Después de la derrota electoral del macrismo en las elecciones presidenciales el panorama económico se tornó sombrío para el segundo mandato de Horacio Rodríguez Larreta que no tardó en avisar que los próximos cuatro años estarían marcados por la austeridad, no como ocurrió entre 2015 y 2019, quizás uno de los períodos más prósperos y de transformación para la ciudad por la magnitud de las obras que se realizaron.
Los indicios que tenía a mano el jefe de Gobierno se comprobaron a los pocos días de asumir Alberto Fernández. El Presidente afirmó que debía “poner en orden las cuentas del Estado” lo que redundaría en un recorte sensible para la Ciudad de los ingresos provenientes de la Nación. Pero no solo la reducción de la coparticipación federal, de unos $30.000 millones, obstaculizaría los planes de Larreta en proyectos avanzados o que debían iniciarse en su segundo mandato.
La puesta en valor del Casco Histórico, la mudanza del Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Cenard), la eliminación de todas las barreras del tren Sarmiento, el traslado del Cuerpo de la Policía Montada, la concreción de la línea F de subte y hasta el corrimiento de la autopista Illia atraviesan una etapa de estudio para determinar la factibilidad de su concreción o, directamente, se descartaron. Las razones: la económica, principalmente, pero también otras relacionadas con el cambio de gobierno a nivel nacional.
En el segundo grupo se encuentra la renovación de los espacios públicos de San Telmo y Monserrat. “Todavía no tenemos definido el plan de acción porque hay que resolver cuestiones de fondo”, dicen en el gobierno. ¿Cuáles? La principal es el desplazamiento de los recorridos de las líneas de colectivo que pasan por el Casco Histórico y que deberían dejar de circular por allí.
Por el momento las negociaciones entre la Ciudad, el Ministerio de Transporte de la Nación y las empresas están trabadas, según señalaron fuentes vinculadas a la negociación. Del éxito del diálogo entre las áreas dependerá la concreción del proyecto. Por el Casco Histórico pasan las líneas 2, 22, 24, 103, 29, 28, 126, 8, 86, 56, 7, 64, 91, 105, 111, 50 y 146.
En septiembre pasado, LA NACION adelantó que el gobierno porteño analizaba la idea de construir un nuevo viaducto ferroviario, el cuarto de los últimos años, tras las exitosas experiencias en las líneas Mitre, San Martín y Belgrano Sur. La posibilidad estaba en estudio para emparchar un proyecto avanzado, pero que por el escenario económico que se avecinaba podía quedar inconcluso: el soterramiento del tren Sarmiento.
También en ese caso los sospechas se están convirtiendo en realidad tras los anuncios del ministro de Transporte de la Nación, Mario Meoni, que en los últimos días avanzó con la idea de rescindir los contratos de la obra. “Muchas veces se han tomado decisiones políticas que son impactantes a la hora de un título, pero que después tienen consecuencias económicas muy graves. Nosotros vamos a cuidar los recursos”, señaló. Según el funcionario para terminar la obra subterránea se necesitaban unos cuantos millones de dólares. Durante el kirchnerismo el proyecto fue anunciado una decena de veces, pero recién se puso en marcha durante la presidencia de de Mauricio Macri.
En la propuesta original, que preveía eliminar 52 barreras, se planteaba un túnel de 18 kilómetros entre Castelar y Caballito. Desde allí hasta la terminal de Once el tren debería circular en trinchera, y de Castelar a Merlo, por la superficie. Con el túnel listo entre Haedo y Villa Luro, los equipos técnicos estudian, desde hace meses, cuáles son las posibilidades para llegar hasta Once.
En el sitio oficial BA Obras se informa que en el Parque Olímpico, donde se realizaron competencias de los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018, se gastaron $1757.843.478 millones en la construcción de pabellones, de espacio deportivo interior, de infraestructura eléctrica, de agua potable y de gas. También se usaron esos fondos en la instalación pluvial, en el mejoramiento del entorno y en la cubierta del estadio de tenis de Parque Roca. Otros $903 millones debían destinarse a la construcción de tres edificios para la futura mudanza del Cenard donde se instalarían oficinas, residencias, el Centro de Ciencias Aplicadas al Deporte, una escuela y una oficina antidoping, entre otras instalaciones.
“El Cenard se queda donde está”, fue terminante el ministro de Turismo y Deportes, Matías Lammens, al ver crecer los reclamos de deportistas que se oponían al traslado de la sede de Núñez. Así queda sepultado, por el momento, la intención de que el Parque Olímpico cumpla con el legado pensado antes de los Juegos: el de convertirse en un centro de alto rendimiento en el sur. Las nueva instalaciones, según informa la Subsecretaría de Deportes porteña, son usadas por 700 deportistas por semana de diferentes federaciones y clubes de natación, hockey, gimnasia rítmica y waterpolo.
“Me opongo a la posibilidad de que la Policía Federal pierda ese espacio”, le dijo a este medio la ministra de Seguridad de la Nación, Sabina Frederic, haciendo referencia al Cuartel de la Policía Montada que funciona en Palermo desde 1938. Sus palabras tuvieron un fuerte impacto y refrendaron lo ocurrido en la Legislatura porteña donde fracasó el intento del oficialismo de trasladar el predio al sur de la ciudad.
Las siete hectáreas iban a modificar los actuales usos urbanos si el bloque de Vamos Juntos lograba aprobar su proyecto. La propuesta no llegó al recinto y seguirá en análisis, pero la oposición de Frederic, y del gobierno de la Nación, será el mayor impedimiento que tendrá por delante el proyecto.
El corrimiento de la traza de la Illia, la que atraviesa la villa 31, para generar un espacio verde, también tiene un destino incierto aunque, en este caso, el factor económico vuelve a ser determinante. La Ciudad sigue analizando la posibilidad de generar un proyecto más austero, mientras los pilotes de hormigón ya construidos amenazan con convertirse en los nuevos Elefante Blanco. La falta de fondos también enterró la construcción de la línea F de subte, que era el proyecto más ambicioso del segundo mandato de Rodríguez Larreta. Eso antes de las elecciones de octubre, las que cambiaron todo el mapa económico y político de la ciudad.
FUENTE: Mauricio Giambartolomei – www.lanacion.com.ar