No esconde nada. La ex sede del Banco de Londres y América del Sur, hoy Banco Hipotecario Nacional, parece orgullosa de exhibir el cemento, las vigas, rectas “ablandadas” y curvas “enderezadas” y texturas rústicas. Y en plena City porteña, es decir, rodeada por fortalezas financieras más bien señoriales, aparece como un ícono claro de la arquitectura moderna.
Sucede que ese edificio, construido entre 1959 y 1966 por los arquitectos Clorindo Testa y Santiago Sánchez Elía, Federico Peralta Ramos y Alfredo Agostini (del estudio Sepra) expresa la pasión por las rupturas de la modernidad, en el trajinado corazón de la Ciudad de Buenos Aires. Y sucede además que el edificio es un hito del brutalismo, la corriente arquitectónica que se expandió entre 1950 y 1970. “Brutalismo”, la palabra, viene del francés “béton brut” (hormigón crudo), que difundió -como pocos- el arquitecto suizo Le Corbusier, pope de la simplicidad.
Algunos expertos aplauden esa obra. Por su osadía al exaltar el cemento y otros materiales de pinta poco suntuosa y el sello industrial, por la geometría “intervenida” con quiebres y calados y por la búsqueda de continuidad entre el interior y la calle, entre otras razones. Otros especialistas la consideran tosca, sin pasta para clásica. Como sea, la mole en cuestión es, hace rato, un imán singularísimo de la calle Reconquista.
En el paisaje de esa peatonal se imponen fortalezas del poder económico y financiero. Soberbias. Y más. Igual que sedes de dependencias públicas de la zona son joyas arquitectónicas. Testimonios de época. Ventanas a la historia.
Es que sobre la calle Reconquista y en casi todo el Microcentro –formalmente, el barrio porteño de San Nicolás– se pueden evocar huellas de la influencia de la arquitectura de ecos renacentistas que primó después de que la epidemia de fiebre amarilla de 1871 expulsó a los grupos acomodados del sur de la Ciudad.
A principios del siglo XX lo que quedaba de aquello y de lo colonial se mezcló en la zona con el furor por lo “neo”: la elegancia del clasicismo francés, el deseo de tocar el cielo con las manos del gótico o la búsqueda de –otra vez– apabullar del barroco español. Pronto llegarían el Art Nouveau, con su elogio de la naturaleza, las curvas y la sensualidad, y el Art Déco y su alabanza a la abstracción. Ya en la década de 1930 aparecieron los rascacielos típicos: plena modernidad.
Ahora, entre el mar de oficinistas apurados, los que mendigan, los “arbolitos” y los pungas -uno preferirá siempre acordarse de las tiendas tradicionales, la ex Gath & Chaves, o de la Galería Güemes, en pie, abierta, bellísima-, la historia sigue pero mejor parar. Observar. Pensar. Sólo sobre la calle Reconquista hay todo un abanico de formas de impresionar.
Los 6 elegidos:
1) Ex Nuevo Italiano. Piedra travertina italiana en el frente. Mármol botticino en un salón y otros tipos (negro belga y Napoleón, entre varios), en otros espacios. Bronce. Nogal italiano en el gran salón de asambleas del primer piso. Cedro y roble, en otros. Con materiales así de nobles y las proporciones armoniosas típicas del estilo neorrenacentista, el ex edificio del Nuevo Banco Italiano fue edificado entre 1929 y 1933 según el proyecto de los arquitectos Ermete De Lorenzi, Julio Otaola y Aníbal Rocca, por la constructora Arienti y Maisterra -que también se encargó del edificio del ex Mercado del Abasto (1934), Abasto Shopping en la actualidad, y de las sedes del Banco de la Provincia de Buenos Aires (1940) y la primera etapa del Edificio Central del Banco de la Nación Argentina (1944), todos Monumentos Históricos Nacionales.
