ARQ empezó a salir en su nuevo formato en un momento en que el país y el mundo estaban convulsionados. Fue casi un año después del 11-S, la fecha del atentado a las Torres Gemelas, esos dos rascacielos-símbolo elegidos como blanco para atacar el orden mundial hasta entonces hegemónico. La Arquitectura, esta vez sin quererlo ni proponérselo, estuvo en el centro de la escena.
A ese terremoto, el país sumaba uno propio: la profunda crisis económica que desembocó en el corralito, los cacerolazos y en las marchas masivas en distintas ciudades que reclamaban “que se vayan todos”.
Los atentados también pusieron en crisis, solo por un instante, la vulnerabilidad del tipo torre. Sin embargo, Manhattan redobló la apuesta y llamó a concurso para reconstruir Ground Cero. Y desde el otro extremo del planeta dieron sobradas muestras de que no se bajaban de la carrera al cielo.
Taiwán inauguró, en 2003, Taipei 101 con 508 metros y Emiratos Árabes Unidos subió al podio con Burj Dubái, un rascacielo con hotel, viviendas y oficinas, de 820 metros de altura, cuya forma se inspiró en los pétalos de una flor del desierto.
Megaciudades
A fines de 2004 se supo que la población urbana de China había superado a la rural. Que el país asiático tenía 166 ciudades con más de 1 millón de habitantes, entre ellas Shanghai, Cantón, Dongguan, Wenzhou y hasta la más tarde tristemente célebre Wuhan.
La noticia encendió la alerta urbana pero también abrió puertas al desembarco de pesos pesados como KPF, Rem Koolhaas, Zaha Hadid o Norman Foster a ese mercado. Claro que ahora, conscientes de la finitud de recursos del planeta, los diseños -sean para Oriente u Occidente- incorporaron además de formas sorprendentes, el pensamiento sustentable.
Foster levantó en el corazón financiero de Londres Swiss Re, una torre con forma de óvalo gigante, organizada a partir de seis atrios triangulares. Todo un manifiesto de cómo disminuir la carga del viento sobre la estructura y reducir el consumo energético.
Koolhaas dio el salto de escala. El autor de Delirious New York y SMLXL, sorprendió con la concepción de la Biblioteca de Seattle y su propuesta para la CCTV, la televisora china terminada en Beijing en 2008. Zaha Hadid, ya con una vasta obra construida, se conviertió en 2004 en la primera mujer en obtener el Pritzker de Arquitectura.
60 años de la Gran Guerra
En 2005 se conmemoraron los 60 años del fin de la Segunda Guerra Mundial. Causa por la cual la Arquitectura pudo desplegar, una vez más, sus capacidades simbólicas y evocativas.
Por caso, el Memorial de la Shoah en París; el Museo del Holocausto en Jerusalén, diseñado por Moshe Shafdie; y quizás el más impactante, el Memorial a los Judíos Asesinados de Europa, firmado por Peter Eisenman en Berlín.
Una disciplina poliédrica
Por estas tierras, luego de la debacle de 2001-2002 y de haber tocado fondo, la recesión empieza lentamente a ceder. Ya para 2003, reaparecen los emprendimientos en barrios ABC1 como Barrio Norte, Recoleta, Núñez, Belgrano, Palermo Nuevo y Puerto Madero con torres de vivienda que ponen énfasis en los servicios comunes y el diseño.
Con la reactivación, surge una nueva generación de arquitectos que hace honor a la frase de Mario Bunge: “la arquitectura es una disciplina poliédrica”. Ya no están solo los que hacen proyecto y dirección o quienes despliegan sus habilidades en las aulas, sino los que también pueden juntar pequeños inversionistas, buscar terrenos, armar y gestionar el negocio.
De esos “tableros” sale una infinidad de obras de escala media que aprovecha en Buenos Aires las posibilidades normativas de la zonificación R2B, en barrios como Palermo Viejo, Palermo Soho, Villa Crespo, Colegiales, Coghlan, Chacarita, Villa Pueyrredón y Villa Urquiza, entre otros. Y que fueron renovando de forma virtuosa el tejido urbano.
Muchos de sus autores, unos 40, fueron consignados en la colección Nueva Arquitectura Argentina, que publicó ARQ en 2011 y que también rastreó este fenómeno a nivel nacional.
Arquitectos como Rafael Iglesia (Rosario), Bertolino Barrado (Córdoba), Atrio Arquitectura (Tucumán), A4 (Mendoza) y los porteños Oscar Fuentes, Diéguez-Fridman, Arquitectónika, Caram-Robinshon, Adamo-Faiden, AFRa, ATV Arqs., Germán Hauser, Javier Sánchez Gómez y Julián Berdichevsky fueron algunos de esos faros que iluminaron nuevos caminos.
