El activismo ambientalista tiene múltiples expresiones y facetas en Mar del Plata y la zona. Y si bien está representado por las gestiones de muchos vecinos independientes, en el partido de General Pueyrredon también existe una gran cantidad de entidades comprometidas con esa causa.
Mientras que algunas de esas instituciones son representativas de otras con alcance nacional o internacional, también están las que cuentan con una raíz local y protagonistas locales. El universo del ambientalismo en el distrito es heterogéneo y los actores plantean una mirada distinta sobre las principales problemáticas, pero con factores que los hermanan.
Justamente, uno de sus denominadores comunes es que consiguen una gran visibilidad en algunos de los acontecimientos más importantes, como aquellos relacionados con problemas en el suelo, el mar, la horticultura y el ambiente en general. Esas situaciones se vuelven propicias para conocer quiénes conforman esos movimientos, así como para entender sus principales banderas.
Según pudo saber Infobrisas.com, no existe actualmente una entidad madre que aúna a todas estas agrupaciones, debido a esa misma heterogeneidad e impronta que las caracteriza. Sin embargo, situaciones como la exploración petrolera off-shore en el Mar Argentino, la presencia de materiales contaminantes en escuelas, la tala indiscriminada y otras problemáticas, refuerzan la identidad y la razón de ser de esos actores locales.
Tras haber mantenido diálogo con los principales referentes del ambientalismo local, se observan preocupaciones similares, coincidencias y discrepancias. Existe en todos ellos la noción de que las políticas gubernamentales que se llevan adelante son insuficientes para mantener una ciudad limpia, saludable e inclusiva.
Surfrider, Greenpeace y Asamblea Luna Roja son algunas de esas instituciones, pero no las únicas de la ciudad. Se les suma el importante trabajo de vecinos independientes, que en algunos casos llevan adelante iniciativas desde lo cotidiano, con intervenciones en los barrios, proyectos de arte y campañas en los medios.
La problemática ambiental más urgente en Mar del Plata
Para Hernán Pérez Orsi, director ejecutivo de la Fundación Surfrider Argentina y con gran trayectoria en la materia, el problema más urgente a atender es el manejo de los residuos en todos sus niveles, ya que “es altamente preocupante en la ciudad” y “el mar y las playas son quienes más sufren este impacto”.
En una línea similar se expresa María Marta Casado, voluntaria del grupo marplatense de Greenpeace, quien asegura que el tema que requiere mayor celeridad en su tratamiento es la exploración offshore en el Mar Argentino, a 300 km de las costas bonaerenses: “Es uno de los principales problemas ambientales”, manifiesta.
Por su parte, desde la Asamblea Luna Roja consideran que “no hay ningún tema que pueda solapar al resto. Las problemáticas ambientales más urgentes podrían listarse en la desigualdad social; el acceso a la tierra o las herramientas de producción y la falta de democratización de las decisiones políticas de manera temprana. De allí, derivan un conjunto de conflictos”.
Entre los mismos, señalan algunos como el envenenamiento por agrotóxicos, la “insostenible” producción de materiales y su gestión final, el extractivismo petrolero y el incumplimiento a la reducción de gases efecto invernadero, la apropiación de espacios públicos que dejan de brindar derechos de uso y goce público e irrestricto y pasan “a brindar ‘servicios’ económicos a sectores de poder empresarial y político”.
En ese marco, desde la Asamblea resaltan la existencia de “expulsión social y discriminatoria de áreas de playa en la creencia de que es parte del modelo turístico, la falta de cumplimiento de las leyes y la degradación de quienes ocupan la función pública se retroalimenta en sesgos sociales que llevan a la gente a desistir o dejar de creer en los reclamos”.
Por su parte, Juan Lorenzani, representante de la Fundación Fauna Argentina, explica que las problemáticas de Mar del Plata “tienen que ver mucho con los plásticos y los residuos que se ven en la calle, como bolsas de nylon. Cuando vas a comprar medio kilo de carne te dan una bolsita y después una segunda. Esa bolsa no tiene más de cinco minutos de vida, porque después, una vez que sacas el producto, lo tirás y eso va al medio ambiente”.
