¿Puede haber en la Ciudad un edificio más bello, colorido y curioso que el Palacio de Aguas Corrientes? No, siempre está en el tope del ranking subjetivo de los edificios más espectaculares de Buenos Aires, junto al Barolo, al Congreso, el Kavanagh y el Palacio San Martín ¿Y puede haber alguien que conozca cada detalle del edificio que fue un depósito de agua? ¿De su construcción, su historia y los mitos que lo rodean? Si, esa persona fue durante años el arquitecto e historiador Jorge Tartarini. Fue un guardián de la historia sanitaria de Buenos Aires y también de la de este edificio, cuya preservación tiene mucho que ver con él.
Tartarini falleció en la madrugada de este jueves luego de darle batalla a un cáncer de páncreas Era el director del Museo del Agua y de la Historia Sanitaria de AySA. Y dejó un registro enorme sobre la importancia de la preservación de la memoria y el patrimonio del país. Además de todo lo vinculado con el tema sanitario, fue un estudioso de la historia ferroviaria argentina. Para Clarín fue una fuente permanente de consultas. En la charla con Tartarini dos cosas estaban aseguradas: la veracidad y la rigurosidad de la información, y el placer de escucharlo. Porque tenía ese don, el de atraer la atención de sus interlocutores.
También fue el hombre que nos reveló a los argentinos que usamos el bidet…. al revés.
Para sus compañeros en AySA fue un referente: “La visibilidad que tiene hoy el museo tiene que ver con el trabajo que él hizo para preservar todo lo relacionado con la historia. Pensemos que esta empresa ha pasado por muchos cambios y momentos políticos diferentes. Pero él siempre pudo imponerse desde su trabajo y desde todo lo que sabía. Tenía un tono apacible, justo y elegante. Era muy generoso con su conocimiento; era ese tipo de personas que comparten abiertamente todo lo que saben, con humildad”, lo describió María Fernanda Villa, responsable de Identidad Corporativa en la empresa, y compañera de Tartarini.
Jorge había nacido en La Plata en 1954. Fue investigador de carrera del CONICET entre 1992 y 2012. En 2000 recibió la beca de la Fundación John Guggenheim (Nueva York) para el “estudio y conservación del patrimonio ferroviario en la Argentina”. Además, colaboró con organismos internacionales como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), el World Monuments Fund y la Junta de Andalucía, y publicó centenares de artículos. Actualmente, era vocal de la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos.
Como la historia que él lucho por preservar, todas las personas que lo conocieron le reservan un lugar en sus memorias y en sus propias historias.
FUENTE: www.clarin.com