Torres si, torres no
Sin embargo, muchos de los vecinos no vieron con buenos ojos este auge de la construcción. Argumentaban que “las torres” colapsaban las infraestructuras y que atentaban contra la identidad, el carácter y la paz de los barrios.
Todo caía bajo la sospecha de ser un negociado inmobiliario. Más en realidad, lo que estaba pasando era que se empezaba a construir lo que permitía el código urbano de 1977 que, entre otras cosas, privilegiaba y premiaba la unificación de lotes para construir torres.
Paradójicamente, ese código que surgió del Plan general del año 1962, inspirado en el urbanismo del Movimiento Moderno, proponía una ciudad más verde (más higiénica y sana), con edificios exentos unidos por autopistas y que, más de 40 años después y luego de que la academia haya decidido volver a la ciudad tradicional, parecieron un despropósito.
Fue lo que, de alguna manera, disparó la formulación y luego, bastante más luego, la aprobación de un nuevo Plan Urbano Ambiental y los nuevos Códigos Urbanístico y de Edificación.
El buen momento económico y de la construcción también derramó en zonas del conurbano y en zonas veraniegas. En la Zona Norte, en los alrededores de Tigre; en Zona Sur, Hudson y aledaños; en Zona Oeste, Canning y Ezeiza.
También, balnearios como Mar de las Pampas, Las Gaviotas y Mar Azul, se poblaron con casas, ahora casi todas cúbicas, de techos planos y con fuerte propuesta arquitectónico-constructiva, como la serie de casas en hormigón de BAK Arquitectos, ganadora del Premio Bienal SCA-CPAU de 2006.
Puerto Madero, última etapa
Mientras tanto, Puerto Madero seguía ajustando sus últimas piezas. Se construyó el Parque Mujeres Argentinas, las torres Mulieris de MSGSSS, Repsol YPF de Pelli-Clarke-Pelli, Los Molinos Faena Group de McCormack Arquitectos.
Se inauguró el postergado Museo de la Fundación Fortabat, de Rafael Viñoly, y el Chateau Puerto Madero, que supera todo lo imaginable que pueda crear ese eclecticismo acrítico, casi escandaloso, de la producción nacional.
También, se anunció la llegada de Norman Foster con Aleph Residences y hubo varios concursos que resonaron: las Ex-bodegas Giol para el nuevo Ministerio de Ciencia y Tecnología, el hoy Centro Cultural Kirchner y la Plaza del Bicentenario. Por su parte, Monoblock ganó el concurso para construir el Museo MAR en Mar del Plata.
El fin del despilfarro
La crisis internacional de 2008 golpeó fuertemente al Primer Mundo, que logró finalizar algunos edificios emblemáticos, como la ópera de Oslo, de Snøhetta (2009); el edificio para The New York Times, de Piano (2008); la Caixa Forum (2008), de Herzog & De Meuron en Madrid y el Museo MAXXI de Arte Contemporáneo (2010), de Zaha Hadid en Roma.
Lo que sí quedó claro es que la era de los exabruptos formales y el despilfarro llegó a su fin. Los megaproyectos se postergaron o cancelaron y los grandes estudios pusieron sus fichas en el gigante asiático, China.
Ya los preparativos para los Juegos Olímpicos de 2008 fueron una buena oportunidad para explorar las posibilidades de desembarco de estudios como los de Herzog & De Meuron y Koolhaas, con sus increíbles estadio olímpico “El Nido” y la CCTV china.
Para seguir revisando lo que pasó en la segunda década, podríamos terminar esta mirada ARQ sobre la década 2002-2012 felicitando, una vez más, a los ganadores del Premio Nacional ARQ y a Gerardo Caballero y Maite Fernández, quienes obtuvieron el Gran Premio Nacional, organizado junto a FADEA en 2011.
La segunda década
Lo que vino fue bastante menos explosivo y mucho más complicado. O será que, tal vez, fue más complejo. Releyendo los títulos de cada una de las editoriales de los balances anuales de los últimos 10 años, las palabras que se repiten son “incertidumbre”, “medio lleno, medio vacío”, “una de cal y una de arena”…
Tal vez, de lo que se trata es de que, como dijo el Papa Francisco, no estamos en una “era de cambios” sino en “un cambio de era”.
Jaqueline Pels, doctora en Investigación de Gestión en la Universidad de Leicester y profesora de la UTDT, lo desarrolla un poco más.
Dice: “en las eras de cambio es relativamente fácil predecir el impacto del cambio. Sin embargo, en los cambios de era, es fácil ver lo que ya no es, pero aún no sabemos qué será. Entonces, en los cambios de era se debe aceptar que “se está siendo”, que, producto de las interrelaciones, intentar predecir su forma final es (casi) un ejercicio inútil”.
