COPENHAGUE.- Molinos eólicos. Largas filas de ciclistas esperando la luz blanca de su semáforo. Ventanas en los techos de las casas para aprovechar al máximo la luz solar. Paneles solares. Terrazas verdes y huertas orgánicas.
Dinamarca ostenta ser un país “verde” y eso se corrobora al recorrer apenas algunos kilómetros de su capital. Detrás de esa etiqueta que comenzó con una crisis y lo convirtió en una referencia de sustentabilidad y energías renovables, hay un proceso que implicó una presencia del Estado, que pone a asociaciones público-privadas al frente de sus áreas más relevantes, como Food Nation (agricultura), State of Green (energías renovables) y Healthcare Denmark (salud).
El “modelo danés” se convirtió no solo en una forma de vida para sus ciudadanos, también en uno de los ejes de su política comercial internacional y que esta semana traen a la Argentina la reina Margarita II, dos ministros y una delegación de 30 empresas y hoy será el eje central de un foro de negocios en el CCK.
“La Argentina puede copiar el modelo danés”, dijo el ministro de Medio Ambiente y Agricultura de Dinamarca, Jakob Ellemann Jensen, a un grupo de periodistas argentinos -entre ellos, LA NACION- en su despacho de Copenhague, con vista a los canales que no solo son el fondo perfecto para una foto: también desde hace años son piletas públicas para los daneses durante el verano por el saneamiento de sus aguas. “Hace 20 años no podrían haberlo hecho”, expresó, orgulloso, y se sirvió agua de la canilla para confirmar sus dichos.
El Ministerio de Medio Ambiente, el primero del mundo, creado en 1971, se fusionó hace tres años con el de Agricultura porque “la agricultura tiene un impacto en el ambiente y viceversa”, explicó Ellemann Jensen, quien llegó a la Argentina con la comitiva de la Reina. “Somos una nación agrícola y debemos ser conscientes de que nuestra producción debe ser sustentable”, señaló.
Por su parte, el canciller de Dinamarca, Anders Samuelsen, señaló a LA NACION que las empresas danesas “tienen experiencia y know-how en varias áreas relevantes para la Argentina: crecimiento verde, sustentabilidad, agricultura y producción de alimentos, tratamiento del agua y salud”. En ese sentido, pronosticó que en esta visita se abrirán “nuevas oportunidades” para el comercio bilateral y descartó que las próximas elecciones en ambos países puedan afectar estos acuerdos. Además, el ministro del país “menos corrupto del mundo” remarcó que la “transparencia total es esencial para asegurar un buen clima de negocios”.
Agricultura sustentable
“Más con menos” es el leitmotiv del sector agropecuario en Dinamarca: más alimentos y menos desechos, menores costos en agua y energía, menos emisiones de dióxido de carbono. Con sus tecnologías, ingredientes y procesos cada vez más eficientes y sustentables desde la siembra hasta las mesas, Dinamarca llega a producir hoy alimentos para unas 15 millones de personas -casi tres veces su población- con un impacto cada vez menor en el medio ambiente y un interés del exterior cada vez mayor. El sector de alimentos representa el 25% del total de las exportaciones de bienes.
Según la ONU, alrededor de 1300 millones de toneladas de comida se pierden por año en algún momento de la cadena de valor. Dinamarca se propuso minimizar esto desde la tecnología de producción hasta en los hábitos domésticos: a partir de 2006, los daneses han disminuido su desperdicio anual de alimentos en casi un 25%.
Las estrellas en ascenso en las exportaciones son los ingredientes sostenibles que logran alargar la vida útil de los productos y reducir el desperdicio de alimentos.
La empresa Chr. Hansen, que está en la Argentina desde 1964, produce una enzima para obtener más queso con la misma cantidad de leche y un cultivo que extiende la vigencia de los lácteos. Por su parte, Novozymes, que tiene la planta BioAg en Pilar junto a Bayer, ofrece “soluciones biológicas” para el sector agropecuario. “Hay una demanda mayor, pero no por sustentabilidad sino porque mejora la productividad: se produce la misma cantidad a un costo menor”, explicó Susanne Palsten Buchardt, vicepresidenta de la compañía.
Por un carril paralelo a la sustentabilidad, Dinamarca se propuso en 2015 ser el primer país “100% orgánico” del mundo. Alrededor del 15% de las ventas en el país son de productos orgánicos, el mayor porcentaje de la UE. Lo lograron a través de un plan nacional de subsidios para incentivar la conversión de los cultivos y campañas para promover el consumo de este tipo de alimentos libre de agrotóxicos.
