Fue construida en 1999 a partir de la reforma de una vieja caballeriza y es la única vivienda que el célebre arquitecto argentino hizo en la ciudad.
“Siempre le digo a todo el mundo que vivo dentro de una obra de arte y no es una exageración”, asegura María Inés Rifonzi de Budiño mientras muestra el modo en que el reconocido arquitecto Clorindo Testa resolvió cada detalle de su casa, la única que construyó en La Plata, a partir de la adaptación de una vieja caballeriza.
Trasponer la puerta-portón de acceso, que reproduce la forma original del establo genera un inmediato cambio de clima. La sobreidad del exterior muta en una atmósfera apacible y diáfana en un patio con un piso en el que conviven adoquines y ladrillos que distribuye la circulación y permite asomarse varios de los espacios del interior. Desde allí, la vista se llena de señales incitantes: llaman la atención los ángulos irregulares de algunas aberturas estratégicamente ubicadas, la combinación de colores y figuras que rompen líneas rectas y convenciones, la cúpula que cubre el living y, entre tantas cosas, la particular sinuosidad de la baranda de la escalera que conduce a los dormitorios en el piso superior.
Testa, uno de los arquitectos con mayor consideración de América Latina durante el siglo XX además de destacado artista plástico, ideó una vivienda que, conservando rasgos de la edificación original, se convirtió en un lugar luminoso y confortable en el corazón del barrio Hipódromo. Todo el proceso, hasta la culminación de la obra, se llevó adelante entre 1999 y 2001.
Podría decirse que todo empezó un par de años antes cuando el matrimonio Budiño compró un inmueble en desuso que había servido de establo para caballos de carrera que competían en el hipódromo local, ubicado apenas a cinco cuadras.
La construcción de la Casa Stud estaba pactada para ocho meses, sin embargo, los trabajos se extendieron por más de un año hasta que, finalmente, en 2001 pudo ser inaugurada.
Eduardo Horacio Budiño, a quien en la casa llaman Dardo, es un abogado que fue legislador nacional por el PJ. Su esposa, a la que todos conocen como Marita, fue jueza de un tribunal de Familia platense. Llevaban tres décadas juntos. Fruto de esa relación nacieron sus cuatro hijos: Florencia, Sol, Juan y, el menor, Eduardo José. Para entonces, las hijas mujeres estaban casadas y habían emigrado del hogar mientras que Juan estaba en eso y pronto también contraería matrimonio.
En realidad, en ese momento los Budiño vivían cómodamente en el centro platense, en una casona antigua pero muy confortable ubicada en en 10 entre 43 y 44. Realmente ni pensaban construir una casa en el viejo stud.
De la playa al barrio
Los Budiño coincidieron algunos los veranos con Clorindo Testa y su esposa, Teresa Bortagaray. Los hijos de la familia platense se hicieron amigos de Joaquina la hija del arquitecto. Ambas familias soían conversar animadamente al reparo de una carpa y un trago de algo fresco. Así se fue tejiendo una larga amistad.
Marita admiraba la línea de la Capotesta, la casa vanguardista que el profesional construyó como poniendo un hito de hormigón sobre un médano, justo en el límite entre el bosque y el océano. A comienzos de los 80, el propio Testa había sido seleccionado para dar continuidad al plan de urbanización en el balneario fundado por su colega Jorge Bunge. Allí diseñó, también la emblemática casa La Tumbona y la galería de arte Altera.
Un día de playa como cualquier otro, en medio de una de esas típicas conversaciones sin destino, Marita soltó:
– ¿Dígame, Clorindo usted nos haría una casa?
La pregunta quedó flotando apenas unos segundos en la brillante mañana pinamarense. Hasta que el arquitecto dijo:
– Cómo no; véanme en mi oficina y por favor tráiganme los planos del lugar y lo vemos.
Así fue. Semanas después, acompañada por su hija Florencia, Marita entró al viejo estudio de Testa en Santa Fe y Callao. En sus manos llevaba el único plano que había de la propiedad y un par fotos.
Testa examinó los papeles durante unos minutos hasta que tomó varios lápices de colores y comenzó a intervenir el plano.
