El edificio de avenida Rivadavia 3667, en pleno Almagro, es un emblema de la Buenos Aires que nos perdemos si no levantamos la mirada. A la altura de la calle hay un supermercado chino y un bazar del tipo “todo por dos pesos”. Apenas más arriba, diez cabezas de leones custodian los balcones -algo deteriorados- de una joya centenaria y descuidada. Al menos, hasta hace poco.
Casa Viacava, como se llama la propiedad, fue construida en 1917 por Virginio Colombo, un arquitecto italiano que llegó a Buenos Aires contratado para realizar trabajos de decoración en el Palacio de Justicia. Tiene once unidades funcionales y un consorcio poderoso: en el 2018 un conjunto de vecinos se propuso ponerla en valor. Fue recién ahí que descubrieron que el edificio estaba formalmente protegido -aunque en franco deterioro- y comenzaron a buscar financiación para repararlo.
Desde entonces, comenzó un largo camino que, ley de mecenazgo mediante, logró que hace unas semanas comenzaran las reparaciones. La tarea no es para nada sencilla porque solo la fachada tiene un trabajo decorativo enorme: figuras y ornamentos tallados en piedra, herrería artística y variedad de texturas y colores que se fueron diluyendo con el paso del tiempo.
El edificio está reconocido como patrimonio de la ciudad: tiene protección estructural y catalogación singular. Pero el título por sí solo no frena el deterioro: hasta hace poco hasta sufría desprendimientos de material.
Con esta información, el consorcio acudió al Ministerio de Cultura para solicitar ayuda para costear la obra, calculada inicialmente en 10 millones de pesos. Mediante la ley de Mecenazgo, que permite que ciudadanos y organizaciones financien proyectos artístico culturales destinando aportes de Ingresos Brutos, en 2019 les fue aprobada una obra inicial de 2 millones de pesos. Ese monto ya fue aportado por una empresa de seguros que no desea ser nombrada, y dio el puntapié inicial para que se frene el deterioro de la fachada, se restauren barandas de hierro y se restauren ornatos. Como la cifra dista mucho del presupuesto inicial, este año se aprobó una ampliación de 3 millones extra para continuar con la puesta en valor. Esta convocatoria continúa abierta.
“Los honorarios son casi simbólicos para los profesionales que están trabajando: se está realizando una restauración conservativa en la que las técnicas de intervención son muy específicas por el tipo de edificio que es”, explica Daniel Aicardi, dueño de la unidad funcional N° 6 y principal promotor de la recuperación. Cuando en 2007 falleció su abuela, dueña original del departamento, comenzó a investigar sobre la propiedad. “Ahí me di cuenta de que aparecía en el área de protección histórica del Ministerio de Cultura y que está protegida”, cuenta.
Su historia repite la de muchos edificios valiosos de la ciudad: es muy costoso mantenerlos y por desconocimiento o falta de presupuesto se van deteriorando. “Nadie sabe cómo resolver el deterioro de edificios antiguos, especialmente en un grupo de vecinos. Tal vez llega una intimación de un juzgado por desprendimientos y en la reunión de consorcio lo único que se dice es ‘pidamos una prórroga'”, cuenta Fernando Tuma, gestor de proyectos.
Él vivió la misma experiencia en su propio edificio, Casa Calise, una joya del art nouveau también obra de Virginio Colombo. Su historia fue relatada en LA NACION hace dos años y, desde entonces, asegura que “se destapó la punta de un iceberg” por la cantidad de propietarios que le empezaron a pedir que les comparta su experiencia.
Hace unos años Fernando y su esposa compraron un departamento en el edificio que los enamoró. “La intención era buscar una solución desde adentro e intentar resolver los serios problemas de desprendimientos que tenía. Y pronto nos dimos cuenta de que era imposible tratar esos problemas con un administrador”, explica Tuma, que hoy asesora a los vecinos de Casa ViaCava.
En su caso la respuesta comenzó a llegar de la mano de una museóloga de la Dirección General de Patrimonio. “Con ella empezamos a caminar por el lado de las ayudas que te pueda dar el Ministerio de Cultura siempre que las pidas y las gestiones”, explica.
Emiliano Michelena, responsable de la Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico, plantea que cuando el patrimonio cultural pasa a ser patrimonio de la ciudad se convierte en una responsabilidad compartida entre Estado y vecinos. “La Argentina entró tarde a la discusión sobre los monumentos. Yo soy arquitecto de la UBA, tengo 39 años, y no tuve una materia sobre patrimonio en toda la carrera”, explica.
Según cuenta, en los últimos años la discusión sobre el patrimonio comenzó a estar en agenda por la labor de instituciones civiles, asociaciones y ONGS. “Hoy la sociedad civil está reclamando mucho y el Estado está respondiendo mucho. En general tenemos más facilidad para aumentar el catálogo de edificios en protección, que en los últimos diez años creció muchísimo. Desde la Dirección de Patrimonio además hacemos asesoría constante a cualquier vecino que quiera saber como arreglar su edificio”, explica.
El objetivo final, de todas formas, es enseñar a conservar para no tener que restaurar: desde su punto de vista, hoy por hoy el mayor problema que tienen los edificios lo provocan errores de mantenimiento.
“Creo que vamos a andar bien”, dice Elina Tassara, la arquitecta que dirige la obra y que trabajó en la restauración de la Capilla Sixtina. En esta primera etapa de obras se están retirando barandas, sellando fisuras, retirando muestras, reconstruyendo molduras y haciendo pruebas de limpieza. Esto último es de lo que más disfruta la especialista: “Vamos a ver con qué nos encontramos debajo de toda la capa de smog. Siempre hay hallazgos, aparece una piedra especial o un color determinado que nos sorprende. Y por algo hacemos este trabajo que tanto nos gusta”.
FUENTE: María Ayzaguer – www.lanacion.com.ar