“Son toneladas de plástico por día que se consumen en Mar del Plata y lo podemos ver en la calle, con una gran cantidad de nylon y botellas. Lo hemos visto cuando sacamos basura en la lobería, con todo tipo de desechos que se tiran a la calle y luego, después de una lluvia, van por las bocas de tormenta y terminan en el mar”, agrega.
Cómo trabajan y quiénes integran las entidades
En Mar del Plata, Greenpeace está representada por quince voluntarios, según comparte a este medio María Marta Casado, quien lleva doce años trabajando en esas condiciones en la ciudad.
“Tenemos activa presencia en la ciudad con las problemáticas ambientales. La gente se suma con su firma a las peticiones que impulsa Greenpeace con sus campañas, se acerca a informarse y participa del reclamo junto a nosotros”, destaca.
Surfrider, por su parte, es conformada a nivel local por ocho personas, que en forma voluntaria “gestionan día a día los programas”, de acuerdo a lo expresado por Pérez Orsi, quien lleva poco más de un mes en esa institución, “sumándome a algunas de las iniciativas participativas desde que la fundación inició su labor hace 20 años”.
“Tenemos un marcado sentido de pertenencia como organización con el espacio costero marino de la ciudad. Tratamos de aportar una voz y una mirada que intente generar conciencia en la comunidad sobre el uso sostenible de los bienes comunes, su importancia para la cultura, economía y nuestra vida cotidiana. Trabajamos fuertemente por preservar el clima, las playas, los océanos y las olas para las generaciones futuras”, asegura.
En el caso de la Asamblea Luna Roja, la misma funciona de una forma diferente a las organizaciones anteriormente mencionadas, ya que está compuesta por una cantidad variable de miembros: “Hay gente que participa por unos meses o un año y luego deja de asistir semanalmente, para solo concurrir a eventos o manifestaciones esporádicas”, manifiestan ante este medio.
“Permanentemente, unas doce personas mantienen la organización semanal, y unas cincuenta concurren a eventos en carácter de organizadores, algo así como voluntariados. Es importante saber que en los eventos concurren un total de entre 100 y 350 personas, añaden.
También aclaran que las asambleas ciudadanas “son sujetos colectivos que no se caracterizan por la “institucionalización” sino que desarrollamos una labor que tiene que ver con la horizontalidad y la circularidad de la escucha y la palabra. Aportan a la comunidad un conjunto de acciones que tienen que ver con la necesidad de abrir foros y escuchar lo que está pasando en el territorio”.
“Así emerge en voz de las propias personas aquello que está sucediendo. Se legitima la voz de la gente y en la ronda va delineándose aquello en común que tienen los relatos, de las subjetividades individuales va surgiendo un cuerpo de saberes colectivo que nace de un proceso social no dirigido”, suman.
Entre sus aportes, ponderan el fortalecimiento del tejido social, la preponderancia en temas como la igualdad de género, el bien común, la salud pública, el derecho al acceso a la información y labores coordinadas con grupos de investigación universitarios y del Conicet.
“Las asambleas producen conocimiento situado, elaboran conflictos en clave de derechos y formulan propuestas basadas en la legitimación social de los procesos”, resaltan.
Ambientalismo desde lo cotidiano
Las diferentes entidades entrevistadas por Infobrisas.com coinciden en la existencia de una falta de conciencia ambiental, es decir, un déficit en las instituciones estatales y educativas en cuanto a la formación de los ciudadanos.
Por eso surgen también iniciativas independientes que intentan revertir esas carencias, aunque su labor implique un gran esfuerzo humano y económico.
“Creo que ha sido una solución para los vecinos, ya que muchas personas estaban motivadas por reciclar sus plásticos, pero tenían pocas opciones donde llevarlos. Por otro lado, el proyecto promueve la educación ambiental y ha hecho que muchos niños y ciudadanos aprendan sobre reciclaje y vean con sus propios ojos cómo los residuos se transforman en objetos útiles”, considera Josefina Diez, representante del emprendimiento Marsinplast.
Desde esa iniciativa familiar, que lleva tres años y medio funcionando en Mar del Plata, se dedican a la fabricación de productos de plástico reciclado, educación ambiental en escuelas, capacitaciones online y creación de contenido en redes sociales.
“Por el momento, la logística es un impedimento, ya que, al no contar con logística propia, me limito en la cantidad de plástico que puedo reciclar”, lamenta.
