El 13 de septiembre pasado, la Academia de Arquitectura y Urbanismo (ACAU) organizó un debate crítico sobre la urbanización y los proyectos edilicios de la Villa Olímpica.
¿Pesa más el valor estético-objetual de la pieza arquitectónica o la calidad espacial urbana y edilicia? Intentó responder esa pregunta un panel de reconocidos profesionales: los Arqs. Fernando Diez, Alfredo Garay y Gabriel Monteleone como disertantes, con la coordinación de los arquitectos Jorge Hampton y de Magdalena Tagliabue, más la participación de los Arqs. Estela Iglesias, Eliana Bormida, Heriberto Allende, Daniel Cella y Graciela Brandáriz.
En el contexto de los Juegos Olímpicos de la Juventud celebrados en el año 2018 en Buenos Aires surgió la posibilidad de proyectar una villa olímpica que posteriormente funcionaría como viviendas y espacios verdes de calidad.
El predio que se destinó para tal fin se encuentra dentro del Parque de la Ciudad en Villa Soldati, en la Comuna 8. Un área de la ciudad históricamente relegada a la experimentación de proyectos urbanos y unidades habitacionales poco prósperas.
Son 50 ha que albergan 31 edificios residenciales, un total de 125.000 m2 con más de mil viviendas que fueron adjudicadas a distintas familias a través de créditos accesibles.
Este fragmento urbano se definió con un parque central circular que alberga la Torre Espacial con su mirador, construida en 1985, un tejido de ciudad de manzanas cuadradas y el predio del Parque Olímpico.
De todo el loteo, solo ocho manzanas están urbanizadas, cinco construidas y dos destinadas a plazas públicas.
El debate giró en torno a la escala y la morfología urbana que se proponen en relación a la Ciudad de Buenos Aires y los casos de éxito como el Barrio Parque Los Andes, en Chacarita. El ideal perseguido en la Villa Olímpica es el de generar ciudad de forma heterogénea pero con una masa edilicia continua, según propone el nuevo código.
Para esto se concursaron en 2014 los proyectos edilicios por lote, y no por manzana o sector, como si se tratara de una unidad habitacional e intentando evitar recaer en la tipología fallida de monoblock.
Los edificios construidos se adjudicaron a distintos estudios de arquitectura. En esta convocatoria de la AcAU se analizaron los proyectos de Alonso & Crippa, Estudio Materia, Estudio SMF y Adamo-Faiden.
Al realizar un análisis crítico del sector urbano considerando las piezas edilicias como parte de un todo, y luego indagando en sus particularidades como unidad, surgió como primer interrogante la elección de un trazado de manzanas cuadradas en lugar de optar por una proporción rectangular que brinda relaciones más calibradas entre llenos y vacíos, y resulta en un mejor aprovechamiento de la superficie construible y el asoleamiento.
La propuesta urbana de la Villa Olímpica pondera el espacio público planteando lugares recreativos y de esparcimiento en los corazones de manzana, una idea seductora desde su marco teórico pero poco viable en la práctica.
Los pulmones de manzana terminan siendo un espacio prácticamente residual al cual los edificios le dan la espalda con enormes medianeras en lugar de aprovechar su orientación y expansión.
Curiosamente, los proyectos generan patios internos de proporciones y orientación cuestionables que horadan la masa construida excesivamente y no aprovechan las posibilidades del pulmón verde y las perspectivas largas del entorno.
Con el afán de consolidar el frente urbano con locales comerciales sobre la línea oficial, se genera una barrera perimetral que impide visualizar y vincularse desde la calle con los espacios públicos de los centros de manzana.
Se cuestionó también la aparentemente excesiva cantidad de locales comerciales de similares dimensiones y características, y que están monopolizados por una única concesión. Esto evita la posibilidad de generar una oferta más variada y equitativa de actividades comerciales.
Al respecto, Monteleone hizo hincapié en la falencia de una heterogeneidad comercial y recreativa donde los mismos usuarios de los edificios pudieran acceder a los locales para usarlos en distintos emprendimientos tales como estudios de música, salas de ensayo o yoga, y no solamente kioscos y despensas.
La arquitecta y paisajista Estela Iglesias Viarenghi describió cómo la urbanización de Villa Olímpica sirvió para poner en práctica distintas estrategias de paisaje hídrico y tomarlas en consideración para aplicarlas en otros sectores de la Ciudad.
En Buenos Aires nos encontramos con el problema de que el sistema circulatorio de las aguas de lluvia es obsoleto. Una solución posible es dirigir el torrente de agua a elementos del paisaje urbano pensados para ser solidarios con el agua, como terrazas verdes y distintos equipamientos receptores de agua de lluvia.
Siguiendo esta línea de pensamiento se plantearon tres bulevares drenantes, grandes extensiones lineales de verde, en un nivel inferior al de la calle para poder recibir el agua de lluvia.
La misma solución de niveles se aplicó en las dos plazas del sector, con grandes canteros colectores con plantas semiacuáticas para captar el agua y reutilizarla para riego.
En relación a la densidad propuesta para generar ciudad mediante corredores urbanos delimitados por un frente continuo consolidado, se plantearon edificios de ocho pisos que intentan asemejarse a la imagen de la gran ciudad pero no responden a la escala edilicia mayoritaria de Buenos Aires, que es de dos o cuatro pisos.
“Una menor densidad hubiese resultado en una mayor ocupación del territorio permitiendo edificar más cantidad de manzanas con una escala más afín con el entorno y el usuario”, reflexionó Cella. Muchos coincidieron en que se perdió la posibilidad de experimentar generando una situación similar a la escala barrial del complejo de Bereterbide.
La relación entre el proyecto arquitectónico de las unidades funcionales que conforman un conjunto de manzana; y luego, la suma de esas unidades que, junto con las calles, las plazas y demás equipamientos, van constituyendo la ciudad son el tema principal de discusión urbano-arquitectónica que debemos abordar hoy como profesionales y ciudadanos, cerró Bormida.
FUENTE: María Cano Lasgoity – www.clarin.com