– ¿Se podrá hacer una casa ahí, arquitecto, o es una locura?-, inquirió Marita.
– Por supuesto que se puede. Lo haremos. Siempre hago las cosas que me divierten y, la verdad, me divierte mucho buscar el modo de poner a vivir a alguien en un stud.
Antes que nada Testa quiso saber a cuántas cuadras de la Casa Curuchet estaba la propiedad de los Budiño. Admiraba esa edificación diseñada por uno de sus referentes profesionales, el afamado arquitecto suizo Le Corbusier. En las contadas visitas a La Plata que hizo durante la construcción de la casa, el arquitecto quiso visitar el Museo de Ciencias Naturales intrigado por ver la colección de enormes gliptodontes que se exhiben en sus vitrinas, que son de la misma especie que los restos fósiles hallados a comienzos de la década del 70 durante las excavaciones de la obra de la Biblioteca Nacional.
Un día, mientras desarrollaba el diseño, Testa le pidió a los Budiño visitarlos para que le mostraran donde vivían. Entonces, les hizo varias preguntas que no alcanzaron a comprender en un primer momento. Luego, una vez terminada la Casa Stud se dieron cuenta de que algunas de las cosas que se dijeron en esa conversación habían sido tomadas por el profesional e incorporadas al proyecto de la nueva casa. Testa siempre decía: “uno tiene que lograr lo que el comitente quiere apelando a las propias convicciones artísticas y profesionales”.
“Algo que nos preguntó -recuerda Marita- si pensábamos llevar los sillones que teníamos en nuestra casa anterior. Entonces pintó una pared de color bermellón y nos hizo retapizar los sillones en un tono similar”, cuenta la mujer entre risas.
En poco tiempo Testa resolvió el proyecto que tenía en mente. Para llevar adelante la obra se usó un mecanismo poco usual: hubo una licitación en la que se presentaron tres oferentes y ganó una empresa constructora platense integrada por el ingeniero Roberto Scasso y el arquitecto Jorge Abate, que tenían entre sus antecedentes haber participado en tareas restauración de la catedral local.
En rigor, luego de dibujar los planos, Testa se concentró en lo que se podría llamar una “dirección artística” del proyecto, cuya dirección técnica quedó en manos de un amigo de los Budiño: el arquitecto platense Francisco “Paco” Missón. Durante la construcción colaboraron también los arquitectos Florencia Aguilar y Eduardo Bompadre.
La construcción de la Casa Stud estaba pactada para ocho meses, sin embargo, los trabajos se extendieron por más de un año hasta que, finalmente, en 2001 pudo ser inaugurada durante un almuerzo en el que estuvo presente Clorindo Testa.
La fachada de la propiedad conservó el original estilo neoclásico, típico en la capital bonaerense aunque con el agregado de molduras y otros elementos que rompen la monotonía dicen desde la pantalla de un zoom los arquitectos Juan Fontana y Oscar Lorenti.
Fontana señala: “Hay algo aquí muy típico del maestro en lo que hace a la relación de sus obras con la calle, que siempre son austeras. Luego, al trasponer la puerta de acceso hay un cambio hacia un entorno confortable y luminoso”.
“La planta está diseñada en forma de letra H, siguiendo la línea de la caballeriza con la sala de estar como enlace entre una tira donde está el comedor, la cocina y otras dependencias de servicios, y en paralelo, los dormitorios y el garage”, explica Lorenti, un platense que es docente en la Facultad y suele llevar a sus alumnos a conocer la casa.
Marita, que hasta para colocar una cortina consultó siempre a su arquitecto, asegura que “lo que ha logrado aquí Clorindo con la luz en los distintos espacios es verdaderamente increíble” y cuenta que, cada tanto, tocan a su puerta estudiantes y docentes de Arquitectura, muchas veces llegados sin previo aviso, con intenciones de conocer la Casa Stud.
Testa y La Plata
Aunque el dato generalmente pasa inadvertido, Clorindo Testa, inició sus estudios en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) pero pronto se alejó para inscribirse en la flamante Escuela de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires (UBA) donde se graduó en 1948, como parte de la primera promoción de esa casa de estudios.