Según Diez, la problemática de los residuos “sin dudas se lleva la prioridad” entre las problemáticas ambientales: “Somos 700 mil habitantes y debemos tener el conocimiento de cómo separar los residuos en nuestra casa para así mantener la ciudad limpia, motivar la economía circular, y garantizar un trabajo digno a los recuperadores de las cooperativas, evitando que les lleguen bolsas mezcladas”, indica.
“Se necesita un cambio cultural urgente, que desacelere el consumo y nos haga pensar con sobriedad”, añade.
Un proyecto similar es la campaña “Va a parar al mar” que, en una línea parecida, busca generar un cambio en la forma en que las personas conciben los residuos.
“No pertenecemos a ninguna institución, ni agrupación, ni nada relacionada al sector público o privado. Somos un grupo de cuatro personas. Actualmente soy community manager y aprovecho este recurso para mostrar la cantidad de basura que hay en cualquier rincón de la ciudad y como lo tenemos naturalizado”, manifiesta María Belén Berrade, responsable de la iniciativa.
De acuerdo a su testimonio, los integrantes se topan con una importante falta de información en la materia: “El tema de la basura en nuestra ciudad se toca solo en el verano, cuando estamos en plena temporada. Queremos comunicar que esa basura que vemos orillada en las esquinas, esas bolsas y plásticos que pasan volando frente a nuestras caras en el invierno, es la basura que encontramos en las playas en el verano”.
“La falta de comunicación también hace que no sepamos en que momentos del día sacar la basura, de qué modo sacarla, en donde dejar los desechos de mayor volumen y muchas cosas más”, agrega.
Para Berrade, la problemática más urgente es la contaminación, ya que “se nota un fuerte abandono en todo el sistema de recolección de basura y la limpieza de calles”.
Cuando el activismo es arte
En el caso de Javier Almirón, artista urbano oriundo de Mar del Plata, el ambientalismo se expresa de una forma muy particular, con gran cantidad de intervenciones que desarrolló en esta y otras ciudades.
Establecido en Barcelona, España, y relacionado con numerosos proyectos artísticos, asegura a Infobrisas.com que su obra “se representa a través del muralismo, la ilustración digital, animación 2D, desde la gráfica y la intervención del espacio público. Mi militancia va desde la mano del arte y dentro de mi obra me pregunto varias cosas, como cuál es la relación que tenemos con el mundo que nos rodea, con el ambiente y con nosotros mismos”.
“Hablando desde lo existencialista, desde lo crítico hacia lo político, dando una mirada. No diciendo que mi verdad es absoluta, sino dando mi punto de vista con una mirada original y auténtica, que la gráfica llame la atención y se pueda llegar de otra manera, más que con el grito de ‘no a tal cosa’, sino con lo que proponemos a través de ese ‘no'”, resalta.
Si bien actualmente no forma parte de ningún colectivo activamente, siempre estuvo “muy activo” en la agrupación Ecos de mar, aunque ahora se le dificulta por la distancia: “También es algo que se va armando de acuerdo a las luchas. Con el corazón formo parte de Ecos de Mar”, agrega.
El artista realizó “colaboraciones con la causa” y diferentes asociaciones, incluido un mural de Greenpeace de la costa de Cabo Corrientes: “Antes de eso hice colaboraciones con ilustraciones de flyers y afiches de las marcas del Atlanticazo, varios murales”, resalta Almirón, quien al momento del contacto con este medio se preparaba para participar de un encuentro/debate que cerraba “con un taller de carteles acá en Madrid, en un lugar llamado La Parcería, un lugar latino”.
De acuerdo a su testimonio, la actividad que lleva adelante ahora “es más hacia lo pedagógico, con encuentros donde uno pueda charlar. Lo público es mi fuerte, pero en este territorio siento que toca así, ir haciendo las bases de cómo uno viene trabajando desde el activismo gráfico”.
Respecto a los principales escollos con los que se encontró en su labor, manifiesta que “uno de los impedimentos fue la censura o el hecho de que nos taparan varios murales en colectivo o con la comunidad con otros artistas, con el Puerto como el territorio más afectado. Uno fue YPF o el Consorcio del Puerto y otro en la Escuela de Pescadores, que no llegaron a durar más de un día. Eran murales autogestionados por los mismos artistas y asambleas con colaboración de alimentos”.