Energías renovables
Hasta 1973, Dinamarca dependía totalmente de la energía que importaba del exterior. Por eso, la crisis del petróleo de ese año significó un golpe tan grande a su la economía que decidieron cambiar su estrategia. “Teníamos dónde empezar la transición: no teníamos petróleo, pero sí viento y biomasa por la agricultura”, dijo Iver Hoj Nielsen, de State of Green.
Desde entonces, el Estado aprobó impuestos para desmotivar el consumo excesivo de energía e incentivos para el reciclaje y el uso de energías fuentes renovables a nivel industrial y doméstico. Casi 50 años después, llegó el “modelo danés”: la economía creció más del 70% desde 1980 pero el consumo se mantuvo igual. Al mismo tiempo, se redujeron las emisiones de dióxido de carbono, el consumo de agua disminuyó 40% y casi la mitad de la población recicla la basura. El objetivo final de Dinamarca: pretende ser un país neutro en carbono y sin energía fósil en 2050.
Parte de si estrategia fue diversificar la matriz energética -con una participación cada vez más alta de las fuentes renovables-, la progresiva eliminación de los vehículos que funcionan con nafta y diésel y el incentivo del uso de bicicletas. En Copenhague, un 40% de los residentes va a sus trabajos en dos ruedas y esperan que para 2025 sea el 50%.
En 2016, el 30% de las energías era renovable (más de la mitad surgía de la biomasa y el 21%, de los aerogeneradores). La intención es que ese porcentaje sea del 40% en 2020 y del 55% diez años después.
En Dinamarca no solo hacen energía del viento y del sol sino, principalmente, de los desechos, desde los agropecuarios hasta el agua de cloaca. “Hay que exprimir todo el jugo de la naranja como sea posible, así no perdés nada de energía”, graficó Iver Høj Nielsen. Incluso utilizan el excedente de calor generado por la producción de electricidad en las redes de calefacción urbana (“district heating”) que circula a través de las tuberías para barrios enteros, en un país donde la estufa está prendida por lo menos la mitad del año.
Con Dinamarca como modelo, Mauricio Macri lanzó en 2016 el Plan Nacional de Agua -que busca garantizar el acceso a agua potable y cloacas para todo el país en los próximos seis años- y RenovAr, con el objetivo de que para 2025 el 20% de la demanda eléctrica se cubra con energías renovables. Hoy ese porcentaje es del 43% en Dinamarca, el más alto de la UE y casi el doble que los países que le siguen, Portugal e Irlanda (24%). La intención es que los aeronavegadores generen el total de la electricidad para 2050.
Ayer, antes de su almuerzo con la reina Margarita II, Macri dijo que las economías de Dinamarca y la Argentina son “complementarias”, que “hay mucho para trabajar en conjunto” y puso como ejemplo los aerogeneradores. Mañana, el príncipe heredero de Dinamarca, Federico, inaugurará un parque eólico en Bahía Blanca junto a Pampa Energía y Vestas, el mayor productor de molinos eólicos del mundo, que desembarcó el año pasado en el país, junto a Newsan con una fábrica de componentes argentinos en Campana de una inversión de 22 millones de dólares.
“Cuando empezamos con la energía eólica era tan caro producirla que desde un punto de vista económico no tenía sentido. Pero cuando sos un país chico, dependés del mundo que te rodea y tus recursos naturales son limitados, tenés que encontrar otras soluciones. Y la energía eólica era una de ellas. Eso fue hace 45 años y ahora somos capaces de crear energía eólica de una manera en que tiene sentido para el medio ambiente y para la economía. Requirió una inversión grande al principio y muchas lecciones, que ahora otros países ya no tienen que aprender porque nosotros ya hicimos esa parte”, dijo el ministro de Agroindustria y Medio Ambiente danés.
Balanza comercial
Con una tendencia ascendente, la Argentina exportó bienes a Dinamarca por US$ 272 millones y compró productos daneses por US$ 304 millones en 2018, según la Cancillería argentina. Según los últimos datos disponibles, en 2017 más de la mitad de las importaciones a la Argentina están vinculadas con el sector de la salud, mientras que a Dinamarca se venden principalmente productos alimenticios. Ese año, las inversiones directas danesas en el país fueron de más de US$ 166 millones, mientras que las empresas argentinas invirtieron unos US$ 30 millones en el país escandinavo.
FUENTE: Julieta Nassau – www.lanacion.com.ar