Frente a una multitud reunida en el predio de La Rural, ubicado en la ciudad de Buenos Aires, el escritor Guillermo Saccomanno inauguró la 46° Feria Internacional del Libro con un duro discurso sobre la realidad que atraviesa el sector. En concreto, se refirió al “oligopolio” que rige a la industria papelera en Argentina (concentrado hoy en dos empresas) y de la “poca regulación del Estado” frente al contexto inflacionario que golpea al papel, como a otros insumos que interceden en la producción de un libro.
Más allá de las opiniones dispares que despertaron los dichos de Saccomanno entre la comunidad literaria, las editoriales rosarinas enfrentan un combo de inflación récord y escasez que dificultad el trabajo de impresión de libros. Esta realidad a su vez repercute en el costo final de las unidades que se venden al público, perjudicando en muchos casos los niveles de venta. Un círculo vicioso del que parece complejo salir.
Aprovechando el mega evento literario, autoridades de la Cámara Argentina del Libro (CAL) presentaron el informe de producción de 2021, el cual arrojó que los lanzamientos publicados por el sector editorial comercial de Argentina el año pasado evidenció un crecimiento respecto del 2020, tanto en nuevos títulos como en volumen de ejemplares, pero sin alcanzar aun los niveles de producción previos a la pandemia.
El informe arroja que en 2021 las novedades editoriales publicadas en Argentina reunieron un total de 34.256 publicaciones, un incremento del 24 % con respecto a 2020. Aunque solo el 34% fueron realizadas por empresas editoriales y destinadas a canales comerciales, mientras que un 20 % de las nuevas publicaciones fue hecha por instituciones y un 33 % por autores responsables de sus propias ediciones (autoedición) o por empresas que venden servicios editoriales a autores.
En síntesis, las editoriales comerciales publicaron un total de 11.603 novedades en 2021, frente a 8.579 en 2020. Si bien aún están lejos de sus años dorados (2014-2016), en Rosario, desde las más pequeñas hasta las más asentadas, todas se dan sus estrategias para sacar el negocio a flote, apostando a la edición y publicación de nuevos títulos y a la reedición o reimpresión de obras y colecciones de autores.
Problemas con el papel
“Yo creo que el tema en cuestión de esta Feria del Libro gira en torno al papel y los costos de impresión”, aseveró Carolina Rolle, titular de Beatriz Viterbo Editora, un sello especializado en literatura argentina y latinoamericana, y en ensayos críticos y estudios culturales. Según su referente, muchas editoriales medianas y pequeñas llegaron al evento “con la lengua afuera”, ya que no había papel para imprimir o debían resignarse a hojas con un gramaje inferior.
“Editoriales como Viterbo le damos mucha importancia al papel porque trabajamos con artistas visual y tenemos una propuesta que involucra no sólo texto literario. Libros como ‘Antimaternity’ de Robertita tiene historieta entonces el entintado requiere hojas de determinado espesor. Lo mismo con ‘Liebre Dorada’, un cuento de Silvina Ocampo con ilustración de Daniel García, de repente queríamos trabajar con un gramaje especial y lo tuvimos demorado un mes y medio en imprenta esperando a que llegara”, señaló Rolle.
El problema del papel afecta fuertemente a aquellas editoriales que trabajan el rubro infantil, que justamente son las que más usan color e ilustraciones en sus hojas. En este sentido, Regina Cellino, al frente del sello independiente Le Peccore Nere, destacó que el entintado que se usa requiere un grosor especial para evitar que manche el resto de las hojas.
“Los libros infantiles son carísimos, a los primeros cuatro libros que hicimos les pusimos papel ilustración de 170 gr y este año cuando mandamos a imprimir el libro ‘Quién Soy’ nos dicen que de esa calidad no va a entrar. Decidimos hacerlo con uno de 150 gr, pero fue todo un riesgo porque las editoriales chicas como la nuestra no tenemos la posibilidad de ver la maqueta antes, es otro costo”, indicó Regina Cellino, quien está al frente del sello junto con su socia Maria Pia Iannuzzi.