En este “se está siendo”, como dicen otros, “pasaron cosas”. Entre las pocas buenas noticias, apareció la inauguración y el éxito urbanístico del Metrobús en la 9 de Julio y luego su replicación en otras arterias importante de Buenos Aires.
Los avances del código morfológico en la ex AU3, ahora Barrio Parque Donado Holmberg, ya construido, y la nueva modalidad de concursos concatenados para construir la Villa Olímpica en Villa Soldati para los Juegos Olímpicos de la Juventud de 2008.
Se estrenó el museo MAR en Mar del Plata; el Centro Cultural Córdoba de Nanzer y Cohen y se creó el sitio Moderna Buenos Aires, una plataforma del CPAU donde visitar edificios de arquitectura moderna de la Ciudad. En 2015, los permisos de construcción en Buenos Aires volvieron a bajar estrepitosamente, casi un 30% respecto del año anterior.
Sin embargo, Nación y Ciudad se disputaron importantes cortes de cinta: el Centro Cultural Kirchner, de B4FS, y el Polo Científico Tecnológico, de Parysow Arqs. y Hauser-Ziblat Asoc, por Nación; la nueva Sede de Gobierno de Foster, Berdichevsky-Cherny y Minond y el casi listo Centro de Eventos y Convenciones, también de Minond, por Ciudad.
Nación y Ciudad
En 2016, el flamante gobierno nacional que entonces coincidía con el de la Ciudad, innovó en la forma de hacer concursos: convocó a la FADU como institución organizadora. De allí salieron dos convocatorias: una para el Polo Educativo María Elena Walsh en la Villa 31, que hoy ya está construido, y otra para el Parque de la Innovación en el Tiro Federal, que está en proceso de licitación.
La SCA se quedó con los concursos para AYSA, sobre Av. Figueroa Alcorta, y las reurbanizaciones de Villa Riachuelo y Villa 20, pero ninguna de estas convocatorias ejecutó los proyectos ganadores.
No obstante, Ciudad siguió adelante con la idea de reurbanizar las villas y logró avanzar con las obras en la histórica Villa 31, Rodrigo Bueno, el Playón de Chacarita y Villa 20, también conocida como Papa Francisco.
En este último período, anterior al parate que produjo la pandemia, el impulso constructivo volvió a crecer, potenciado por la aparición de los créditos UVA, el Procrear y el blanqueo de capitales. Y la producción nacional logró algunas joyitas que vale la pena destacar. Una, de arquitectura religiosa: la Capilla San Bernardo, de Nicolás Campodónico, en Córdoba.
Otra, de arquitectura efímera: el Pabellón de la Bienal de Venecia “Vértigo Horizontal”, de Mendiondo-Anzilutti-Garrid-Cairoli. También, la recuperación de la Casa Calise, de Virgilio Colombo, en arquitectura patrimonial, y la hazaña de haber llegado a tiempo con la Villa y el Parque Olímpicos para los Juegos de 2018.
En arquitectura corporativa, dos edificios notables mostraron cómo proyectar tanto en formato “tejido” como en la modalidad “torre”. El Banco Santander, de UPU, en diagonal a Parque Lezama, y la torre Macro, de Pelli-Clarke-Pelli, en Catalinas Norte.
Además, podemos destacar a los ganadores de la segunda edición de los Premios ARQ-FADEA, ahora representados por el pequeño pabellón del estudio cordobés Alarcia-Ferrer Deheza, que se llevó el Oro del certamen.
En cuanto a la cuestión urbana, la definición de dos temas históricamente postergados fueron para festejar: la aprobación de los nuevos Códigos Urbanístico y de Edificación porteños y la definición y, finalmente, ejecución del Paseo del Bajo, que le abrió una nueva cara a la Ciudad.
Las nuevas postales
Volviendo al ámbito internacional, el año 2019 nos trajo nuevas postales despampanantes. La siempre frondosa creatividad de Jean Nouvel nos sorprendió con el Museo Nacional de Qatar. Y en Hudson Yard, en Manhattan, la dupla neoyorkina Scofidio+Renfro con The Shed; y Thomas Heartherwick con The Vessel, ese insólito monumento a la escalera con forma de canasto.
Pero quizás una de las fotos más despampanantes sea la del incendio de la catedral de Notre Dame. Otra vez, como unos 20 años atrás, nuevamente y lamentablemente, la arquitectura fue tapa de los diarios de todo el mundo.
Claro, todo antes que desde Wuhan el virus se haya replicado por todo el planeta, anunciando, una vez más y con dramática fuerza, la hora de resetear nuestra manera de habitar y de convivir con la naturaleza.
FUENTE: Berto González Montaner – www.clarin.com