El oficialismo porteño logró, junto con sus alidos, aprobar en la Legislatura la primera lectura del proyecto para actualizar el Código Urbanístico (CUR). Entre los principales cambios figuran los ajustes en las alturas de las construcciones en los barrios para cuidar las zonas de baja densidad y la ampliación de los pulmones de manzana, que el anterior CUR habilitaba a ocupar casi por completo. El objetivo de la norma es modificar varios apartados del Código aprobado en 2018, cuestionado por las agrupaciones vecinales por el desmesurado avance inmobiliario que provocó en los barrios residenciales de casas bajas. Desde la oposición hubo votaciones en contra (la izquierda y LLA) y la abstención de UxP, que valoró algunos de los cambios que se introdujeron en el proyecto inicial del Ejecutivo pero destacó la necesidad de incorporar otras modificaciones que reclaman los vecinos y sus asociaciones.
“Para UxP es un éxito político haber obligado al oficialisimo a hacerse cargo de los temas que veníamos señalando junto con la vecinos y que se convirtieron en el eje de la última campaña: desarrollo del sur, recuperar la Costanera, frenar la construcción indiscriminada para especulación inmobiliaria sin brindar herramientas para el acceso a la vivienda y la pérdida de superficie absorbente para mitigar el cambio climático”, destacó a Página 12 el diputado Matías Barroetaveña.
El legislador resaltó que “también logramos desarmar un intento de blanquear los convenios urbanísticos y las excepciones al código”. De todos modos, aclaró que “falta mucho para que sea un buen código, esperamos que se escuche a la audiencia pública y que lleguemos a la segunda lectura con un código a favor de una ciudad integrada socialmente y sustentable”. Precisamente, Barroetaveña explicó que la abstención de su bloque se fundamentó en la valoración de los avances logrados y en la necesidad de “dejar la puerta abierta” a los otros cambios que se proponen.
La votación de este jueves fue el primer paso para la aprobación del CUR. Ahora el proyecto se debe discutir en una audiencia pública y luego volverá al recinto de la Legislatura para su segunda votación.
También desde UxP, la diputada Claudia Neira detalló a este diario como avances positivos incorporados al proyecto original del Ejecutivo la recuperación del pulmón de manzana (“aunque la propuesta de los enrases que finalmente quedó no es la mejor”, aclaró), la limitación de los usos del suelo, la incorporación de zonas de desarrollo prioritario (Constitución y el polo textil Avellaneda en Flores Norte, proyectos impulsados por los vecinos junto con la legisladora), el mantenimiento de balcones y la recuperación de Costa Salguero.
También se logró incorporar a la agenda vecinal la baja de las alturas (“aún falta incorporar planteos que hacen los vecinos en los polígonos de los proyectos vecinales”, destacó Neira), la clasificación de las USAB (las áreas de la ciudad de alturas menores, adecuadas para el desarrollo principalmente de actividades residenciales) y el compromiso para abordar las mixturas de usos, aunque en los barrios colpasados por la saturación de usos (gastronómicos o comerciales) falta discutir cuáles son los usos que se deben restringir (por ejemplo, los depósitos textiles en Flores Norte o las metaleras de Constitución).
Entre los aspectos controvertidos de la propuesta oficial fueron eliminados la figura de morfología urbana sostenible, la cota de inundación, la posibilidad de heredar FOT al subdividir parcelas y la flexibilización normativa en parcelas mayores a 2500 m2, entre otros.
Desde UxP se propone para la seguda lectura que la Comisión de Planeamiento recorra las juntas comunales, que todos los barrios de la Ciudad –incluidos los populares– tengan normativa, discutir el Código Ambiental, incluir el área de proteccion ambiental y revisar los mecanismos de compensación Norte-Sur a partir del desarrollo de infraestructura y mejorar las políticas públicas en el sur de la Ciudad.
“Hay que revisar también la falta general de planificación que recorrió transversalmente esta reforma. Un caso paradigmático, y que no fue modificado del proyecto original, es el cambio del uso del suelo en un sector de la Comuna 8 para instalar una alcaidía que alojará 700 detenidos en medio del Parque Olímpico”, advirtió Neira.
Desde la izquierda, la diputada del FIT Cele Fierro sostuvo que el gobierno porteño “lejos de tomar los reclamos que se sienten desde los diferentes barrios porteños, continúa la lógica de la constructibilidad para seguir garantizando los negocios de las corporaciones amigas”.
En la defensa del proyecto fundamentó la miembro informante de Vamos por Más, Paola Michelotto: “Sabemos que la Ciudad necesita una densidad mejor distribuida y un desarrollo urbano más equilibrado, que prevea la identidad barrial y considere la ciudad existente. En este sentido, el proyecto busca lograr equilibrio urbano en tres escalas: a nivel ciudad, escala barrial y nivel manzana”, señaló.
Seis años se están por cumplir desde que la Legislatura porteña aprobó el CUR que reemplazó al viejo Código de Planeamiento Urbano. Desde entonces, dos fenómenos fueron creciendo al unísono: al exponencial aumento de la construcción de edificios en barrios residenciales y de casas bajas le correspondió el surgimiento de organizaciones vecinales que, en los barrios, se agruparon para rechazar el avance de los desarrollos inmobiliarios. La consigna “No al nuevo CUR” se transformó en la principal bandera de las agrupaciones. Ahora, las asociaciones reclaman la incorporación de las propuestas pendientes y que el nuevo Código sea discutido en el marco de las Juntas comunales.
El gobierno porteño, por su parte, quiere acelerar el proceso: busca tener todo aprobado definitivamente antes de fin de año.
FUENTE: www.pagina12.com.ar