“Lo más difícil es eso, que duren las cosas. Otros murales duraron un poco más, pero fueron vandalizados, como en la zona de la Terminal, donde fueron recuperados pero luego tapados por pintadas políticas. Otras activaciones son las pegatinas, que es algo también colectivo y de pronto se van mezclando con otros mensajes y quizás no son atacados directamente”, lamenta.
También preocupado por la basura en las playas y la exploración petrolera offshore, Almirón resalta “la importancia del cuidado del ambiente y de activar y entrar en consciencia del cambio climático. El peligro que lleva hacia donde vamos requiere no solo activar en la calle, que no sé si es lo más poderoso, pero si lo más visible por ser el espacio más directo que tenemos. Me parece muy importante empezar a activar en colegios y comunidades organizadas”.
Debemos generar este tipo de debates y reflexiones sobre qué estamos haciendo para que este mundo no siga yéndose al tacho. Cuando hago estos encuentros de conversación y debate voy acompañando con las visuales de todo lo que venía haciendo y lo que trabajé con colegas y organizaciones, como para dar memoria de que se están haciendo muchas cosas y que también el arte es una manera de representar lo que está pasando en la actualidad y el territorio que habitamos”, añade.
Conceptos en común
Tal como se explicó anteriormente, pese a su heterogeneidad, existen conceptos en común entre las diferentes expresiones del ambientalismo marplatense. Todas ellas coinciden en la urgencia de un cambio de paradigma para enfrentar problemas estructurales que ponen en peligro la salud de las personas.
Pérez Orsi, de Surfrider, considera que “el acceso a la información pública es críptico y lento, lo que genera que se den procesos a espaldas de la sociedad que deberían pasar por el escrutinio público”.
“Tenemos enormes desafíos en el camino para dejar una ciudad, playas, océano y clima sustentables a las generaciones futuras. No hay tiempo que perder, ni oportunidades que desperdiciar. Es una tarea que requiere el compromiso firme de todos”, agrega.
En esa línea, María Belén Berrade, de la iniciativa Va a parar al mar, destaca que “es urgente no acostumbrarnos a convivir entre la basura. Es urgente que se mejoren los servicios de recolección de basura, por ejemplo como colocar contenedores en las esquinas de cada barrio para que los residuos queden es un solo lugar, evitando que las bolsas puedan romperse y que la basura se desparrame por todas las calles para luego terminar en el mar, ya que entra directo en los pluviales”.
Josefina Diez, promotora de Marsinplast, advierte que “al corto plazo, no se resuelven los problemas ambientales. Se necesita de políticas públicas que no cambien con las gestiones políticas, perseverancia, constancia y que aprendamos a valorar lo que tenemos, la ciudad, los recursos y la calidad de vida”.
La Asamblea Luna Roja también pondera “la propuesta de reflexionar sobre cuál es nuestra cuota de retroalimentación hacia este sistema opresivo y cuáles serían las acciones que si las dejamos de hacer, dejaríamos a su vez de alimentar el sistema que padecemos comunitariamente. También invitarnos a reflexionar cuáles podrían ser las acciones nuevas que, de aprender a realizar, podrían ayudar a emanciparnos y dejar de depender de las falsas soluciones que el capitalismo ofrece”.
Según Juan Lorenzani, referente de la Fundación Fauna Argentina, “no ocurre en ningún lugar del mundo que haya un grupo de ciudadanos que se junte para formar una institución por el cuidado de los animales y el medioambiente que esté tan descuidada y abandonada por las autoridades. Nunca tuvimos una reunión con ningún intendente que nos haya llamado para preguntarnos que necesitábamos”, lamenta.
“Es una institución que siempre trabajó con mucho pulmón y sacrificio. El Estado nunca puso un mango y deberían ser un poquito más agradecidos. Eso no ocurrió en 42 años, lo cual me parece una vergüenza, pero es una realidad”, critica.
En último término, María Marta Casado, voluntaria de Greenpeace, reflexiona: “Como dijeron quienes empezaron con la aventura de Greenpeace, ‘Queremos Paz y queremos que sea verde’. El momento de actuar es ahora, y el poder de cambiar el mundo está en nuestras manos. Todos podemos tomar acción desde el lugar que elijamos para sumar nuestro aporte en la construcción de un mundo mejor”.
FUENTE: www.infobrisas.com