño es otro caso de la fiebre demoledora argentina, lo cortaron dos veces, le hicieron otra torre, la demolieron, la volvieron a construir más chica, le inventaron un contrafrente y hasta la armaron un patio ficticio “estilo colonial”.
La Casa Histórica de Tucumán (1760) es un caso paradigmático: allí se proclamó la independencia Argentina el 9 de julio de 1816. Para reunir al Congreso, el Gobierno patriota consigue la casa de los Bazán Laguna que estaba alquilada como cuartel, almacén de guerra y aduana provincial. Cincuenta y ocho años después, el Estado nacional compró la casa y la remodeló para que fuera Edificio de Correos y Juzgado Federal. Se demolió todo el frente y las habitaciones del costado izquierdo. La sala de la jura se salvó de milagro.
La Casa Rosada (1898) tampoco escapa a la manía derribadora argentina. Nació de una fusión de estilos y el primer presidente de la Década Infame, Agustín P. Justo la mandó a demoler. La piqueta empezó apresurada pero su sucesor la frenó. Y aún está ahí, parada frente a la Plaza de Mayo, aunque se si la mira de frente le falta un pedazo en el lado derecho.
Otros exponentes de la identidad arquitectónica argentina son, entre otros, las Ruinas de la Misión Jesuítica de San Ignacio, los cabildos porteño y salteño, el Monumento a la Bandera, los hoteles Llao Lao y Provincial y las catedrales de La Plata y Córdoba.
FUENTE: Miguel Jurado – www.clarin.com