No sólo se trató de devolverle sus partes perdidas y su brillo. Fue mucho más que embellecerla. Para que la antigua placa de mármol y bronce de La Favorita pudiera retornar al corazón del ingreso a la tienda hizo falta atravesar un debate que culminó en la decisión de restituirla a su lugar de origen, incrustada en el piso, y, luego, hacerla lo suficientemente fuerte para que pueda resistir otra vez el paso diario de miles de personas.
La pieza fue durante 69 años parte del emblemático edificio inaugurado en 1929 en la esquina de Sarmiento y Córdoba, y más tarde quedó bajo la custodia del Museo de la Ciudad, durante 25 años. “No hay muchos antecedentes de restitución este tipo”, dijo a La Capital el director de la institución, Nicolás Charles, que este jueves en el marco del traslado de la pieza desde la sede del parque Independencia hacia la tienda remarcó que el óvalo retorna “en comodato” y “no dejará de ser patrimonio del museo y de la ciudad”.
La decisión, explicó el director, forma parte de una mirada y una política que sostiene el organismo de trabajar como “museo abierto” y concebirse con una “colección dinámica”, que para nada considera esta entrega como una despatrimonialización. Y recordó esto permite que se exhiban en el espacio público piezas que, como muchas otras de la colección, pasan más tiempo en depósitos que en exhibición. Lo mismo sucedió con la vieja placa de La Favorita, que en las más de dos décadas en que es parte del museo sólo se mostró en 2021 durante la muestra “Ciudad Candia”.
“Ahora ocupará su lugar original sin dejar de ser parte de nuestro acervo”, afirmó Charles al citar como antecedente del concepto las afamadas “Tres Musas”, del barrio el Saladillo: tres piezas escultóricas que formaron parte de una casona del barrio, pasaron al museo con su demolición en los años 80 y volvieron al barrio; actualmente están emplazadas en el polideportivo municipal de esa zona.
Lo cierto es que el proceso de restituir el óvalo al hall de la vieja tienda, ese espacio de encuentros y desencuentros de los rosarinos por décadas, llevó casi medio año.
El trabajo, paso a paso
Las hacedoras fueron Annabella Gentile y Evangelina Larouelle, egresadas de la carrera de bellas artes de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), quienes integraron por mucho tiempo de los equipos de restauración de la Secretaría de Cultura del municipio.
Si bien a lo largo de los 20 años que había estado en el museo a la placa se le habían realizado “consolidaciones” para su conservación, fue recién en 2021, para la muestra “Ciudad Candia” que la pieza tuvo intervenciones más profundas para su recuperación. Sin embargo, Charles explicó que en ese momento se trató de un trabajo de “restauración estética” de los faltantes para su exhibición por primera vez y eso se llevó adelante con materiales que “no eran aptos ahora para el tránsito” cotidiano de personas.
“Cuando se retiró de su emplazamiento original, la placa sufrió muchos daños, sobre todo quebraduras, microfisuras; tenía material adherido de la construcción. Todo eso hubo que retirar, limpiar y volver a armar”, detalló Gentile. Tanto las especialistas como el director del museo dejaron en claro que la placa estaba “muy débil”.
“Se restituyó la parte faltante de mármol, que era una porción bastante grande del óvalo, y después se hizo una reintegración cromática de toda la placa. Todo esto va a hacer que la placa pueda ser transitada, porque no es lo mismo una restauración para un salón que para volver a su función original”, indicó una de las restauradoras.
En esta labor, junto con materiales de archivo fotográfico que se utilizaron de guía, se hizo una limpieza química, mecánica y manual para remover la suciedad, el óxido y los restos de materiales de construcción que se encontraban incrustados en la pieza. Esta limpieza fue desde los tornillos, la pintura, el mármol y el bronce, hasta lograr la consolidación y relleno las grietas, poder modelar el material faltante y realizar una reintegración cromática general de la placa.
Charles reconoció que el trabajo “fue un desafío complejo para todos los profesionales del museo” y agregó: “Hubo un trabajo constante de prueba y error, y de exploración de materiales que comenzó en enero y que es parte de un proceso que en parte culmina ahora con la entrega de la pieza, pero que continuará”.
Es que justamente como la restitución de la placa al edificio se lleva adelante en comodato, serán los equipos del museo los que periódicamente llevarán a cabo una constatación del Estado de la pieza. “Tenemos por delante un seguimiento y una constatación de cómo responde al lugar donde quedará emplazada”, anticipó el director.
El logo más visto de la tienda
La tienda de García Hermanos llevaba más de tres décadas en el centro rosarino cuando se encargó a Rafael Candia levantar su tercer edificio. La esquina actual se inauguró en en 1929 y allí, por primera vez, se instaló en el piso del hall de ingreso la placa de mármol que este jueves fue restituida.
“Fue el logo de la firma que funcionó desde entonces hasta principios de los años 70; estaba en las perchas y en todos lados, es el que llamábamos el logo clásico”, contó a La Capital Manen García, bisnieta de los fundadores de la empresa y una de las integrantes de la familia que investigó la historia y el desarrollo de la empresa en la ciudad.
Si bien esa imagen se modificó en los inicios de los años 70, ese cambio duró poco, recuerda Manen. “Era algo parecido a lo que era (la tradicional tienda española) El Corte Inglés”, agregó, y señaló que luego llegó el se que se encontraba en las bolsitas azules y, más tarde, uno último utilizado durante los años 90 hasta el cierre de la tienda en 1998.
“Esta imagen, clásica, es la que duró más décadas y fue una presencia continua en muchos lugares y sobre todo en ese hall cada vez que uno se paraba allí a esperar a alguien o le pasabas por encima cuando entrabas al edificio”, recalcó al señalar que pese a los cambios de imagen de la firma, el óvalo en el ingreso “nunca se cambió y estuvo allí hasta que se vendió el fondo de comercio en el 98 y se colocó el de Falabella”.
Entre los García, el coleccionismo no es cosa rara y en La Favorita había elementos de sobre. Alfonso, el último responsable del directorio de la tienda, fue quien decidió donar la gran pieza de mármol, junto a otras, al Museo de la Ciudad. “Fue una buena idea, porque permitió ponerla en valor y se pudo exhibir para la muestra de Candia”, recordó Manen quien incluso señaló que fue por esos días cuando se pensó en que la pieza pudiera, en algún momento, pudiera reinstalarse en su lugar.
Para la familia, esto es “simbólicamente muy fuerte” y no dejan de admitir la “alegría” que significa la restitución. Más aún tras el proceso de cierre de Falabella, que significó para la ciudad una revitalización de la historia de La Favorita y de la esquina de Sarmiento y Córdoba, un momento en que para muchos de sus integrantes hubo “mayor conciencia” de lo que esa tienda de los bisabuelos había significado en el comercio local.
“Para muchos de nosotros era el lugar de trabajo de tu papá, pero todo ese resurgir de los recuerdos te hacer revalorizar a las generaciones anteriores, familias enteras llenas de recuerdos, clientes y empleados, y eso moviliza -continuó-. Así que el hecho de que la tienda vuelva a abrir con su nombre, toda esta y recuperación de su historia, hace que intentemos de alguna manera continuar con esa mística y que el edificio mantenga toda su integridad”.
FUENTE: Eugenia Langone – www.lacapital.com.ar