En este terreno vivió Miguel de Azcuénaga, “gobernador intendente” de Buenos Aires en 1812. Y en 1890 inauguraron el primer edificio del Nuevo Banco Italiano, que había sido fundado sólo tres años antes. Enseguida le quedó chico a la entidad y lo sucedió el actual, que también fue sede de la compañía de seguros Columbia. Luego albergaría al Banco Nacional Argentino y más tarde, al Banco Francés. En Reconquista 2.
2) Ex Anglo Sudamericano. Fue proyectado por los arquitectos Paul Bell Chambers, inglés, y Louis Newbery Thomas, estadounidense, ambos autores de edificios clave de la Ciudad de Buenos Aires -el Banco de Boston (hoy Standard Bank) y el Railway Building (sede del Ministerio de Economía), entre otros-. Las obras arrancaron en 1912 pero las frenó el inicio de la Primera Guerra Mundial y concluyeron en 1920. Pero su sello principal es más bien francés, imponente y elegante, de ecos neoclásicos. Fue sede de varias entidades financieras, la última, el Banco de Crédito Provincial de Buenos Aires, que quebró en 2001.
Ya en 1925 la edificación recibió un premio municipal, por la fachada. Aún lo recuerda una placa. En Reconquista 46.
3) Brutalista emblemático. Esta mole, de unos 80.000 metros cuadrados y 8 pisos, fue construida entre 1960 y 1966 por los arquitectos Santiago Sánchez Elía, Federico Peralta Ramos y Alfredo Agostini, del estudio Sepra, y por el arquitecto y artista Clorindo Testa, para el Banco de Londres y América del Sur.
Como la mole está ubicada en Reconquista y Mitre, ambas calles angostas, los autores buscaron ampliar la percepción del espacio borroneando los límites entre el interior y el exterior. Por eso, de perfil, parece que la construcción “chorreara”. La decoración, con calados geométricos, es otro rasgo del estilo brutalista. Hoy funciona el Banco Hipotecario. Fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1999. En Reconquista 101.
4) Ex Alemán Transatlántico. La torre y la cúpula, con los querubines, son imanes de este edificio levantado por el arquitecto alemán Ernesto Sackmann entre 1924 y 1926.
El predio medía de 1.100 metros cuadrados. La ornamentación también impactó. El frente fue vestido con piedra arenisca y el hall y pisos, con mármoles. Tras ser sede de varios bancos, el edificio fue reconvertido en sede de oficinas y rebautizado como Reconquista Plaza. En Reconquista 134.
5) Ex Schaffhausen. Esta edificación de comienzos de la década de 1930 fue atribuida al arquitecto Francisco Gianotti, quien proyectó una celebridad de la zona, la Galería Güemes (1915, Florida 165), y la Confitería del Molino (1916, Rivadavia y Callao, en Congreso). Ambos edificios, íconos del Art Nouveau porteño.
De hecho, expertos señalan el cambio rotundo de estilo que marca esta construcción respecto de obras anteriores de Gianotti. Frente neoclásico, despojado. Granito negro de Suecia para vestir la planta baja. Ventanas rectangulares. Y decoración reducida a capiteles y palmetas dentadas. En Reconquista 336.
6) Ex Tokio. Se planta como una especie de prisma, en Reconquista y Corrientes, con su faceta de entramado gris. Y seduce además con una plaza seca de 23 metros de ancho (sobre Corrientes, justamente) y 16 de profundidad.
Pensado como ex sede del Banco de Tokio, fue proyectado por los arquitectos Raúl Raña Veloso, Roberto Forster y Samuel Álvarez e inaugurado en 1982.
Expertos del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo (CPAU) subrayan las “paredes de granito gris aventanadas sobre calle Reconquista y el revestimiento de ‘curtain Wall’ -liviana, muchas veces acristalada, independiente del edificio- sobre la plaza”, aparte del pórtico de granito negro.
“Edificio, plaza seca, plazoleta y playa de estacionamiento configuran un conjunto edilicio que mejora el apretado tejido urbano que caracteriza el centro de la ciudad, al ampliar las visuales desde las calles y aún desde los edificios vecinos”, indican las fuentes en la página de internet Moderna Buenos Aires.
FUENTE: Judith Savloff – www.clarin.com