Fue en 2017 que nació esta editorial binacional ya que Ianuzzi vive en Italia, desde donde también edita y publica algunos de los títulos que hoy conforman el portfolio de Le Peccore Nere. En total llevan impresos 17 libros y un ebook, formato al que se animaron durante la pandemia. Cellino contó que se dedicaron a traducir al italiano algunos de los títulos que salieron en Argentina y que ahora el proyecto “se amplió”, según sus palabras, editando y traduciendo al español a autoras del país europeo como María Borio, con su poemario El otro límite y la escritora María Laura Mura con su libro El Juego del Silencio.
Yendo camino a cumplir sus 30 años en el mes de julio, Homo Sapiens se volvió una referencia en lo que es edición y venta de libros dentro del circuito local. En todos estos años de trayectoria, la editorial realizó un intenso trabajo que se evidencia en lo 1.130 títulos publicados, pasando por ella una gran cantidad de escritores rosarinos, algunos de los cuales hoy lucen sus obras en la librería que lleva su mismo nombre y está ubicada en calle Sarmiento 829.
Detrás de la misma se encuentra José “Perico” Pérez, el editor y fundador de Homo Sapiens y declarado personalidad distinguida de la cultura de Rosario, quien en diálogo con Ecos365 sostuvo que “el libro aumentó menos que otros productos de primera necesidad”. Como le gusta afirmar, la lectura es para él una actividad prioritaria, aunque sabe que no es así para todo el mundo y que esto provoca que el libro no pueda ser el receptor de todos los incrementos que hoy padece el sector.
“No se pueden trasladar todos los costos a su precio final porque mucha gente deja de comprar. Pero el papel aumentó un 130% en un año porque la concentración en el mercado del papel es muy grande, son dos empresas las que deciden el precio, que a su vez también están exportando parte de la producción de papel. Y no hay que olvidarnos del Censo que se realiza el miércoles que viene y también requirió este insumo de forma masiva”, señaló Perico.
El editor rosarino forma parte de los integrantes que componen la Cámara del Libro a nivel nacional y explicó que su presidente, Martín Gremmelspacher, llevó a cabo reuniones con autoridades de la Secretaría de Comercio Interior en pos de intentar generar un consenso con las papeleras para bajar el precio del papel. Sin embargo las conversaciones todavía no llegaron a buen puerto: “Hoy recibí presupuesto para 15 títulos nuevos que vamos a sacar desde Homo Sapiens y me encontré con que tenía una validez de 72 horas, es decir que capaz vas dentro de dos o tres días y el valor para imprimir ya es otro”.
Tiradas más chicas
Nicolás Manzi es el actual el Director de la Editora de la Universidad Nacional de Rosario, pero, antes que eso, fundó los sellos independientes El ombú bonsai (ya sin vigencia) y luego en 2015, como una continuidad de su proyecto editorial anterior, Casagrande, nombre que hace referencia a su apellido materno. Esto último se ha destacado a lo largo de los años por darle lugar a autores rosarinos, muchos de los cuales además se lanzaban con sus primeras incursiones al mundo de la literatura.
“Yo no trabajo con autores comerciales porque sale más caro y porque no me interesa. Trabajo con autores locales, con personas que tienen su proyección, que son buenas, que tienen un recorrido de lectura. Trabajo con gente que escribió un libro y ya está escribiendo dos más, con autores que tienen la vocación de ser escritores, eso es lo que más me atrae”, indicó Manzi.
A lo largo de estos años, el editor también graduado de la carrera de Letras de la UNR, vivió en carne propia los aumentos de precio y la inflación récord que, según sostuvo, dificulta cada vez más la impresión de libros. Aún así, para alguien que cerró un proyecto y automáticamente apostó por uno nuevo nunca es tiempo de bajar los brazos, es por estó que desde Casagrande se dan algunas estrategias para seguir publicando siempre nuevos títulos.
“Yo antes hacia tiradas de 300 ejemplares y me quedaban 100 que no sabía qué hacer, que se terminaban vendiendo a cuenta gotas con el paso del tiempo. Ahora hago menos tiradas, alrededor de 150 ejemplares porque tenemos impresoras láser que nos permiten tirar esa cantidad mientras que antes tenías que imprimir sí o sí más. Después los voy reimprimiendo en la medida en que sea necesario y así es fácil publicar más variedad”, opinó Manzi.
Para Périco Pérez, la posibilidad de hacer tiradas más chicas también va a tono con el deseo de publicar a una mayor cantidad de autores. Según sostuvo, es un fenómeno que se va acentuando porque permite editar más y reponer las novedades rápido, aunque a un costo más alto a largo plazo ya que cuantas más impresiones se hacen, menor es el costo de la unidad.
