Somos un equipo”, dice Jennifer, una productora de cine norteamericana que se casó con un arquitecto húngaro. Juntos se instalaron en Buenos Aires, donde floreció una familia que ya es de cuatro y sigue recorriendo el mundo. Como equipo, además, formaron el estudio The Alchemists, especializado en renovar viejas propiedades. “Nuestra filosofía es transformar los lugares y llevarlos de lo ordinario a lo extraordinario, por eso el nombre”, explica sobre la empresa cuyo último proyecto es este departamento que reformaron en Palermo antes de dejar Buenos Aires.
Fue casi un año de obra durante el que este edificio de 1914 en una esquina de Palermo estuvo cubierto por andamios para renovar una estructura deteriorada por el tiempo: “Cuando llovía afuera, llovía adentro”, grafica Jennifer.
Como parte de la profunda reforma, se reciclaron los pisos de cerámicos y se reemplazaron los de madera; se transformó la cocina original en un lavadero y se construyó una totalmente nueva; se modificó la caja de la escalera espiral de hierro; se levantó una estructura en la terraza para la suite principal y se rehizo el domo de la cúpula. El resultado es un flamante dúplex (living-comedor-cocina abajo y las habitaciones arriba) que espera la próxima visita de esta familia rodante.
“Mis hijos nacieron en la Argentina; por eso hicimos esta casa antes de volvernos a Hungría; para tener un lugar especial cuando venimos”, cuenta Jennifer.
Un entrepiso de hierro aprovecha la doble altura del espacio para la biblioteca, junto a la escalera, espejo con marco decapado. Ubicado en un nicho sobre el hogar, el televisor se esconde cerrando los postigos.
Un luminoso patio con piso y claraboya originales restaurados oficia de hall de entrada. Durante la obra se derribaron varias paredes y así aparecieron las aberturas de estilo fabril del pasillo
“Este es uno de los espacios que más nos gustan: es luminoso y distinguido, pero al mismo tiempo tiene un clima casual y está súper equipado”.
La cocina fue hecha a nuevo por Zsolt, el marido de Jennifer, que diseñó la mesada de mármol de Carrara y la estantería de pino crudo donde la vajilla blanca, las pavas y utensilios plateados se despegan del fondo y reflejan la luz.
El ambiente despojado fue ambientado con detalles rústicos y retro. Además, sofá de hierro y dúo de sillones tapizados en amarillo con vivos oscuros a tono con los almohadones (todo de De Levie). La escultura del caballo la dejaron los dueños anteriores.
“Hicimos nuestro mejor y más respetuoso esfuerzo: las cúpulas son una parte muy especial del paisaje de Buenos Aires y para nosotros es un honor ser custodios de una de ellas”.
Al estilo orangerie, la terraza con piso de piedras tiene macetas con cítricos y aromáticas. Se equipó con sillas ‘Quilmes’ y un mesón de madera con tratamiento para intemperie (Cetol).
“Este lugar es el preferido de todos los que nos visitan: tiene una vista preciosa, recibe luz por todos lados y de noche te hace sentir que estás en una película”.
En la habitación de huéspedes, junto al balcón francés, una mesita de hierro con tapa de mármol (Mercado de Pulgas) y sillas Quilmes. El placard embutido se adaptó para contener parte de la cama y ganar metros. Los espejos en las puertas amplían visualmente el espacio y crean un impactante contraste con la madera pintada de negro.
La cama tiene respaldo de arpillera capitoné, almohadones y manta en lino rústico. La pared posterior tiene revestimiento de machimbre blanco. Más atrás se ven las guías de la puerta corrediza del vestidor.
FUENTE: Lucrecia Álvarez y Alejandro Altamira – /www.lanacion.com.ar