Muerte, problemas de salud, crisis económica y el contacto con los afectos suspendido fueron, quizás, las peores consecuencias de la pandemia de Covid-19 desde que la enfermedad llegó a la Argentina en marzo pasado. Pero no todos los efectos fueron negativos. El aislamiento y las restricciones para movilizarnos por la ciudad de Buenos Aires provocaron un impacto en el medio ambiente que se vio reflejado en la calidad del aire y la generación del ruido urbano. Menos autos, menos gente, entonces, menos contaminación.
Pocos días después de iniciarse la cuarentena las mediciones indicaron que los gases contaminantes se habían reducido drásticamente y, también, la contaminación sonora. Seis meses después, y con una radiografía más completa de lo que ocurrió durante este tiempo, se comprobó que la emisión de óxidos de nitrógeno totales (NOx), dióxido de nitrógeno (NO2), monóxido de carbono (CO) y material particulado tuvieron reducciones mensuales de entre 40% y 50% respecto del mismo mes del año anterior.
El relevamiento de calidad de aire y ruido estuvo a cargo de la Agencia de Protección Ambiental (APrA) en diferentes momentos de la cuarentena. Fue una experiencia inédita ya que se realizó con una ciudad vacía o con muy poco movimiento.
Los registros evidencian una marcada reducción en marzo y abril para todos los contaminantes. No es casual ya que fue el período de mayor restricción durante el aislamiento. En los meses que siguieron se produjo un aumento paulatino en la emisión de gases que fue de la mano con la liberación progresiva de las actividades y la reapertura gradual de la ciudad que implicó mayor cantidad de gente en la calle y más vehículos debido a que el transporte público se reservó para que lo utilicen los trabajadores esenciales.
El estudio ampliado, entre enero y el 22 de septiembre (el día del corte), muestra la variación porcentual respecto de los mismos valores del año pasado. La mayor reducción ocurrió en abril y fue superior al 46 % para NO2 y NOx respecto del mismo período de 2019. Mayo, julio, agosto y lo que va de septiembre también tuvieron una marca inferior al mismo mes del año pasado y, en junio, fue levemente superior.
El mismo patrón se observó para el CO con reducciones más amplias durante marzo y abril, con caídas de hasta el 44%. Mayo, junio, julio, agosto y septiembre también estuvieron por debajo, a pesar de la reactivación de las actividades. De igual forma ocurrió con el material particulado que alcanzó una reducción del 53% respecto de abril de 2019.
“Tuvimos la oportunidad de analizar la ciudad en un laboratorio y ver cómo evolucionaron los parámetros ambientales durante la pandemia. Estos datos nos permiten contar un diagnóstico certero que nos ayudará tomar medidas concretas para trabajar en una ciudad ambientalmente saludable”, sostuvo Eduardo Macchiavelli, secretario de Ambiente de la Ciudad.
“La pandemia nos obligó a ser muy conscientes de que no podemos seguir viviendo ni gestionando de la misma manera en que lo veníamos haciendo. Debemos rediseñarnos, sumar lo aprendido porque esta es una oportunidad única para avanzar hacia una ciudad diferente”, agregó el funcionario.
Los controles se llevaron a cabo a través de la red de monitoreo de la calidad del aire de la ciudad en las estaciones de Parque Centenario, La Boca y Córdoba y Rodríguez Peña y entre el 1° de marzo y el 17 de julio, aunque LA NACION accedió a la información hasta el 22 de septiembre.
Según APrA luego del anuncio presidencial del inicio de la cuarentena, el 19 de marzo, se produjo un pico inesperado para todos los contaminantes y en todas las estaciones. “Probablemente debido a un aumento en la movilización de la población con el fin de abastecerse y organizar sus necesidades en función de la cuarentena impuesta”, indica el documento.
Desde el 20 de marzo, el día del inicio del aislamiento, comenzó un descenso marcado de los parámetros de emisión de gases contaminantes que se mantuvieron por dos semanas. El incremento en los valores de los contaminantes tuvieron otro retroceso en julio al implementarse un nuevo endurecimiento de las medidas de aislamiento.
Medición del ruido
El relevamiento también contempló parámetros de contaminación acústica con mediciones que se realizaron en diferentes puntos de la ciudad para comparar lo que ocurrió durante la cuarentena y el mapa del ruido elaborado entre 2018 y 2019. El muestreo fue realizado en tres etapas desde el 20 de marzo al 9 de mayo y entre el 1° y el 17 de julio.
Los barrios elegidos fueron Constitución, Belgrano, Monserrat, Flores y Almagro y en todos los casos se notó una reducción de hasta cinco decibeles, según la zona, respecto de los valores establecidos en el mapa del ruido. También se realizaron mediciones en las nuevas áreas peatonales instaladas en los principales ejes comerciales donde las calles cedieron superficie a las veredas.
Entre el 10 de mayo y el 17 de junio se tomaron datos en Liniers, el Casco Histórico, Villa del Parque y el Mercado Juramento. En Liniers el punto de medición estuvo en José León Suárez 159 donde el promedio medido fue de 57,37 dB (el límite allí es de 65bB). Mientras que en el Casco Histórico la medición fue en Bolívar 881 donde hay un límite de 70 db y el promedio medido de 61,63 db. En Villa del Parque se tomó la medición en Nogoyá 3280 con un promedio de 56,94 dB (límite de 65 dB) y en el Mercado Juramento, en Juramento 2748 y una media de 56,94 (límite de 65 db).
FUENTE: Mauricio Giambartolomei – www.lanacion.com.ar