“Se llama tirada por demanda. Antes una editorial como Homo Sapiens hacía 2 mil o 3 mil ejemplares cuando editaba un libro, hoy hacés mil o 700 y después ves cómo funciona”, señaló Pérez.
Pero esta tendencia no solo se da en editoriales comerciales sino también en aquellas institucionales como la UNR Editora y la Editorial Municipal de Rosario (EMR). Sobre esta última se refirió Oscar Taborda, quien se desempeña como su director hace catorce años. En su opinión, antes se estilaba hacer tiradas largas y stockearse mientras que ahora, por cambios en la fabricación e impresión de libros es más conveniente acortar las impresiones y limitar el uso del depósito.
“Tenemos las mismas dificultades que el resto de las editoriales locales y nacionales. Cuando decidimos publicar un libro hacemos una licitación para convocar a imprentas. De hecho hay una imprenta municipal pero no tiene la capacidad de hacer libros convencionales, podemos hacer otro tipo de libros más pequeños como fanzines, no mucho más”, explicó Taborda.
A su vez contó que en el caso de EMR, los títulos que se publican siempre responden a proyectos propios que encaran desde la Municipalidad o a concursos y convocatorias para escritores, historietistas, poetas, ilustradores, entre otros. Según Taborda, el hecho de trabajar con fondos públicos y sin un objetivo comercial a priori les permite mayor libertad a la hora de encarar ciertas producciones.
“La creación misma de la editorial buscaba aportar a la difusión de los autores locales y de la región. Hay cosas que una editorial privada o mediana no puede hacer como ciertas antologías que nosotros sí. Pienso en nuestra colección mayor que reúne a poetas ensayistas de la ciudad, que implica una investigación exhaustiva y que a una editoral privada se le haría muy difícil encarar porque su comercialización después es limitada. Pero son producciones que no dejan de ser fundamentales para nuestro aservo”, consideró Taborda.
En el caso de Le Peccore Nere, apostar a publicar nuevos títulos implica una gran jugada ya que la financiación sale del bolsillo de ambas socias, sin saber cuánto de lo invertido podrán recuperar luego a partir de la venta. Por eso, un debate que se les presenta a menudo es si arriesgar a publicar un nuevo autor o reeditar y reimprimir títulos con llegada al público. De cualquier forma, para Cellino la clave está en la combinación de ambos esquemas.
“Este año y el año pasado fuimos con más precaución porque nunca sabemos a ciencia cierta cuánto nos va a salir hacer un libro. Para el 2022 teníamos pensado cinco nuevos títulos y ya sacamos dos, hay que ver si llegamos con los tres que faltan para la segunda mitad del año. La posibilidad de reeditar siempre está presente, lo hicimos con ‘Después del Fuego’, nuestro primer libro del autor Javier Nuñez que ya tiene una movida entre sus lectores y funciona muy bien”, contó Cellino.
Sobre este punto, Manzi hizo hincapié en la importancia de que los propios autores se hagan eco de sus obras y colaboren en la difusión y en el proceso de venta: “La rentabilidad se da si se vende el libro y el autor mismo se moviliza. Si edito a un escritor y después no veo que se mueve, la segunda vez lo pienso dos veces”.
También hizo mención a la dificultad que enfrentan las editoriales rosarinas para llevar sus títulos a librerías de Buenos Aires, donde las distribuidoras solicitan el 60% del valor de cada unidad, porcentaje que consideró “muy difícil” de afrontar. Según expresó, lo que en Rosario se vende a $1100 allá tendría que venderse a $1800 para tener el mismo porcentaje de ganancia. Sin embargo, hay una Ley de Precio Único que obliga a las editoriales a publicar el mismo costo para todos los comercios del país.
“Editar desde el interior del país no es como editar desde Buenos Aires. Nosotros lo pensamos más como una intervención cultural que como negocio. Acá la edición de libros no termina de transformarse en un negocio, recién ahora aparece gente que dice ‘yo solo me dedico a esto’. Pero vamos avanzando, se creo un público lector, algo que antes no existía, y se venden muchos más libros de escritores rosarinos que en otros momentos, la gente los busca”, concluyó Manzi.
FUENTE: www.rosario3.com