El arquitecto Testa tenía familiares en La Plata. Una tía suya que visitó durante su paso fugaz como estudiante de ingeniería vivía sobre la calle 1 frente a las vías del ferrocarril. Poco después de construir la Casa Stud, Testa pidió a Lorenti que recorriera la zona en busca de una casa con una volutas muy particulares que era el mayor recuerdo que guardaba de aquel lugar y que replicó en el frente del inmueble.
Varios de sus diseños pensados para La Plata quedaron en el camino. Uno de los casos más singulares fue el de la capilla de la Transfiguración de Señor que, según anunció el Arzopispado a mediados de 2008, iba a erigirse en 491 y 27. Al año siguiente se realizó un acto para colocar la piedra fundamental pero, pasó el tiempo y nunca aparecieron los fondos para la construcción. Curiosamente y pese a que nunca existió, el templo llegó a figurar en la nómina de bienes patrimoniales bonaerenses.
El maestro Testa diseñó también una obra escultórica que iba a ser emplazada sobre la rambla de la avenida de circunvalación, entre las calles 12, 13, 32 y 532. El proyecto, que contemplaba, ente otras cosas, un espejo de agua artificial con una pasarela peatonal y dos esculturas y un árbol de hormigón, fue anunciado en 2012 pero nunca pudo ser concretado. En cambió, en City Bell sí quedó su impronta a través de un tótem erigido en el denominado barrio Angosto -donde también proyectó una casa que no se construyó-, una pieza construida en 2014 sobre un soporte de hormigón armado sobre el que se colocaron más de 500 piezas de cerámica artesanal con diferentes tonos de verde.
Durante su vida Testa vino muchas veces la ciudad, en general para participar de actividades académicas. El 23 de noviembre de 2011, durante una charla en la Facultad de Arquitectura, fue distinguido como “visitante ilustre” por las autoridades de la UNLP. Ese mismo día también recibió un diploma de “ciudadano ilustre” otorgado por la municipalidad, pese a que nunca residió en La Plata y su nominación no pasó, como corresponde, por el Concejo Deliberante.
Marita y Dardo disfrutan de la casa y la muestran al fotógrafo de 0221.comar con el orgullo de saber que se trata de la única huella que el maestro Clorindo Testa dejó en la ciudad.
Arquitecto record
Nacido el 10 de diciembre de 1923 en Benevento, Italia, Clorindo Manuel José Testa emigró a la Argentina junto a su familia cuando tenía cinco meses. Representa una corriente de la arquitectura moderna conocida como “brutalismo” que tiene como rasgo principal su aspecto árido, generalmente a partir del uso del hormigón en el que se mantiene incluso las texturas dejadas por las maderas usadas como moldes. Las construcciones de ese estilo se caracterizan por tener volúmenes robustos y siguen geometrías angulares repetitivas.
Entre sus obras más relevantes figuran varios emblemáticos edificios porteños como la sede de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, el Centro Cultural Recoleta o el Banco de Londres y América del Sud -actualmente Banco Hipotecario- o el Hospital Naval Central. En alguna época solía escucharse el comentario de que Testa era el arquitecto con más concursos ganados en el país. En la década del 80 remodeló el balneario La Perla de Mar del Plata. Ya en el nuevo siglo llevó adelante en CABA, el edificio de la Ciudad Cultural Konex en 2003 y en 2010 el que fuera su último trabajo: el Museo del Libro.
Cinco años después de la muerte del arquitecto, ocurrida el 11 de abril de 2013, cobró vida la Fundación Clorindo Testa, concebida con la idea de preservar su legado reflejado en su pensamiento y en sus trabajos en la plástica y la arquitectura es comandada por al esposa y su hija junto a un grupo de colaboradores entre los que se encuentran los arquitectos Fontana y Lorenti. La entidad funciona en el viejo estudio donde trabajó cerca de cuatro décadas. Allí se conservan algunas de sus pinturas y esculturas, además de unos 400 planos y cientos de bocetos, dibujos, maquetas e instrumentos de trabajo y objetos personales en lo que fue su antiguo despacho.
FUENTE: Pablo Morosi – www.0221.com.ar