Una de las cúpulas más famosas de la Ciudad de Buenos está recibiendo, en secreto, nuevos habitantes. Con cables de acero y andamios, unos 14 operarios levantaron desde la terraza un grupo de esculturas que imitan a las originales, que estaban allí hace más de 100 años. ¿Qué representan las figuras de animales? ¿Cuántas son? ¿De qué material están hechas? ¿Por qué las colocan allí? ¿Las podremos ver de cerca algún día?
Se trata de la cúpula de la Confitería Del Molino y de cuatro leones alados fabricados con hormigón armado y hierro que pesan 800 kilos y miden dos metros de alto cada uno. LA NACION estuvo presente en el operativo en el cual se izaron con cuidados especiales dos de ellos, de acuerdo a un proyecto destinado a recuperar la cúpula y la terraza para que el año próximo esté abierta al público. Los dos leones restantes serán subidos en pocos días.
Los animales se elevaron en módulos desde la terraza del 6° piso. Están a unos 48 metros del nivel de la vereda, en la mitad de la cúpula. En su época, la cúpula Del Molino fue una de las más altas de Buenos Aires y un alarde de las nuevas tecnologías por estar construida a partir de una sucesión de platos de hormigón rematados por una aguja de zinc. Los leones, colocados como símbolo de la fuerza, son de líneas geométricas, en un anticipo de lo que luego sería el estilo Art Deco.
La tarea de los operarios no fue simple debido al movimiento de las figuras durante el trayecto. Debieron usar un malacate eléctrico con cables de acero para levantarlas. Una vez que llegaron los torsos de los animales, se los encastró con ménsulas de hormigón abrazados a las columnas de la cúpula que se extienden y descargan hacia abajo, hasta el tercer subsuelo, el cual estaba inundado y fue recuperado. Las figuras primero fueron rellenadas con hormigón y luego se le añadieron las patas y las alas. El mismo proceso seguirán con los restantes.
En 2018, cuando comenzó la puesta en valor, notaron que los leones originales ya no estaban en su lugar. De ahí que, basándose en antiguas fotos, modelaron con técnicas 3D las figuras que fueron reproducidas con textura símil piedra. “Había esculturas de mármol de Carrara en todo el edificio y suponemos que los leones eran de ese material. Buscamos una reproducción fidedigna y utilizamos la misma técnica que usamos con la Lola Mora del Congreso Nacional”, explica Luis Gorodner, de la empresa Provorot S.A., encargada de la puesta en valor del CCK, entre otras obras.
Mientras que la cúpula estará lista en pocas semanas, estiman que la terraza será abierta al público a mediados del 2021. Son unos 270 metros cuadrados con una vista privilegiada hacia el Congreso de la Nación y sus inmediaciones. Será administrada por quienes ganen la concesión de la Confitería de la planta baja, ubicada en la esquina de las Avenidas Rivadavia y Callao.
Un trabajo conjunto
Después de ser expropiado en el 2014 y de pasar a la órbita del Congreso Nacional, continúa la primera restructuración integral de la Confitería Del Molino, abandonada y vandalizada durante dos décadas. Mientras que los trabajos en el interior son responsabilidad de la Comisión Administradora del edificio, el Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana porteño se ocupa de supervisar los de la cúpula, la cubierta y las fachadas, estas últimas a cargo de la empresa Hit Construcciones. Si bien cuando comenzó la pandemia las obras estuvieron casi paralizadas, en la actualidad se agilizaron y se llevan adelante de acuerdo a los protocolos vigentes.
“La confitería El Molino es uno de los tantos edificios históricos que tiene la ciudad. Queremos destacar su valor patrimonial para que los vecinos y vecinas puedan volver a disfrutarlo”, adelantó Clara Muzzio, titular del Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana. “Nos alegra que sea otro trabajo conjunto entre Nación y Ciudad además del que hicimos en el Hotel Chile y en el ex Banco Argentino Uruguayo”, agregó Juan Vacas, Subsecretario de Paisaje Urbano de la Ciudad.
Las obras en la cúpula, que está a 28 metros de alto, incluyeron además el recambio de la aguja usada como pararrayos que la remataba. Había sido instalada en 1916 cuando se inauguró el edificio. Era un peligro, estaba oxidada y estuvo a punto de colapsar. Sus restos serán conservados en el Museo del Sitio a crearse en uno de los pisos. Ahora luce una nueva aguja modelada en zinc belga, con las mismas características morfológicas que la anterior, aunque ya dejó de ser usada como pararrayos. El del Congreso Nacional la supera en altura.
Construido por el arquitecto Francesco Gianotti con materiales traídos de Europa, el edificio es considerado el ejemplo máximo del estilo Art Noveau. La cúpula es una clara muestra de eso. “Posee una ornamentación con forma de gajos, decorada con dibujos orgánicos hechos con 27 colores diferentes de teselas, desde cuatro tonos de verdes hasta seis de celestes, marrones y terracotas. Algunas se conservaron y limpiaron, pero otras tuvieron que ser fabricadas a partir de una técnica especial de doble horneado”, explicó el arquitecto Gorodner.
Estos trabajos se realizan en el cuarto piso, donde se ubican los talleres de los diferentes oficios: marmoleros, bronceros, carpinteros, etc. Dado que Del Molino no fue ajeno a la ola de robo de bronces en el espacio público, en una de las habitaciones se reproducen las figuras de bronce de la ochava en Planta Baja que habían sido decapitadas. Para evitar el vandalismo serán amuradas con tornillos de cabeza perdida, explicaron los especialistas.
Del Molino está compuesto por dos cuerpos, posee 7600 metros cuadrados y nueve plantas. Como emblema de la opulencia y la modernidad de principios del siglo, fue declarado Monumento Histórico Nacional. Si bien no hay fecha para que concluya la puesta en valor, se estima que aproximadamente casi un 70% de la obra está avanzada. Ente los espacios que ya volvieron a brillar se destaca el Salón de Baile del primer piso y la Confitería por la cual pasaron los personajes más importantes de la historia nacional.
FUENTE: Virginia Mejía – www.lanacion.com.ar